La política chilena ha experimentado una abrupta caída de las fuerzas políticas tradicionales, las tendencias de derecha y centro izquierda que dominaron la política nacional desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, en 1990. El resultado de ello es una elección polarizada entre un candidato que representa a la extrema derecha y un candidato de la izquierda, proveniente del movimiento estudiantil universitario. Se trata de José Antonio Kast y de Gabriel Boric, respectivamente.

Los discursos de los cierres de campaña de los candidatos, el jueves pasado, dejaron de manifiesto que el principal argumento de ambos es el rechazo, e incluso el miedo, que pueda generar el adversario entre los votantes. Consideraciones al margen  de cuánto hay de cierto en cada discurso, lo cierto es que de un lado Kast es presentado como una amenaza fascista, intolerante con las minorías y un peligro para la democracia. Del otro, Boric es presentado como la amenaza comunista, que pone en riesgo las libertades individuales y supone un riesgo para la economía chilena. Tratándose de un ballotage es común que se recurra al rechazo que genera el otro candidato. Lo curioso del caso es que ambos lados señalan al otro como “el extremismo” y la “intolerancia”, al tiempo que se presentan como defensores de los valores democráticos.

El politólogo italiano Giovanni Sartori escribió a fines de los 70 un libro en el que estudia los sistemas políticos. Allí, el politólogo analiza el caso de la polarización, definiendo a los sistemas polarizados como aquellos donde hay partidos -de peso, con incidencia en la política y las elecciones- con una gran distancia ideológica entre ellos. Es el caso de Chile, donde la centro izquierda y la derecha (del hoy presidente Sebastián Piñera) perdieron el protagonismo a manos de Boric y Kast.

Otro de los aspectos que plantea Sartori, además de la distancia ideológica, es la dinámica que adquiere un sistema polarizado. Esta dinámica puede ser “centrífuga”, cuando los partidos se mueven hacia los extremos, o “centrípeta”, cuando buscan ocupar el centro. El escenario de Chile al día de hoy es de una polarización centrípeta, donde los candidatos se disputan al votante de centro, o bien menos ideologizado. Esa estrategia, por otra parte, también es esperable en un ballotage. Sin embargo, queda abierto el interrogante de qué sucederá una vez que uno de ellos dos llegue al poder ¿moderación o movimiento hacia los extremos?

Sin embargo, hay otros elementos que considerar en la elección chilena, más allá de lo que puede ser la división derecha/izquierda, que suele ser un parámetro bastante útil para pensar la política pero muy a menudo insuficiente, cuando no inútil. Un tema importante hoy en Chile pasa por las ansias de normalidad y orden luego del estallido social de 2019. La división que se traza entonces no es tanto entre izquierda y derecha, sino entre orden y caos.

En ese sentido, mientras que Boric, que participó activamente de las revueltas de 2019, representa mayormente el anhelo de cambios en Chile, Kast entre otras cosas representa el orden. Ese juego de valores y deseos de la sociedad chilena también se ve reflejado en el tono de voz de ambos discursos. Mientras Boric habla en un tono más alto, por momentos casi gritando, transmitiendo lucha y una sensación de urgencia o bien de amenaza, Kast habla lento y en tono bajo, transmitiendo calma y seguridad.

El contraste entre ambos candidatos es enorme, a pesar de que los dos busquen aproximarse a posiciones de centro en esta segunda vuelta y colocar al otro la etiqueta de extremista. El domingo veremos si entre los chilenos prevalece la urgencia por el cambio y la defensa de la democracia, o la calma de quien propone orden y defensa de los valores individuales.

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