El 60,4% de la renta agrícola no es para el productor
El ya popular índice de la Fundación mide la participación del Estado en la renta agrícola, tomando el valor de la producción menos los costos.
Por Redacción El Agrario | 17-01-2020 01:00hs
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) dio a conocer la última medición de su ya popular “Índice FADA”. Este informe mide la participación del Estado en la renta agrícola, tomando el valor de la producción menos los costos. El trabajo evidenció que la participación del Estado para el promedio de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol es del 60,4%. En otras palabras, “de cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola, $60,40 se lo llevan los distintos niveles de gobierno”, explica el economista jefe David Miazzo. Si comparamos con la medición anterior de septiembre de 2019 aumentó un 4%, ya que la anterior fue de 56,4%.
“De cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola, $60,40 se lo llevan los distintos niveles de gobierno”, explica el economista jefe de FADA, David Miazzo.
A su vez, este particular índice mide también cada cultivo en particular, y demostró que en el caso de la soja es del 64,5%, maíz 53,9%, trigo 53,5% y girasol 62%. Las diferencias entre cada cultivo radican en los impuestos y en la renta que genera cada uno, ya que a menor rentabilidad es mayor la participación relativa de los impuestos.
Los impuestos pertenecen a distintos niveles de gobierno, como también es distinta la distribución que se hace de ello. Así, detalla que, de lo recaudado, el 95,5% pertenece a impuestos nacionales, el 3,9% a provinciales y el 0,6% a municipales. De esos impuestos nacionales, el 62,1% son de carácter no coparticipable, mientras que el 33,4% es coparticipable con las provincias.
Del 95,5% de los impuestos nacionales, el 62,1% son de carácter no coparticipable, mientras que el 33,4% es coparticipable con las provincias.
Los impuestos no coparticipables están compuestos principalmente por los derechos de exportación, como también el impuesto a los créditos y débitos bancarios. Los coparticipables son en su mayoría el impuesto a las ganancias y el IVA.
Las provincias reciben parte de este 33,4% como coparticipación, y también recaudan impuestos propios. En el Índice FADA nacional se consideran el impuesto inmobiliario rural y el impuesto a los ingresos brutos, con una alícuota reducida, ya que ni Córdoba ni Santa Fe, por ejemplo, cobran este impuesto. Así, los impuestos provinciales explican el 3,9% de los impuestos totales.
Por último, los impuestos municipales explican el 0,6% de los impuestos en el Índice FADA promedio nacional. El componente central de estos impuestos municipales son las tasas viales. En este sentido, haciendo una lectura y comparación entre el índice de septiembre y el actual (este informe es de carácter trimestral), Miazzo comenta que “los impuestos nacionales no coparticipables incrementaron su participación, pasando del 55,6% al 62,1%, mientras que todo el resto cayó en participación. Este cambio en la composición es resultado del incremento de los derechos de exportación, que son un impuesto no coparticipable, que al mismo tiempo reduce un impuesto coparticipable como es el impuesto a las ganancias”.
Estos cambios, explica la economista Natalia Ariño, “significan una reducción del federalismo por tres motivos: el primero, es que se incrementan los recursos no coparticipables en manos de Nación; el segundo, es que se reducen los recursos coparticipables por reducción del impuesto a las ganancias; el tercero, es vía los recursos que salen de las regiones productivas en el marco de la suba de derechos de exportación”.
Los cambios que se reflejan entre el índice de septiembre y el actual "significan una reducción del federalismo" según explica la economista Natalia Ariño.
Precios, tipo de cambio y costos
Respecto al índice anterior,se observaron mejoras en los precios de soja y maíz y una reducción sustancial en trigo. La mejora de los precios internacionales ayudó a amortiguar el efecto de la suba de derechos de exportación.
En los últimos 12 meses, el incremento del tipo de cambio fue del 59%, pasando de $37,70 por dólar a $59,80. En los últimos 3 meses, se incrementó un 4,9%.
Por su lado,los costos en dólares se han mantenido relativamente estables. Mientras que los costos en pesos, fletes y labores agrícolas, todavía no se han actualizado completamente. Esto es así, explica Ariño, “porque la actividad agrícola es estacional, es decir, cuando es época de siembra, cosecha, etc. es cuando estos precios se actualizan”. Por este motivo, los costos en pesos se depreciaron producto del incremento del tipo de cambio.
El índice mostró que un 60% de los costos de una hectárea de soja están dolarizados, mientras que el restante 40% están pesificados. Si se considera el costo de la tierra dentro del esquema de costos, los costos dolarizados pasan a representar el 71%.
En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 66% de la estructura, mientras que los pesificados alcanzan el 34%. Si se considera el costo de la tierra, el peso de los costos dolarizados asciende al 72%.
El componente en pesos también suele tener una alta relación con el dólar por dos motivos: la rápida transmisión de la devaluación a los precios que hay en una economía inflacionaria como la argentina; y porque dentro de los costos pesificados está, por ejemplo, el flete cuyos costos dependen en gran medida del precio del combustible y este está ligado directamente al precio del petróleo y del dólar. Lo mismo con las labores. Además de que el valor de los camiones y maquinaria también guarda correlación con el tipo de cambio.
Entre fobbing y flete, suman entre el 26% y el 31% de los costos de una hectárea de maíz, sin considerar el costo de la tierra.
Para profundizar en cada caso, el índice analiza los costos de una hectárea de maíz, para tomar como ejemplo. Se toma desde el valor FOB al resultado después de todos los impuestos: los costos de exportación (fobbing), comercialización, transporte, seguros, administración y producción.
Al analizar los costos resaltan dos puntos. El primero, los gastos de fobbing representan entre el 10% y el 12% de todos los costos involucrados en una hectárea de maíz.
El segundo punto, son los fletes, donde se puede ver claramente cómo se va incrementando la participación a medida que uno se aleja del puerto. En el caso del maíz, el flete representa el 16% de los costos en Buenos Aires, en Córdoba el 18%, en San Luis el 21% y en La Pampa el 18%. En Santa Fe, como el grueso de la producción se encuentra relativamente cerca de los puertos, representa el 10%.
Así, entre fobbing y flete, suman entre el 26% y el 31% de los costos de una hectárea de maíz, sin considerar el costo de la tierra.
Índices Provinciales: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, San Luis y La Pampa
Mientras el índice FADA nacional es de 60,4%, Córdoba registra un 59,9%, Buenos Aires 61,7%, Santa Fe 59,3%, La Pampa 62,3%, y San Luis 58,7%.
En estos resultados, se conjugan los rindes, los impuestos provinciales y locales y los fletes, que generan efectos diferenciados sobre cada uno de los cultivos. Así como la participación de cada cultivo en el área cultivada de cada provincia. Así, por ejemplo, el bajo número de San Luis se explica, en parte, por la mayor proporción de maíz con respecto a soja en su área cultivada.
Los índices provinciales conjugan los rindes, impuestos de cada provincia y municipio y los fletes.
Los impuestos provinciales presentan divergencias. En todas las provincias analizadas se paga impuesto inmobiliario rural. Las provincias de Buenos Aires, La Pampa y San Luis pagan ingresos brutos, mientras que en Córdoba y Santa Fe la actividad está exenta. Buenos Aires y Santa Fe tienen tasas municipales. Córdoba y San Luis no tienen imposiciones a nivel local. San Luis y La Pampa tienen impuestos al estilo de aduanas internas: el Do.Pro y la guías cerealeras.
Fuente: FADA.