Podríamos decir que fue tan grande la sorpresa del hombre como el tamaño del zapallo que cultivó. Pero para aquellos que trabajan en la tierra por años, parecieran no necesitar de ninguna enciclopedia y mucho menos, recurrir a Google para consultar cuando el resultado de la siembra les hace abrir los ojos grandotes y después tocar, para comprobar que lo que acaban de ver  es real.

Lo cierto es que Roberto Corral vive a unos pocos metros después del camino de ingreso a El Chocón, provincia de Neuquén, donde tiene además una casa de alojamiento y un local gastronómico. El hombre tiene 71 años y siempre se ha dedicado a sembrar verduras, frutas y hortalizas. Hace poco, recorriendo la tierra para brindarle a su sembradío los cuidados necesarios, se encontró en ese paisaje cotidiano con un zapallo gigante que pesa unos 44 kilos.

Grande fue la sorpresa de Roberto, aunque no es por agrandarse, pero ya está acostumbrado a que “algunos tamaños” sean más grandes que los esperados. "Siempre estuve plantando. He sacado sandías de 16 kilos y medio, tomates de 800 gramos. Pero nunca un zapallo de ese tamaño", contó Roberto a un diario local.

Dijo que desde enero que viene plantando y que la tierra todo lo da. “Lo único que tenés que hacer es echarle agua. Te crece cualquier planta. Argentina es maravillosa", señaló orgulloso.

La huerta donde lo cultivó es una porción de tierra que tiene una superficie de 15 por 5 metros de ancho. Con este kilaje, Roberto le sacó el puesto a un joven de Arroyito que en 2019 cosechó un zapallo de 40 kilos en el patio de su casa.

En la zona ya hay antecedentes de cosechas con productos de gran tamaño. Roberto cultivó apio, perejil, tomate, berenjena, zapallo, sandía, melones, zapallito de tronco, zapallos, entre otros.

Cuando el periodista local le preguntó que iba hacer con el súper zapallo, el Roberto Corral sólo contestó que lo va a donar pero todavía no sabe cuál será el destino solidario. “Pensaba entregarlo en el hospital de EL Chocón. Voy a hablar primero con ellos. Sino a algún comedor o guardería, donde haga falta”, señaló.

Por esas cosas del destino, vaya uno a saber, Roberto compró la única plantita de zapallo a una vendedora de la localidad neuquina de Senillosa, y esa plantita fue después la que lo premiaría con el gran zapallo, como en agradecimiento por haberla llevado para su quinta. Dijo que las semillas las atesorará hasta la próxima siembra y agregó: "me gusta la tierra y me gusta trabajar. Por eso no me puede faltar nada".

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