Encuentro por el Día Internacional del Orgullo LGBTI+
Convocado por la Secretaría de Políticas de Género, Mujeres y Diversidad de la Municipalidad de San Pedro, en conjunto con la agrupación San Pedro Diversidad, se concretó este 28 de junio un encuentro para intercambiar experiencias y nuevos desafíos, vinculados a la comunidad LGBTI+, en el marco del Día Internacional del Orgullo.
Por Redacción El Agrario | 29-06-2023 04:38hs
El encuentro, que contó con la participación de integrantes del colectivo de diversidad, sirvió también para reforzar los vínculos con instituciones del Estado, en todos sus niveles, que trabajan en la temática, así como para planificar una agenda conjunta de cara a los próximos meses.
En sus relatos, las y los participantes resaltaron la creación de la Secretaría y los Consultorios Amigables como un avance de políticas públicas reales y destacaron que en San Pedro se ha logrado la articulación de diversos sectores estatales para dar respuestas a las demandas de la comunidad. Asimismo se plantearon que existen aún problemáticas sin atender, principalmente en la implementación de la Ley de Educación Sexual (ESI) en los establecimientos educativos.
La jornada contó con la participación de la Secretaria de Políticas de Género, Mujeres y Diversidad Laura Monfasani; el Secretario de Salud Pablo Pichioni; la Presidenta interina del Concejo Deliberante Rita Leguizamón; el Presidente del bloque Frente de Todos, Juan Cruz González; la concejala Candelaria Cuscuela; la delegada del ministerio de Trabajo Sofía Rotundo; la titular del Centro de Acceso a la Justicia Guadalupe Fraga; la jefa de la Comisaría de la Mujer y la Familia Oficial Principal Mariana Aguila; el director de la Secretaría de Políticas de Género, Mujeres y Diversidad Pablo de Igarzábal; la Dra. Virginia Moriconi, parte del equipo profesional de los Consultorios Amigables; y Lorena Ludueña, en representación de la Oficina de Empleo Municipal.
La actividad se realizó en el sitio en el que se encuentra el homenaje a Juana Luffi, en la Escalera de las Flores, frente al Paseo Público Municipal.
Juana Luffi
Para quienes no viven en San Pedro, y para los más jóvenes, cabe recordar que Juana Luffi fue la protagonista de un hecho que cambiaría para siempre la historia y la política pública respecto a la diversidad sexual, logrando pasar, luego de una larga lucha personal de una operación prohibida a un derecho reconocido por la Ley.
Juana Luffi vivía en San Pedro en 1997. Tras una larga historia de discriminación por su hermafroditismo, en 1997 logró que la Justicia la autorizara a “cambiar de sexo”. La operó un equipo de La Plata que hoy es referente en este tipo de práctica.
“Yo quería que alguien me solucionara: ser hombre o ser mujer… esa era la locura mía, y los doctores le pusieron mucha voluntad”, contó a Juana Luffi San Pedro Informa, 20 años después de aquella operación histórica, desde La Consulta, un pueblo agrícola del oeste de Mendoza ubicado a pocos kilómetros del lugar donde nació. A sus 70 años, postrada por un accidente doméstico y acompañada sólo por una prima, Juana recuerdó la cirugía que en 1997 la tuvo en el foco de las noticias con una mezcla de gratitud y frialdad: gratitud por los amigos y los médicos que la ayudaron a hacerla posible; frialdad por las expectativas que no llegó a cumplir. “¿Si cambió mi vida? No lo sé. Soy una persona grande y ahora me respetan más, eso sí–reconoció-. Pero no cambió. Ser mujer no fue una solución: nunca salí con nadie ni formé pareja, mi vida siguió igual”.
Aunque para ella, como lo expresó con amargura, su situación de vida no cambio, para la sociedad en su conjunto la historia de Juana puso en evidencia una cuestión que hasta ese momento era tabú y logró un cambio sustancial en nuestro país en la mirada sobre esta delicada cuestión gracias a aquel puntapié inicial. Porque lo cierto es que si en 1997 su operación constituyó un acontecimiento de interés nacional no fue sólo porque era la primera de su tipo que se practicaba en Argentina sino porque en aquel momento estaba además prohibida por ley.
Juana, que había nacido con un disformismo genital, fue la primera en lograr que la Justicia argentina le reconociera su derecho a someterse a una operación que entonces se llamaba de “cambio de sexo” y hoy se denomina “adecuación genital”. El hecho de que nunca antes se hubiera otorgado una autorización de ese tipo y que la cirugía fuera a practicarse en un hospital público la convirtió de la noche a la mañana en una noticia de interés nacional. Nadie imaginaba sin embargo que estaba por abrirse la puerta a una demanda social que desde entonces no ha cesado de crecer.
Por eso ayer, en el Día del Orgullo LGBTI+, la Municipalidad de San Pedro le rindió homenaje a Juana Luffi.
El libro de Eduardo Sívori y Página 12
Un año después de su operación, en 1998, el joven Eduardo Sívori publicó el libro "Juan/A. La angustia de vivir en un cuerpo equivocado",en el que cuenta la historia de Juana.
Por ese motivo, el diario Página 12 publicó un extenso reportaje que le hizo a Juana el periodista Cristian Alarcón. Aquí un extracto de esa nota:
"Cuando nació Juan/a, los médicos vieron entre su piernas el obvio indicio masculino. Y así fue que la registraron. Se llamó entonces Juan Carlos Luffi. Cuando tenía doce años ya estaba claro que esa huella no bastaba por sí misma. Pronto los médicos le diagnosticaron “pseudohermafroditismo femenino masculinizante”. Eso significa que sus genitales alcanzaron el desarrollo de un niño de seis años. Desde esa edad desarrolló los pechos de una mujer, y nunca tuvo producción hormonal masculina. Hasta los veinte se vistió como un hombre y trató de proceder así. Luego, los últimos treinta años, ha sido para todos Juana. Hace cuatro años también lo es en el DNI. Y ya pasó un año y medio desde que la operaron para construirle una vagina. Juana ha cambiado. El cambio no cesa. El jueves se presentó un libro sobre su vida. Juan/A. La angustia de vivir en un cuerpo equivocado, de Eduardo Sívori."
"En una larga conversación con este diario Juana cuenta cómo es la vida después de esa transformación física. Su duda irremediable, su añoranza del tiempo en que era payaso de circo, vendedora de baratijas, linyera y por sobre todo ambigua. Juana habla sobre su extrañeza ante este cuerpo del que la dotaron, ante la femineidad que ahora siente que la obligan a asumir, ante lo increíble que le resulta un trabajo estable, un confort inesperado en su rancho. “Si soy mujer, si soy varón, no sé. Estaré loca, pero esto es raro. Yo no me acostumbro”, esboza, ante la incógnita que aún la desvela.
–¿Qué ha cambiado desde que la operaron?
–Y... lo único es que ya no me discriminan como antes. Ya no sufro por la iglesia, por la policía y por la Justicia. Porque antes la gente me encaraba como a un monstruo. Me molestaban, querían que cuente. Ahora el problema es que busco un novio y no lo puedo encontrar –ríe–.
–¿Me puede contar sobre amores, sobre novios?
–No, no. Yo nunca nunca tuve un novio.
–Pero se habrá enamorado.
–Enamorarme sí, claro que jamás dije nada. Me acuerdo que el momento más feliz fue cuando esa persona, cuando yo era una chica, sin saber que la amaba, me dio una cachetada. Para mí ese dolor fue maravilloso. No dije nada porque no me quería considerar un travesti ni un homosexual. Yo quería ser o varón o mujer.
–Usted pasó su vida sin relaciones sexuales o no teniéndolas como el resto. ¿Qué siente después de la transformación genital de su cuerpo?
–Nada. Yo le diría que lo crítico en este momento es la soledad. Siempre fui yo sola en el llorar. Lo que pasa también es que quise adoptar una criatura y me rechazaron porque ya soy de edad y... Como digo yo, que prefieren tenerlos encerrados a los chicos antes que darles amor. Yo pienso que por más que no haya sido madre puedo enseñarles la vida.
–¿Cómo es la vida ahora?
–Ahora me ataca el estado depresivo de otras cosas. Pensé que la vida iba a ser mejor y la vida al final se hace más peligrosa. Antes andar en la calle cirujeando era común. Trabajaba de albañil, tenía otra vida que hacía como hombre fuerte. Ahora como tenés que hacer la vida de mujer, tenés que vivir mejor, no hay sueldo que te alcance. Tenés otro nivel. Ahora la gente está a la expectativa de cómo estás viviendo. El diputado (Germán López, de la UCR) me dio trabajo en el comité. Y cuando estaba internada me arregló todo el rancho. Antes tenía una camita chica, y me acostaba en un agujero. En la de dos plazas al principio me caía. Germán sacó todo lo viejo y puso todo lo nuevo. Fijate cómo sería que a los dos días me di cuenta de que tenía el baño adentro. Yo seguía yendo afuera. Yo lo que digo es por qué me lo tienen que regalar. Me voy a terminar de morir y voy a seguir agradeciendo, pero yo me siento aprisionada porque una persona tuvo que darme eso para cambiar de vida.
–Mirándolo desde ahora ¿usted preferiría haber seguido como una persona ambigua, sin un definición absoluta?
–Puede ser que esté loca, la locura del problema psicológico que no me creo ni yo misma. Porque no me creo esto. Hace un año y pico que ya me hicieron esto. Y en todo ese tiempo no me he visto la operación. No me la he visto... Lo que pasa es que fue todo tan rápido al final que yo para mí dije, “bueno, estoy operada y punto”. Volví al médico y estuve en tratamiento psicológico. Soy una persona que no he visto nada, no miré si es grande, si es chiquito, si está entero, si es torcido. No tengo idea.
–¿Le da miedo?
–Sí... Mirá que me han mirado, me han curado, me han dicho que tengo mejor que una criatura, o sea, que una persona virgen. Pero de ahí a que yo me vea...No. No estoy convencida.
–¿No está convencida de ser mujer?
–Claro. Si me pregunta si soy mujer, yo no sé. Lo que es seguro es que ya no tengo más el bicharraco ese que tenía antes. Nada más. Además la forma de orinar, se me complica. Porque antes era parado, ahora, si no te sentás... No me puedo adaptar todavía. Ese tajito tan chiquito... Me cuesta agacharme porque me cuesta ponerme en la posición de una mujer.
–Pero sueña con un amor.
–No es que no crea que voy a poder. Si me toca tener relaciones con un hombre las voy a tener. Para mí es como si fuera una nube. Han hecho conmigo lo que han podido. Pero si me hice operar fue porque, la verdad, es que me di cuenta de que no había derecho como me discriminaba la sociedad. Yo recorrí desde chiquita 37 hospitales. Una vez me operaron mal en Córdoba. Desperté en la sala de varones. Me dolió más que nada en la vida. Cuatro veces quise matarme, y aquí estoy.
–¿Qué siente ante un libro hecho sobre su vida?
–Las cosas que escribió este chiquilín son ciertas pero me han movido. Ellos dicen que el librito es para el bien de la sociedad, pero a mí ¿quién me devuelve lo que durante 50 años la sociedad me hizo? La ayuda es de algunas personas preocupadas que agradezco. Lo demás es puro sufrimiento. O a lo mejor estoy loca y es nada más que eso."
Lo cierto es que el caso de Juana Luffi abrió las puertas para que miles de personas hayan podido acudir a la ciencia para obtener la adecuación genital que necesitaban y salir de la marginación y los prejuicios de una sociedad que, evidentemente, necesitaba ampliar su comprensión de la compleja realidad humana.
Fuentes: Prensa Municipalidad de San Pedro, San Pedro Informa y Página 12