En búsqueda de eficiencia
Por Gerardo Gallo Candolo | 31-01-2021 11:00hs
Mientras se discute entre la mesa maicera, gobierno y actores de la cadena el precio del maíz para consumo interno, el productor debe planificar como productor y consumidor de su propio maíz. En las actuales circunstancias puede avanzar con implantación de pasturas para abaratar costos, pero dejando de sembrar ese buen lote donde esperaba cosechar más de 12 toneladas por hectárea de maíz para sembrarlo con una buena alfalfa, empiezan a generarse dudas respecto al éxito de sus decisiones.
Decíamos en alguna oportunidad que al avanzar con agricultura en todo el campo y, desplazando la hacienda de invernada a terminarse en corrales, la ganancia del campo estaba en liberar lotes para la agricultura.
Debemos advertir que siempre se dieron esas circunstancias (el costo de la ración de pasto es mucho más barato que el de grano) pero, al generarse estos cambios de precios relativos en forma tan rápida, el productor se asusta por el costo de esos kilos que se ganan en el corral con un maíz relativamente más caro que la carne producida (razón por la cual también se alarman los “feeedloteros” que deben comprar los granos a terceros).
Los números los hará el productor con sus propios parámetros de producción y precios esperados. Lamentablemente hoy solo se pueden manejar mejor los precios futuros de granos pues los futuros de carne están poco desarrollados, pero siempre debemos apuntar a la mayor eficiencia en todas nuestras actividades, lote por lote.
Veamos entonces los tres factores más importantes para invertir en una pradera que nos rinda al máximo.
En primer lugar el momento de siembra ya que la fecha más conveniente para sembrar una pradera a base de alfalfa es la que determina su producción a través de los años. Una siembra temprana (fines de febrero y marzo para la zona central del país) nos permitiría menos pérdidas de plantas en el primer invierno, mejor competencia con las malezas y mayor perdurabilidad de esa pradera. En caso de no tener alfalfa, por ejemplo una siembra de festuca con trébol blanco, permitiría sembrarla un poco más tarde con menos pérdidas productivas. Consulte con su asesor la conveniencia de sumar avena u otra semilla de protector para amortizar la inversión del primer año al darnos valiosas raciones en invierno.
La mezcla debe ser la adecuada a la calidad del lote; si el mismo es capaz de producir más de 12.000 kilos de maíz para ser eficientes no podemos sembrar una pradera que nos rinda menos de 9 o 10.000 kilos de materia verde por hectárea y por año, ni ofrecernos esa producción en menos de cuatro años. La fertilización es imprescindible, sobre todo cuando viene el lote de varios años de agricultura: la producción dependerá de la capacidad del suelo de aportar los nutrientes; algo que se tiene muy claro cuando se siembra un grano pero que se evade cuando sembramos una pradera.
Y por último, aunque es lo primero a decidir: los mejores lotes para una pradera de alfalfa son aquellos que vienen de cosecha fina (excelente barbecho), luego los provenientes de girasol, ya que se puede sembrar en época.
El productor tiende a comparar los márgenes anuales por hectárea y eso es sencillo en el caso de los márgenes agrícolas y en ganadería lo hacemos también por una cuestión metodológica, pero la ganadería es más una película que una foto de un año. Observe y compare los márgenes por kilo y las alternativas de inversión. ¡Ah! Y no deje de tomar en cuenta el riesgo. Cada zona y cada campo tiene un riesgo climático diferente y eso hay que tenerlo en cuenta al tomar nuestras decisiones.