Biología, economía y decisiones
Cuando analizamos la conveniencia de sembrar soja de primera o trigo y soja de segunda en uno o varios lotes del campo, normalmente recurrimos al cálculo del margen bruto. Es correcto hacerlo para estar al tanto de esa diferencia, pero hay que tener presentes otras cuestiones para llegar a una correcta decisión.
Por Gerardo Gallo Candolo | 19-06-2021 08:30hs
Al no contar con un sistema conveniente de crédito para sembrar, muchos productores recurrieron tradicionalmente al trigo, u otro cultivo de fina, como recurso financiero: "Tener plata a fin de año para cubrir la gruesa". En una campaña como la presente, donde esperamos buenos precios en los granos finos, esto es doblemente beneficioso en márgenes y evolución financiera, pero habría otra alternativa para compararla con esta opción. Al mejorar este año los precios de los alquileres, en caso de contar con varios lotes agrícolas, uno podría alquilar cobrando por adelantado parte de nuestro plan, y sembrar con esos fondos el resto por administración propia.
Es necesario sugerir que en los contratos se precise fundamentalmente los cultivos a sembrar, o la proporción de cereales que aportan rastrojos equilibrados, y las dosis mínimas de fertilizantes para mantener nuestro campo en buenas condiciones de fertilidad.
Hacer dos cosechas al año en un mismo lote es más conveniente al suelo y a los rindes si se cumplen cuatro consignas: la primera es utilizar el sistema de siembra directa; las tres restantes son rotar adecuadamente cereales con oleaginosos, una correcta nutrición e incorporación de los rastrojos.
Los conocidos ensayos del Inta Marcos Juárez, donde se compararon durante varios años soja sobre soja versus soja rotando con trigo, al igual que muchas experiencias en nuestro país, demuestran que la oleaginosa presenta mejores rindes cuando hay un cereal en la rotación beneficiando al mismo tiempo el contenido de materia orgánica del suelo.
Otro punto que puede influir en nuestra decisión es la presencia de malezas difíciles, que son aquellas que ofrecen resistencia a los herbicidas tradicionales y que pueden mejorar su control con una doble cosecha, algo similar a lo que ocurre con cultivos de cobertura. De esta manera bajamos su incidencia en la gruesa disminuyendo costos, optimizando rindes y muchas veces reduciendo inconvenientes en la trilla.
Como se ve, muchas decisiones en el campo se toman (como toda empresa) con la calculadora en la mano, pero hay cuestiones técnicas, biológicas, que influyen en nuestras decisiones con el mismo o mayor peso que la económicas y para ello hay que tener un conocimiento del terreno. Para el asesor es de suma ayuda contar con una información de base confiable: la historia de los potreros y de las lluvias, pronósticos climáticos, información satelital… pero nada reemplaza la observación y experiencia del propio productor.