Las vacas son unos de los animales que más recursos le aportan al sistema alimenticio y de vestimenta global. Del ganado vacuno se utilizan la carne, el cuero, la leche, los huesos, en síntesis, el animal completo.

Pero este aprovechamiento tiene sus bemoles. El manejo del estiércol o bosta es uno de los temas más conflictivos, ya que es poco lo que se reutiliza y mucho termina por contaminar napas o aumentando la emisión de gas metano y dióxido de carbono, que contribuyen al calentamiento global.

Para tratar de contrarrestar estos efectos, en California, Estados Unidos, ya están implementando a mayor escala el uso de la bosta de las vacas para convertirla en energía, más precisamente en biogás, y en fertilizantes para el suelo.

Los establecimientos ganaderos de Estados Unidos, en general, vierten sus desechos en lagunas abiertas, es por ello que están instalando digestores anaeróbicos (básicamente una cobertura gigante que utiliza el calor para acelerar la descomposición) que permiten capturar tanto el olor como los gases de efecto invernadero. Estos sistemas recuperan el biogás que luego se utiliza como combustible que, de poder aplicarse en los cerca de 10.000 establecimientos que son aptos para instalar biodigestores, se podría generar electricidad para un par de millones de hogares y reducir emisiones equivalentes a las de casi cuatro millones de automóviles.

Un ejemplo práctico de la utilización de estos digestores es el que explica Ryan Rogers cuya familia cuenta con un tambo y 4.500 acres de cultivo de maíz. El digestor le permite transformar los miles de kilos de bosta y miles de litros de orina de sus 3.500 vacas, en biogás y en fertilizante. Además, luego de extraer el fertilizante, lo que queda lo utiliza para cambiar lo lechos de los animales.

En Argentina, el nuevo Mercado de Hacienda de Cañuelas fue pensado desde un punto de vista sustentable y se puede relacionar con lo desarrollado por los productores norteamericanos.

Según explicaron los responsables del proyecto del Mercado, el techo logra el recupero de toda el agua de lluvia, lo que permite ahorrar el 70 % del millón de metros cúbicos que se utiliza para lavar los camiones que llegan con hacienda y los pisos. Además, el techo evitará que la bosta esté en contacto con el agua y esto permitirá limpiar los corrales en seco. Con esa bosta se proyecta hace compost para utilizar como fertilizante. En Liniers se recolectaban unas 150 toneladas anuales, lo que permitiría fertilizar grandes zonas con escasez de recursos.

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