EDITORIAL

A horas de las P.A.S.O. ¿Voto positivo o el mal menor?

¡Otra vez estamos de votación! Es para festejar. En el año en que nuestra Democracia cumple 40 años de vigencia ininterrumpida, votar es un ejercicio trascendente. Claro que los más jóvenes no vivieron ni sintieron en carne propia lo que significa una dictadura, ni el miedo a que te lleven preso o algo peor por no estar de acuerdo con el gobierno. Eso significa que una parte muy importante de la ciudadanía, los más jóvenes, tal vez vean el sufragio como algo sin sentido, vacío de contenido, ineficaz.

Por Jorge Pirotta | 07-08-2023 10:18hs

Y a juzgar por los resultados, ¿quién podría asegurar que es un pensamiento erróneo? Porque, como tantas veces lo hemos repetido, en 40 años de Democracia los principales problemas de los argentinos no se han resuelto todavía. Pero hay que decir con mucha claridad que durante las dictaduras que hemos sufrido a lo largo de nuestra historia tampoco se han resuelto los problemas de nuestro pueblo sino todo lo contrario: la mayor parte de nuestros problemas se originan en la ruptura del orden constitucional.

El brillante periodista y compañero cordobés Osvaldo Jesús Gadbanreflexionaba hace poco en uno de sus videos sobre las comparaciones mal intencionadas que muchas veces se hacen entre nuestro país y, por ejemplo, Canadá o Australia. ¿Por qué la Argentina no pudo tener el desarrollo que tuvieron esos países? ¿Por qué la Argentina, con recursos similares, no supo garantizar un nivel de vida aceptable a su población? ¿Por qué Argentina no y esos países sí? ¿En qué nos diferenciamos?

La respuesta es muy sencilla, nos dice Gadban: porque en esos países no hubo golpes de estado, no vivieron dictaduras, siempre tuvieron gobiernos democráticos, algunos más volcados hacia la derecha, otros más volcados hacia la izquierda, pero todos pensando en su país.

Hago esta breve introducción en defensa de nuestro sistema democrático, pensando especialmente en los más jóvenes, los que constituyen casi el 30% de nuestros lectores y seguidores. Y lo hago previendo que, sin esta intro, las críticas que voy a realizar podrían interpretarse como una desvalorización de la Democracia. Y es todo lo contrario. Porque pienso que para solucionar las falencias de la Democracia es necesario dotarla de mayor democracia. No es un juego de palabras. Voy a intentar explicarlo mejor más adelante. Votar es un ejercicio ciudadano muy valioso, no ejercerlo es desentenderse de lo que nos pasa, no ayuda a nadie más que a los poderosos que se benefician del desánimo y la falta de participación ciudadana.

Con la intención de contribuir humildemente a la reflexión, hace unos cinco meses atrás nos preguntábamos desde este espacio ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos de acuerdo?

Te invito a releer esa editorial cuando quieras.

La falta de acuerdos nos lleva permanentemente al conflicto. Nadie dice que tengamos que pensar todos igual, rechazo la idea del pensamiento único, venga de donde venga, nada más regresivo y obstaculizador del desarrollo humano. Pero no poder ponernos de acuerdo en las cuestiones vitales del país, no poder elaborar políticas de estado que trasciendan la limitada duración de un gobierno, es una debilidad que nos condena y casi diría que nos acostumbra a los “bandazos” políticos entre gobierno y gobierno.

Seguidores “como perro ‘e sulqui”, insistimos tiempo después en lo que entendemos debiera ser la cuestión central de la política nacional: contar con un Plan Estratégico de Gobierno. Mencionábamos la valiosa experiencia del Consejo Nacional de Posguerra implementado por Juan Perón.

Claro que para eso necesitaríamos contar con dirigentes políticos con nivel de estadistas. Y no tenemos ni a Juan Perón ni a Ricardo Balbín. Tampoco a líderes de la talla de Raúl Alfonsín. Está retirado Eduardo Duhalde, quien agarró el fierro caliente que dejó la crisis del 2001 y sacó al país adelante a fuerza de diálogo, consenso y mucho coraje. Tampoco tenemos a Néstor Kirchner, a quien la historia va a valorar mucho mejor de lo que lo han hecho sus detractores, ya que el mostró un camino, nos sacó de las garras del F.M.I. y, para mí lo más importante, volvió a darle a la juventud un horizonte de lucha, de esperanza, de fe en un futuro mejor.

Seguramente fruto de su legado, hoy vemos una generación de jóvenes dirigentes como Eduardo “Wado” de Pedro, Axel Kicillof o Juan Grabois, entre cientos de dirigentes-militantes que comprenden a fondo la gravedad de nuestros problemas y la necesidad imperiosa de contar con un Plan Estratégico de Gobierno.

Desde El Agrario hemos aplaudido sin reparos y valoramos el discurso de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner del pasado 25 de mayo, y nos sumamos preguntando “¿Qué va primero, el programa de gobierno o las candidaturas?” 

Recibí muchos comentarios sobre esa editorial, casi todos negativos jaja, pero todos marcados con un profundo sentido de decepción. Lo explico. Tal vez el más crudo haya sido mi amigo Eduardo de Santa Fe, que me dijo que lo único que importa son las candidaturas, lo que prima es el ego, el individualismo de los políticos, y que después las candidaturas pueden ponerse al servicio de cualquier causa con tal de llegar. Le contesté acordando con su posición, pero en mi interior pensé: “estamos al horno con papas”.

Evidentemente, tenemos candidatos y candidatas para hacer dulce, pero nos faltan suficientes dirigentes capaces de ponerse a la altura de lo que nuestra patria y nuestro pueblo necesitan ... necesitamos. Claro que los dirigentes no nacen de un repollo, no son más que emergentes de nuestra sociedad, y si nuestra sociedad está desinformada, decepcionada, anestesiada, es poco probable que aparezcan con fuerza la generación de dirigentes que necesitamos. Y sin embargo, los necesitamos. ¿Ya estarán entre nosotros?

Con mi mayor respeto a todos y cada uno de los ciudadanos y de las ciudadanas que van a competir en estas Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.), solo quiero mencionar y destacar, como principales críticas, lo que entiendo son las falencias que muestran todo lo que nos falta como sociedad para encaminar a nuestro país hacia un futuro de grandeza y de felicidad para sus integrantes.

En primer lugar, la falta de acuerdos. El resultado es la diáspora de propuestas. Me parece un despilfarro de esfuerzos y recursos que haya 15 alianzas electorales y 27 fórmulas presidenciales compitiendo el próximo domingo 13 de agosto en las P.A.S.O. ¿Te imaginás lo que va a ser el cuarto oscuro? Cada boleta completa tiene 8 cuerpos, así que te vas a encontrar con un montón de papeles distribuidos en un espacio reducido.

En segundo lugar, la falta de propuestas positivas. La mayor parte de los discursos son “en contra de” y no “a favor de”. Particularmente en la oposición liberal se viene dando un marcado contenido violento, más que provocador, amenazante. Tanto Patricia Bullrich Luro Pueyrredón como Horacio Rodríguez Larreta y Javier Milei (uno al menos sin doble o triple apellido) los términos “destrucción”, “orden”, “desaparición”, “demolición”, etcétera (cansa abundar más), forman parte de sus declaraciones cotidianas y de sus spots de campaña. Además de no ser positivos “apelan al miedo como detonante del voto” seguramente diría mi amigo Carlos Campolongo, estudioso en profundidad y extensión de la comunicación política y electoral en todo el mundo.

En tercer lugar, muchos eslóganes y pocos planes de gobierno. Era natural que sucediera. Tal vez por aquello que alguna vez confesó el expresidente Menem: “si yo les decía lo que iba a hacer no me hubieran votado”. En una de las editoriales ya mencionadas justamente nos preguntábamos si el expresidente Macri hubiera ganado si avisaba a la ciudadanía que pensaba meternos de nuevo en una deuda gigantesca con el F.M.I.

Fiel a su estilo combatiente, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón ya avisó que si gana va a seguir pidiendo préstamos al Fondo Monetario Internacional, es decir que no estaría buscando votos sino cómplices que respalden una nueva entrega de nuestro país a los designios de la entidad que nada bueno nos trajo jamás.

En las antípodas ideológicas y políticas, Juan Grabois se viene destacando por volcar en reportajes y en redes sociales propuestas de gobierno que denotan un grado de elaboración y preparación poco habitual. Obligado por la necesidad de generar una alternativa a su competidor ministro de Economía Sergio Massa, Grabois hace mucho hincapié en programas concretos, con plazos concretos, en áreas diversas como salud, educación, vivienda, distribución demográfica, inclusión social, trabajo, producción, desarrollo tecnológico y soberanía nacional.

En cuarto lugar, las mismas P.A.S.O.

Obviamente considero una obligación ciudadana inexcusable concurrir a votar el próximo domingo 13 de agosto. Pero espero de todo corazón que para dentro de dos años hayamos encontrado la forma de generar un esquema electoral más racional y democrático. Las PASO, así como están definidas, Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, no resuelven el problema de las candidaturas, las cuales siguen siendo fruto de negociaciones y de acuerdos en pequeños círculos.

Creo firmemente que las candidaturas se deberían dirimir a través del voto en internas partidarias o de alianzas, con padrones previos, sin posibilidad de intromisión desde afuera. Las últimas experiencias que hemos vivido como sociedad están tan lejos que las olvidamos: La interna en el Partido Justicialista entre las fórmulas “Menem-Duhalde” y “Cafiero-De la Sota” en 1988, y la interna en la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación, entre Fernando de la Rúa y Graciela Fernández Meijide en 1998.

Creo que sería mucho mejor, más económico y democrático, establecer un régimen electoral en el que los candidatos deban ser ratificados por el voto de sus afiliados o simpatizantes empadronados, a menos que no tengan competidores internos. Si no hacemos algo de ese estilo, vamos a seguir condenados a tener que elegir candidaturas surgidas de las “roscas” o, más elegantemente, de los “acuerdos políticos” realizados entre pocos.

Veremos qué pasa el 13 de agosto. Veremos qué nos depara el destino después. Vayamos a votar, ejerzamos nuestro limitado pero real poder ciudadano en ese día.

Pero para reírnos un poco de nosotros mismos, de nuestras pequeñeces y tal vez pensar en lo que vamos a hacer, te dejo con una serie de reflexiones en forma de chistes, de cuyos guiones me hago cargo, desplegados con la maravillosa capacidad de nuestro amigo FECHU.

DOS PAISANOS EN 1810

 

MÁS QUE REFLEXIÓN, UN RUEGO

 

MILEI

 

LA IZQUIERDA

 

PATRICIA BULLRICH LURO PUEYRREDÓN

HORACIO RODRÍGUEZ LARRETA

 

PERONISMO: ¿MASSA O GRABOIS?

 

 

 

 

 


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