Derrota de Bolsonaro y Lula en las municipales, ¿Brasil gira al centro?
La derecha no bolsonarista ha obtenido un buen resultado en las elecciones municipales, mientras que la centroizquierda se afianza en su idea de que el fuerte rechazo hacia Lula y el Partido de los Trabajadores es un obstáculo para el campo progresista de cara a 2022.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 05-12-2020 09:30hs
En la previa a la primera vuelta de las elecciones municipales habíamos presentado en esta columna un esquema de cuatro grandes grupos de partidos que sobresalen en el plano nacional: Bolsonaro (sin partido) y aliados en el extremo derecho del espectro ideológico; Lula y el Partido de los Trabajadores, en la izquierda; una derecha y centro derecha no bolsonarista, donde se destaca la alianza entre el PSDB (de Fernando Henrique Cardoso) y el Democratas (del actual presidente de Diputados, Rodrigo Maia); y por último, la centroizquierda (con figuras como Marina Silva y Ciro Gomes, ambos candidatos a la presidencia en tres oportunidades). Las municipales, decíamos entonces, tendrán un fuerte impacto en el juego de construcción de alianzas para las presidenciales de 2022.
Consumadas la primera y segunda vuelta, el saldo ha sido un triunfo de la derecha tradicional brasileña, mayormente no alineada al gobierno de Jair Bolsonaro. La mala elección tanto de Bolsonaro como del PT le ha dado a esa derecha no bolsonarista la convicción de que está bien encaminada para hacerse con la victoria en las presidenciales de 2022. El mal resultado del PT, que dejó en evidencia la vigencia del antipetismo en la sociedad brasileña, ha afianzado a la centroizquierda en su diagnóstico de que ni Lula ni su partido deben ser protagonistas de una alianza amplia del campo progresista en 2022, pudiendo incluso construir un proyecto sin este.
El PP realizó una muy buena elección y es posible que Jair Bolsonaro termine afiliándose a este partido para competir en 2022.
En cuanto al actual presidente, si bien hizo una mala elección al apoyar enfáticamente a cerca de 60 candidatos a intendente, mayormente del espacio de partidos conocido como Centrão, obteniendo solo un puñado de triunfos y con derrotas estruendosas en San Pablo y Río de Janeiro, también es cierto que resulta difícil medir su desempeño en función de que 1) no está afiliado a ningún partido político, ya que abandonó el Partido Social Liberal a fines de 2019, y 2) de sus aliados del Centrão (grupo de partidos mayormente de derecha pero que sobre todo tienen en común la disposición a formar parte del gobierno), el PSD y el PP realizaron muy buenas elecciones. La dificultad respecto a esto último es que la alianza de Bolsonaro con esos partidos no es total, y por otro lado, si bien son mayormente de derecha, también existe cierta heterogeneidad ideológica. Por ejemplo, el intendente de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, Alexandre Kalil, pertenece al PSD y se mantiene alejado del gobierno nacional y en oposición al conservadurismo de este. Kalil ganó proyección nacional con su excelente reelección en primera vuelta, con el 63% de los votos. Por su parte, el PP realizó una muy buena elección y es posible que Jair Bolsonaro termine afiliándose a este partido para competir en 2022. Curiosamente, Bolsonaro estuvo afiliado al PP durante 9 años, y se desafilió en 2015, ya que el partido no lo quería como candidato a presidente en 2018. La red de apoyos locales que ofrecen gobernadores e intendentes es importante para cualquier proyecto de candidato a presidente, de allí que Bolsonaro necesite reforzar su vínculo con los partidos del Centrão, con quienes tiene una alianza todavía a medio camino. Esa variable (reforzar la alianza o no) será determinante para el futuro de Bolsonaro, así como la definición respecto a su filiación partidaria.
También fue una mala elección para el Partido de los Trabajadores, que no gobernará ninguna capital, aunque fue un poco mejor que la desastrosa elección municipal de 2016 (posterior al impeachment contra Dilma Rousseff y en medio de los operativos anticorrupción de la Lava Jato), al ganar en cuatro de los 95 municipios con más de 200 mil habitantes, siendo que en 2016 no había ganado ninguno. En Recife, capital de Pernambuco, situada en la región Nordeste (región bastión del PT), hubo una apuesta importante al desafiar la hegemonía del Partido Socialista Brasileño (PSB), de centroizquierda, con la candidatura de Marília Arraes. El caso es elocuente de las dificultades y limitaciones del PT en varias ciudades: el socialismo (hasta entonces aliado) recurrió a los sentimientos antipetistas para dar vuelta la elección, a pesar de tener bastante resistencia entre sectores de clase media y alta, cansados del dominio de ese partido tanto en Recife como en el estado de Pernambuco. Al PT le fue mal en las capitales nordestinas, pero además perdió varios municipios pequeños, sobre todo en Bahía. Así, a pesar de haber ganado en cuatro de las ciudades con más de 200 mil habitantes, el total global de habitantes de los municipios gobernados por el PT se mantuvo igual, en 4,4 millones, según los datos publicados por el portal Poder360.
El gran ganador ha sido la derecha tradicional, con el MDB (Movimiento Democrático Brasileño), el DEM (Democratas) y el PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña) a la cabeza.
El gran ganador ha sido la derecha tradicional, con el MDB (Movimiento Democrático Brasileño), el DEM (Democratas) y el PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña) a la cabeza. EL PSDB mantuvo su dominio en el estado de San Pablo, reteniendo la capital y la mayoría de los municipios de la Gran San Pablo. El DEM, entre otras, ganó la ciudad de Río de Janeiro, con Eduardo Paes, quien ya gobernó la ciudad y mantiene posiciones más de centro. Los aliados PSDB y DEM ya comenzaron la búsqueda de nombres para 2022, destacándose el actual gobernador de San Pablo, João Doria (PSDB) y el empresario y conductor de televisión, Luciano Huck, que está cerca de afiliarse al DEM.
El Partido Comunista de Brasil (PCdoB) tampoco realizó una buena elección, a pesar de que Manuela D’Ávila llegó a la segunda vuelta en Porto Alegre (Río Grande del Sur), una de las principales ciudades de Brasil. El PSOL, un desprendimiento del PT durante la primera presidencia de Lula, sorprendió en San Pablo con Guilherme Boulos, aunque terminó perdiendo por amplio margen contra el actual intendente, Bruno Covas (PSDB). El PSOL ganó en Belém, la capital de Pará, en la región Norte. Si bien se trata de una capital pequeña (algo más de 150 mil habitantes), es la primera a ser gobernada por el PSOL.
El Partido de los Trabajadores todavía tiene un enorme capital como representante de los sectores populares desde una perspectiva social y económica, fundada entre otros logros en los millones de brasileños que salieron de la pobreza durante los mandatos de Lula. Ese legado, no obstante, necesita “borrar” los últimos años de gobierno de Dilma Rousseff; no sólo con ella comenzó la crisis económica y la pérdida de millones de puestos de trabajo, sino que además Dilma intentó un cambio de rumbo hacia la ortodoxia económica y el ajuste del gasto. De hecho, los años de Dilma fueron claramente dejados de lado en la campaña presidencial de 2018.
A su vez, el modelo económico de Paulo Guedes, el ministro de Economía de Bolsonaro ha ofrecido un magro crecimiento del 1,1% en 2019 y nula generación de empleo, en una economía que todavía no se recuperó de la crisis 2015-2016. El régimen de disciplina fiscal instaurado en Brasil durante la administración de Michel Temer, con el congelamiento del gasto como la estrella del modelo, puede estar privando al Estado brasileño de los mecanismos para reactivar la economía mediante el gasto público ¿cuál será la situación en la pospandemia? Luego de amagar en reiteradas oportunidades con un nuevo plan de asistencia social al ver mejorar su aprobación en función del auxilio de emergencia otorgado durante la pandemia, la última decisión de Bolsonaro es la de no generar nuevos gastos sociales para no romper con ese régimen de disciplina fiscal.
¿Podrá el PT presentarse nuevamente como el partido capaz de mejorar la situación de los sectores más postergados de Brasil?
¿Podrá el PT presentarse nuevamente como el partido capaz de mejorar la situación de los sectores más postergados de Brasil? Sin dudas, esa sigue siendo su gran carta. No obstante, el PT parece volcado a reconstruir su identidad de izquierda, luego de su paso por el poder con posiciones más bien centristas, antes que de pensar en acuerdos de tipo pragmático que lo acerquen al poder en 2022. Esa variable en la estrategia del PT es la que hay que observar en los dos años que quedan hasta las presidenciales. La paradoja es que la estrategia de redefinirse como partido de izquierda puede ser contradictoria con el apoyo que tiene entre el electorado popular nordestino (el fuerte del PT), históricamente conservador.
Si bien estas elecciones municipales fueron una derrota para el PT y para Bolsonaro, favoreciendo a la derecha tradicional y en mucha menor medida a la centroizquierda, ambos continúan siendo las fuerzas políticas más fuertes a nivel nacional. En el caso de Bolsonaro fundamentalmente por el hecho de ser gobierno, y en el caso del PT por ser un partido con un importante piso de votos a nivel nacional (como mínimo un 20%, lo que en un contexto de fragmentación lo deja siempre cerca de la segunda vuelta). La pregunta de si Brasil está girando al centro quedará abierta hasta las elecciones presidenciales de 2022.
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