Jair Bolsonaro ya se encuentra trabajando con la mira puesta en las elecciones presidenciales de octubre del año que viene. La anulación por parte de la Corte Suprema de las condenas contra Lula da Silva y los posteriores sondeos de opinión que lo mostraban al expresidente con muchas mejores chances de ser electo en 2022 encendieron las alertas en el Palacio del Planalto, sede del Gobierno brasileño. 

En ese marco, la decisión de organizar la Copa América, tratándose de un país tan futbolero como Brasil, fue interpretada por la oposición política como un intento de desviar la atención de la grave situación sanitaria que domina la agenda pública del país vecino. La otra faceta de la realización de la Copa es el movimiento económico que supone, en una economía golpeada por la pandemia. Por más que sea sin público, algunos hoteles de la ciudad de Río de Janeiro, por ejemplo, ya se organizaron para recibir hinchas de otras provincias, los cuales verán los partidos en pantalla gigante dentro de los establecimientos turísticos, según informó el canal CNN Brasil. 

No obstante, la situación es tan polémica que los auspiciantes Mastercard, Ambev (la cervecera dueña de Brahma, Stella Artois, Budweiser, entre otras) y Diageo (Smirnoff y Johnnie Walker) decidieron que sus marcas no formarán parte del marketing de la Copa, aunque sin retirar el auspicio económico. Brasil superó este jueves las 480.000 muertes por Covid y el ritmo de muertes diarias y contagios se mantiene estable en las últimas dos semanas, con un promedio de 1700 muertes cada 24hs y más de 50 mil casos. Así, ambos indicadores se encuentran estabilizados, aunque preocupantemente en un nivel muy elevado, según el informe de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). Sin embargo, el indicador más alarmante es el crecimiento de la ocupación de UTI’s, el cual ya supera el 80% en 20 estados y en Brasilia. Según Fiocruz, los cuatro estados que albergarán la Copa América están en una situación crítica: Goiás y Brasília tienen 90% de ocupación de UTI’s destinadas a Covid, Mato Grosso 87% y Río de Janeiro 81%. 

Algunos jugadores de la selección llegaron a manifestar su disconformidad con la realización de la Copa en Brasil, por lo que se especulaba que estos podrían boicotear la misma. El entrenador, Tite, también había dado a entender su opinión contraria a la realización del evento. Por ese motivo, tanto los jugadores como el director técnico entraron en la mira del bolsonarismo en las redes sociales, acusando a unos de traidores y a Tite de simpatizante de Lula da Silva. El vicepresidente de la República, Hamilton Mourão, dijo que el entrenador podría hacerse cargo del Cuiabá, un equipo menor del campeonato brasileño de fútbol. 

Según una encuesta del portal político Poder360, el 54% de los brasileños está en contra de la realización de la Copa, mientras que sólo un 35% dice estar a favor y un restante 10% no sabe. Además, la competencia tendrá lugar en medio del funcionamiento de la comisión parlamentaria (CPI) creada para investigar el accionar del Gobierno Federal durante la pandemia, su posible responsabilidad en el boicot de las medidas sanitarias, el atraso en la adquisición de vacunas y la promoción de tratamientos sin comprobación científica o comprobadamente ineficaces. 

Jair Bolsonaro había sido acusado por sus detractores de perjudicar el envío de insumos desde China para la fabricación en San Pablo de la vacuna SinoVac, debido a sus frecuentes ataques hacia el país asiático. Esta semana el diario O Globo dio a conocer que la CPI accedió a un documento del Ministerio de Relaciones Exteriores donde se confirma que las declaraciones del presidente fueron motivo de reclamo de parte de la empresa SinoVac, desde donde mencionaron que era necesario el cese de esos ataques para que no se prioricen otros países en el envío de los insumos. También esta semana, desde la CPI se dieron más precisiones sobre la falta de respuestas de parte del gobierno a la empresa Pfizer. De acuerdo al vicepresidente de la comisión, el senador Randolfe Rodrigues, fueron 53 mails de la empresa ignorados por las autoridades, el último de ellos el día 2 de diciembre de 2020 en el que se solicitaba de manera urgente algún tipo de respuesta. El Gobierno de Bolsonaro también atrasó las negociaciones para la adquisición de la CoronaVac, como es conocida la vacuna de SinoVac producida en San Pablo. De acuerdo al director del Butantán, el instituto que produce la vacuna, las primeras ofertas al Gobierno Federal fueron en julio de 2020. En reiteradas oportunidades, Bolsonaro sostuvo que su gobierno no compraría la vacuna de “aquel país”, o la “vacuna de Doria”, en referencia al gobernador de San Pablo y posible contendiente en las presidenciales de 2022. Esos boicots a la adquisición de vacunas se han convertido en motivo de indignación de buena parte de la población brasileña, que considera que, teniendo incluso capacidad de producir la vacuna en su propio territorio, la demora en la inmunización es responsabilidad de Jair Bolsonaro. 

En ese contexto, y con la mira puesta en las elecciones del año que viene, la Copa América es un arma de doble filo para el presidente Jair Bolsonaro. El evento puede servir tanto para mejorar el ánimo de la población, como para, si la situación sanitaria empeora, exacerbar los ánimos en contra del presidente. Tampoco puede menospreciarse el peso que tendrá el resultado deportivo en el ánimo de los brasileños. Así, cuando este domingo a las 18hs el árbitro de inicio al partido inaugural entre Brasil y Venezuela, política y pelota rodarán juntas como tantas otras veces en la historia de nuestro continente. 

Seguí leyendo: Biden, entre reducir la desventaja geopolítica con China y socavar al trumpismo