Nos encontramos en circunstancias históricas para de transformar la realidad portuaria de la provincia de Buenos Aires y el país.

En este sentido, hay dos hitos que pueden modificar, de manera decisiva, el actual escenario. Por un lado, la impronta del gobernador Axel Kiciloff en orden de materializar el proyecto del “Canal Magdalena”, el cual además de sus mejores condiciones náuticas y natural salida del nodo portuario -de la llamada Hidrovía al Océano Atlántico de los barcos-; sobre este lo podría esperar para realizar el completamiento de los mismos una terminal portuaria explotada por una sociedad estatal “Elevador Quequen S.E.”

De esta forma, los importantes recursos económicos invertidos por el Estado en estas esenciales obras de infraestructura portuaria, brindarían sustanciales beneficios para todas y todos los bonaerenses, retomando la senda del concepto de política estatal, con que fueron concebidas y pagadas, en tiempos de la ex-Junta Nacional de Granos.

No debe invadirnos temor alguno a que una sociedad con participación societaria del sector público realice la explotación de un elevador de granos, porque no lo tuvieron nuestros estadistas cuando se construyó el mismo, mereciendo destacarse que en esa época el comercio de granos era un 10% del volumen actual.

En el mismo orden de ideas, es importante destacar que, por este elevador, hacen “lobby” actualmente los grandes exportadores del mundo, convencidos de la importancia de continuar explotándolo.

Para los agoreros del fracaso, en su articulado -que es ley-, se limita e indica exactamente la cantidad de personal y jerárquico que va a trabajar; de la misma forma se determinan las ganancias que obtenga el mismo y serán distribuidas sobre la zona de influencia donde se encuentra inserto, con ello su éxito se encuentra garantizado y por ende el de los habitantes de la provincia de Buenos Aires.

Nuestras estadistas al construir el Elevador del Estado del Puerto Quequén no se equivocaron, no debemos equivocarnos nosotros.