La Federación Argentina de Cámaras Agroaereas (FeArCa) estima que para 2020 medio millón de hectáreas serán sembradas con aviones. Por sus beneficios, la siembra aérea se posiciona como una de las opciones más competitivas para los productores ya que, entre algunos aspectos destacables, permite no solo abarcar una mayor superficie de tierra en menor cantidad de tiempo, sino también el acceso a los lotes en cualquier circunstancia sin provocar erosión en el suelo.

Esta metodología se utiliza para la siembra de los cultivos de cobertura (CC), también llamados cultivos de servicios (CS). Este tipo de cultivos se implementa para el control de malezas y lograr mejores rindes ya que, de acuerdo al INTA “contribuyen a incrementar los contenidos de carbono, mejoran la condición física y hacen un uso más eficiente de los recursos naturales aumentando la productividad agronómica”.

Cada día más hectáreas son cultivadas con semillas de arroz, cebada, centeno y pasturas que “caen del cielo”.

Cada día más hectáreas son cultivadas con semillas de arroz, cebada, centeno y pasturas que “caen del cielo”. Según la FeArCa la campaña 2015/16 alcanzó 125.000 hectáreas, el periodo 2016/17 aumentó a las 175.000, 2017/18 dio un salto hacia las 250.000 mientras que el ciclo 2018/19 superó las 300.000 hectáreas de superficie sembrada.

¿Por qué esta alternativa toma vuelo? La posibilidad de siembra sobre campos con trigo, soja o maíz en pie acelera el desarrollo de los nuevos cultivos sin perjudicar a los que aún no fueron cosechados. Además, el acceso a terrenos no circulables permite también recuperar extensiones de suelo con exceso de agua mediante la siembra de pasturas. Reconocidas por su alta demanda hídrica hacen posible el recupero de las napas evitando al productor la pérdida de cultivos por exceso de precipitaciones.

La aviación agrícola propone no sólo beneficios económicos sino de sustentabilidad para el campo y la producción de alimentos.