Cómo reducir el impacto del clima en los cultivos de verano
Por el posible fenomeno de La niña, está latente la posibilidad de déficit hídrico para el trimestre. En este marco, los especialistas del INTA coincidieron en la importancia de llevar a cabo constantes monitoreos y mediciones del agua disponible en el suelo y las capas freáticas.
Por Marcelo Frankel | 19-09-2021 12:30hs
Según fue reportado por el Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, existe una alta probabilidad de ocurrencia del fenómeno La Niña. Más allá de las recientes lluvias registradas entre fin de agosto y septiembre, está latente la posibilidad de déficit hídrico para el trimestre. En este marco, los especialistas del INTA coincidieron en la importancia de llevar a cabo constantes monitoreos y mediciones del agua disponible en el suelo y las capas freáticas.
Con respecto a este tema, la investigadora del INTA General Villegas, Buenos Aires, Mirian Barraco destacó la importancia de medir y conocer la cantidad de agua almacenada en los perfiles de suelo y la profundidad y calidad de la capa freática. Según la especialista, “esta evaluación cuantitativa permite diseñar pautas de manejo que optimicen su uso en los sistemas de producción y, así, evitar pérdidas”.
En relación a esto, Horacio Videla Mensegue, investigador y extensionista del INTA Laboulaye, Córdoba, apuntó que el agua es un ingrediente “clave” en los suelos que condiciona los rindes de los cultivos en esta región. Y remarcó: “Antes de planificar una estrategia de siembra es importante tener en cuenta la disponibilidad de los recursos agua y nutrientes que se tienen en el suelo para identificar el potencial de rinde de cada ambiente. Sólo así tomaremos las mejores decisiones”.
Según los especialistas, una estrategia clave para morigerar el riesgo de pérdida en años con alta probabilidad de estrés hídrico, como se da en eventos Niña, es “la diversificación, tanto de cultivos como fechas de siembra”, así como estrategias de manejo defensivos en ambientes con restricciones. Se sugiere además que la implantación de varios cultivos diferentes en el ciclo, permite mayor flexibilidad y adaptabilidad para las situaciones de estrés hídrico que pudieran darse.
Los dos especialistas estuvieron de acuerdo en este punto en que uno de los principales manejos defensivos ante el déficit hídrico es retrasar la fecha de la siembra, tanto para las rotaciones con los cultivos de soja o maíz, además de tener precauciones con los cultivos de cobertura, “pensando en cortar el consumo de agua en el suelo más temprano para no afectar el rinde de la soja o el maíz”, según detallaron.
En relación a la fecha de siembra, Videla apuntó: “Es importante saber para cada zona, cuándo ocurren los principales períodos de estrés hídrico y, al momento de la siembra, qué cantidad de agua hay disponible en el suelo, la presencia de napas, así como la cantidad de nutrientes”; y sumó: “A partir de esa información se deberá decidir qué cultivo, con qué tecnología y qué manejo se debe realizar para que el período crítico coincida con el menor estrés ambiental posible”.
Con respecto a los cultivos de los granos amarillos, Barraco explicó que para el caso del maíz, generalmente cuando hay poca agua en el suelo y los perfiles están complicados, lo aconsejable según su visión es hacer siembra tardía, es decir a fines de noviembre-diciembre. “Esta estrategia busca evitar que el cultivo se quede sin agua a mitad de camino, justo cuando el maíz florece”, apuntó el especialista.
Otra opción que puede resultar viable, de acuerdo a la técnica de Villegas, es la de reducir la densidad de siembra con el objetivo de bajar la demanda de agua y nutrientes del cultivo. “En la región se realizaron varias experiencias con manejo de densidad y fertilización nitrogenada variable de acuerdo al potencial del ambiente que nos permiten afirmar que es una tecnología de muy alto impacto para asegurar estabilidad en el rendimiento de maíz”, aseguró.
Respecto a esto, Videla remarcó que según su visión, sólo para el caso de tener un ambiente con mucha disponibilidad de agua con napas en buenas condiciones de aporte se puede hacer un maíz en septiembre o principios de octubre y con un manejo tecnológico buscando alcanzar buena productividad.
Con respecto a la soja, Barraco aconsejó que en el caso de contar con lotes con buena condicion hidrica se puede iniciar labores de siembra a fines de octubre para que el período critico ocurra en la mejor condición de radiación, pero en lotes con recargas pobres o con poca influencia de napa es recomendable retrasar la fecha de implantación para que el periodo crítico no coincida con el mes de enero, momento de mayor falta de agua en los años Niña.
Respecto del mejor momento para la implantación, Videla coincidió con Barraco en que la fecha ideal sería entre el 20 de octubre y el 10 de noviembre. En el caso de que el ambiente sea aún más restrictivo, el especialista opinó que habrá que demorar la siembra y optar por una variedad con grupo de madurez más largo o bien cambiar de cultivo. “En todos los casos siempre es clave tener presente para cualquier decisión qué disponibilidad de recursos se tiene a campo y el potencial de rinde de cada ambiente”, remarcó.
Según la visión de la especialista de Villegas, “el déficit de disponibilidad de agua este año está presente en toda la región pampeana, aunque siempre habrá localidades más afectadas que otras”. Por lo que recomienda no llevar adelante recetas generales, dada la variabilidad que puede haber de un lote a otro, inclusive en la misma zona o región.
Aunque los muestreos de agua en el suelo son laboriosos, para la visión de Barraco, la información que brindan vale la pena el esfuerzo. En este punto, reconoció que “son pocos los productores que miden el agua en el suelo y la profundidad de las napas”. Una buena forma de resolverlo, explicó, puede ser mediante la instalación de caños de medición o “freatímetros” que permitan monitorear mensualmente la profundidad de las napas.