El Malambo Norteño
El Malambo no es simplemente una danza, es una expresión corporal donde el hombre pasa a ser su propio instrumento musical.
Por Christian Fasani | 24-02-2020 06:31hs
Con fuertes ritmos y compases de bombos, el Malambo es una danza digna de ser contemplada, oída y sentida.
Los bailes tradicionales incluyen en su mayoría una figura que se la conoce como “zapateo” realizado por el hombre y este es correspondido por un elegante “zarandeo” de la mujer. Durante el zapateo, el hombre se expresa en su propio lenguaje, manifestando sus intenciones para animarse a simpatizar y finalmente conquistar a su compañera.
A lo largo de la historia de las danzas siempre fueron ligados el palmoteo y el zapateo. Antes de incorporar instrumentos para el baile, eran las manos y los pies los que marcaban el ritmo. Entre los Incas, por ejemplo, era común el zapateo en la danza de los mineros, entre los Araucanos en la danza del comaruco, entre los Guaraníes, en numerosas danzas y ceremonias.
Es entonces una danza individual, la principal y más difundida en Argentina.
En todas partes el zapateo fue adquiriendo distintas formas y modalidades de cada región, permitiéndose variar notablemente sobre la sincronización de los tiempos rítmicos-musicales.
Las mudanzas de un zapateo se separan una de la otra mediante un repique que contiene un sonido rápido y particular indicando el comienzo de uno nuevo.
El Malambo, es la danza que el hombre realiza en la menor superficie posible, una serie de ciclos de movimientos llamados mudanzas. Es entonces una danza individual, la principal y más difundida en Argentina.
La soledad, el aislamiento y la necesidad de expresarse, fueron razones fundamentales para que el hombre comenzara a zapatear, fue una forma de canalizar de alguna manera la energía física y/o espiritual. Con la dedicación de invertir horas de descanso en practicar, los hombres se fueron convirtiendo en hábiles y prestigiosos zapateadores de malambo.
Los firmes y amplios movimientos son propios de la fuerza de esta danza. Mientras un pie realiza amplios movimientos el otro permanece menos móvil y a veces hasta quieto logrando un juego rítmico y acompasado. Inmediatamente debe cambiarse la función de cada pie. Cada zapateo se realiza con «ida» y «vuelta» haciendo golpes contra el suelo -principalmente con la planta, con la punta del pie y con el talón- el bailarín de malambo es a la vez un músico que utiliza sus piernas en un enérgico zapateo, transformándose en un vivo instrumento musical que despliega ritmo y arte.
Los brazos del zapateador no intervienen en la danza, aunque son muy importantes a la hora de mantener el equilibrio del cuerpo en los zapateos bruscos o demasiado expresivos, pero toda la atención se concentra en los pies.
Con respecto a la vestimenta, en el malambo norteño debido a las características irregulares del terreno se utilizan botas de cuero vacuno con suela en las plantas de los pies a diferencia del malambo sureño que utilizan las botas de potro. Al utilizar botas firmes y con buena suela le permite al bailarín expresar el zapateo con mucha fuerza.
El Malambo no tiene medida de tiempo ni cantidad de mudanzas, depende solo del estado físico y estado anímico del zapateador.