El Estado se queda con el 62% de la renta agrícola
Fada dio a conocer su índice trimestral que refleja la participación del Estado, a través de los diferentes impuestos, en la renta agrícola. El informe analiza los precios, los costos y el impacto de la brecha cambiaria y el cepo.
Por Valeria Pirotta | 29-09-2020 01:30hs
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada) dio a conocer su medición trimestral sobre cuánto de la renta agrícola (ingresos menos costos) queda en manos del Estado.
El índice de septiembre 2020 marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 62,0% para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. Esto significa que de cada $100 de renta que genera una hectárea agrícola, $62 no son para el productor, sino que son impuestos nacionales, provinciales y municipales.
Mientras que el promedio ponderado de cultivos a nivel nacional es de 62,0%, la participación del Estado en soja es del 66,6%, maíz 52,9%, trigo 57,2% y girasol 56,3%.
Comparativamente, el índice de septiembre es 6 puntos porcentuales más bajo que el de junio, explicado en gran medida por la mejora de precios de los cuatro granos y del tipo de cambio oficial, señala el informe.
Al respecto de la distribución de estos impuestos en el total, Fada explica que el esquema fiscal así planteado implica que dos tercios de los impuestos sean nacionales no coparticipables, es decir, que quedan en manos de Nación, lo cual es contradictorio frente a una actividad que "por definición es federal y está arraigada regionalmente".
Además, la comparación interanual indica que de septiembre de 2019 a septiembre de 2020, el impuesto no coparticipable aumentó, pasando del 55,7% al 62,6%, debido al aumento de los derechos de exportación (DEX) que son un impuesto no coparticipable. Por lo cual, la institución señala que los DEX influyen de manera negativa sobre el federalismo por tres vías: se incrementan los recursos no coparticipables en manos de Nación; se reducen los recursos coparticipables por reducción del impuesto a las ganancias; y la salida de recursos de las regiones productivas a través de la suba de derechos de exportación.
Respecto a los precios, el informe de la Fundación señala que en las últimas semanas existió una mejora a nivel internacional, respecto a marzo y a septiembre de 2019. Según Fada, estas mejoras responden a mayores compras por parte de China y mayor liquidez mundial "por la política monetaria expansiva de los principales bancos centrales del mundo". No obstante, señala que las dificultades enfrentadas debido a la pandemia no están sorteadas y la incertidumbre hacia el futuro del mercado internacional, impulsan a una actitud cautelosa respecto a los precios esperados.
Por otro lado, los costos tienen una fuerte influencia de la moneda estadounidense, pues su composición está representada por un 52% en dólares y un 48% en pesos, en el caso de la soja; y, si se considera dentro del esquema de costos el valor de la tierra, el porcentaje de la moneda extranjera aumenta a un 65%. En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 57% de la estructura, mientras que los pesificados alcanzan el 43%, incluyendo la tierra asciende a 65% en dólares.
Además, en la porción en pesos también impacta el valor del dólar, por un lado, a causa de la devaluación de la moneda nacional y, por otro, los costos pesificados pero con influencia directa en otros valuados en dólares, como es el caso del flete afectado por la fluctuación del precio en dólares del petróleo y, en consecuencia, de los combustibles. Similar caso es el de los insumos en maquinarias y vehículos sobre los que afecta el tipo de cambio.
Por último, la Fundación analiza el impacto en la renta agrícola del cepo cambiario que generó una importante brecha cambiaria, con un tipo de cambio oficial de $75,37, un dólar bolsa de alrededor de $130 y un blue de $140, esto significa una brecha superior al 70%.
"La brecha cambiaria provoca un desincentivo a la inversión y la producción, ya que cada dólar ganado, luego de afrontar costos y riesgos, vale menos", señala el informe. Además explica que "generan expectativa devaluatoria debido a que el precio de referencia en las expectativas pasa a ser el tipo de cambio libre".
La consecuencia de esto es que, tanto personas como productores, tienden a adquirir y stockearse de bienes dolarizados, autos, electrónica y materiales de construcción, en el caso de los primeros, y maquinarias, fertilizantes y fitosanitarios, en el caso de los segundos. Además, incentiva a una mayor retención y ventas con precios a fijar o sin liquidar, para evitar quedarse con pesos que muy rápidamente serán devaluados. Este fenómeno explica por qué los proveedores de estos insumos disfrutan actualmente de un buen nivel de ventas.
David Miazzo, el Economista Jefe de Fada explicó a Cadena Tres, que "el cepo cambiario, así como te cuida los dólares de las reservas, te frena la otra entrada de divisas" y agregó en el mismo sentido que "el cepo, y la profundización del cepo, son parches temporarios, a una situación que lleva indefectiblemente a un aumento del tipo de cambio. No soluciona los problemas de fondo, que son el exceso de pesos, la falta de confianza y la falta de un programa económico consistente. Sin esto, lo único que sucederá es que los parches serán cada vez más grandes".
En el informe expresan este mismo enfoque y además puntualiza el "temor" en la cadena agrícola de que el cepo cambiario se convierta en cepo importador, cosa que no ha sucedido al momento, pero que es tema recurrentemente planteado por los productores.
Según Fada, el "tema de fondo" es el exceso de pesos que se convierte a su vez en escasez de dólares, y apunta a que la salida es, entonces, "generar una política fiscal y monetaria consistente" que "logre incrementar la provisión de dólares genuinos a la economía, y evitar un atraso cambiario que provoque un efecto negativo en la competitividad cambiaria de la economía".