El gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) es tristemente conocido en el ámbito agrícola por ser una plaga que ataca a diversos cultivos y genera grandes pérdidas económicas. De un tiempo a esta parte, el ascenso de la temperatura global hizo que el animal se extienda a más de 70 países de distintos continentes, poniendo en peligro el alimento de unos 26 millones de personas, según datos que suministró la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) .

La dieta favorita del voraz cogollero se basa principalmente en maíz, pero también fue posible encontrarlo en cultivos de trigo, sorgo, mijo, caña de azúcar, hortalizas y algodón. Esto hace que no solo los alimentos puedan verse perjudicados, sino que también el combustible y la fibra están en riesgo.

Encontrado por primera vez en África, por el año 2016, amplió su influencia en 2018 cuando fue localizado en el sur de la India y en enero de 2019 en China. Mientras Australia y Oceanía monitorean su avance, Europa teme que este sea el año en que la temida plaga desembarque en sus franjas mediterráneas.

Evalúan distintos métodos para exterminar al gusano

Desde 2018 en el continente africano, el sector agrícola viene evaluando como posibles soluciones a la tecnología y la digitalización. Estas herramientas serían de gran ayuda para los agricultores que buscan incansablemente una solución para el manejo del cogollero.

Entre los aliados 2.0 una de estas herramientas que se destaca es la aplicación FAW que, mediante la recopilación de datos y fotos, realiza un análisis con inteligencia artificial para detectar al gusano y orientar el control que realizan los ingenieros agrónomos que inspeccionan los campos. La app, parte integral del programa de gestión sostenible de la FAO para la plaga en África, es de suma utilidad en todas las etapas de la lucha contra este gusano, desde la alerta temprana y el seguimiento, hasta la respuesta y la evaluación de riesgos. Los datos allí recopilados serán valiosos para conocer cómo evoluciona el insecto en el tiempo y el espacio y poder así mejorar las acciones de respuesta frente a su aparición.

Mientras tanto, ante la dificultad de frenar la expansión de la plaga, hay expertos que insisten en explorar otras posibilidades, como el uso de agentes biológicos. En Malawi, por ejemplo, algunos agricultores han probado a echar grasa o restos de pescado sobre las plantas, atrayendo así a unas hormigas que se comen las larvas del cogollero.

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