Antivacunas, el último desafío en el combate al Covid-19
A medida que avanza el proceso de inmunización en los países desarrollados, aparece un último obstáculo: los antivacunas.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 25-07-2021 10:30hs
Esta semana el presidente francés Emmanuel Macron fue protagonista de una extendida fake news. Según varios medios argentinos y miles de usuarios de Redes Sociales, Macron se habría dirigido a los antivacunas de su país en términos muy duros. “Esta vez ustedes se quedan en casa, nosotros no”, fue la frase estrella que se replicó como verdadera por todos lados. En verdad, Macron nunca pronunció esas palabras. Su mensaje fue mucho más suave, aunque sí se dirigió de manera indirecta a los antivacuna. En su discurso del pasado 12 de julio, dijo que la vacuna “es la única forma de protegerse y proteger a los demás”, e instó a avanzar con la vacunación de toda la población ya que esa es “la única forma de volver a la vida normal”. Las medidas adoptadas por el Gobierno francés tampoco son tan duras como las descritas en Redes Sociales, aunque son similares y el pase sanitario es una realidad. El hecho resulta especialmente ejemplificador de dos males que acechan a las sociedades de hoy en día: de un lado las fake news, rápidamente propagadas en la era digital. Por otro lado, el problema de los antivacunas, aquellas personas que no quieren vacunarse por desconfiar de las vacunas en general o de las vacunas disponibles para el Covid-19. Los antivacunas -que en parte se relacionan con la diseminación de fake news y teorías conspirativas- son un problema a nivel mundial, aunque no en todos los países por igual.
De acuerdo a YouGov, en Francia el 20% de la población adulta dice que no se vacunará o que no sabe si lo hará. El grupo “duro”, aquellos que dicen que definitivamente “no” a la vacuna, representa cerca del 12%. Si bien la situación ha mejorado sustancialmente en comparación a meses atrás, por ejemplo en diciembre la mayoría decía que no quería vacunarse, todavía resta un núcleo duro que puede representar un problema para el plan de vacunación. El sábado pasado más de 100.000 franceses salieron a las calles a protestar contra el intento de hacer obligatoria la vacuna y el pase sanitario de Macron. Mientras tanto la variante Delta ha hecho que se tripliquen los casos en apenas una semana.
En Estados Unidos la situación es todavía peor. Un 25% dice que no se vacunará o no sabe si lo hará, y esto a meses de que distintos gobiernos locales hayan comenzado a implementar mecanismos de incentivo, como ofrecer cerveza y hamburguesas gratis. El gran desafío del país gobernado por Biden es que los antivacunas han hecho de su rechazo una bandera política. De acuerdo a distintas encuestas, la inmensa mayoría de los antivacunas son partidarios de Donald Trump y se concentran en los distritos donde el trumpismo tiene más peso, como el interior rural o Florida. Los movimientos antivacunas son preexistentes a Trump y ya tenían relativo peso en algunos condados. El problema es que ahora se han solapado con el trumpismo y tienen una dimensión todavía mayor. El fenómeno muestra también la fuerza y dimensión que tiene el liderazgo de Donald Trump en su país. “Tenemos una pandemia para los que no se han vacunado”, dijo Biden esta semana. Pero si bien las internaciones se dan entre las personas que no están vacunadas, así como casi todos los contagios, lo cierto es que la situación genera malestar entre aquellos que sí se han inmunizado. En definitiva, la situación posterga el regreso a la normalidad y hace necesario que continúen algunas medidas de distanciamiento así como el uso de barbijo. La situación acentúa la división y encono entre las zonas costeras y el interior rural, los primeros mayormente demócratas (Biden) y los segundos republicanos (Trump).
En nuestro país fue noticia la provincia de Córdoba, ya que esta semana se conoció que el 41% de los cordobeses no se inscribió para recibir su vacuna y que ya se vacunaron todos los empadronados, aunque se aguardan segundas dosis de Sputnik. No obstante, el caso cordobés se relaciona más con la falta de interés y de motivación para ir a vacunarse que con una resistencia o desconfianza a las vacunas en sí. Según una encuesta de la Consultora Delfos de comienzos de junio, entre las personas que aún no se habían vacunado solo 1 de cada 4 no deseaba hacerlo. En líneas generales, en nuestro país hay una gran aceptación a las vacunas y con el tiempo la desconfianza a algunas de las disponibles, concretamente Sputnik y Sinopharm, se fue diluyendo.
Volviendo a lo mencionado al comienzo, el movimiento antivacunas se relaciona estrechamente con fenómenos como las fake news y las teorías conspirativas, que se han visto fortalecidas en los últimos años. El terraplanismo posiblemente sea el caso que mejor ejemplifica a estos movimientos, que por lo general terminan cuestionando a los saberes más consolidados por la ciencia. La idea de que la tierra es esférica quedó mayormente establecida en el siglo III A.C., sin embargo recién hacia la Edad Media ese conocimiento se generalizó entre todas las regiones y religiones del planeta. En medio de la pandemia y a medida que avanza el proceso de vacunación en el mundo, los antivacunas con posturas más duras serán tal vez el último desafío en el combate al Covid-19.
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