'Es preciso enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero'
Con un mensaje de fuerte contenido social y político, el sumo pontífice se dirigió a los participantes de la 109º Asamblea de la Organización Internacional del Trabajo, abogando por la construcción de un futuro 'solidario y sostenible en nuestra casa común'.
Por Jorge Pirotta | 18-06-2021 07:16hs
En un discurso grabado en video, de poco menos de media hora de duración, el papa Francisco les transmitió a los representantes de gobiernos, empresarios y sindicalistas sus principales preocupaciones y su visión del momento actual, valoró los esfuerzos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sosteniendo el diálogo tripartito que la caracteriza, y sostuvo la necesidad de incrementar las medidas de protección social, asumiendo la difícil tarea de cambiar el paradigma de la competitividad por el de la solidaridad, para lo cual comprometió la colaboración de la Iglesia Católica.
“Vivimos un momento crucial de la historia social y económica en el que debemos cuidar a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables”, fue su primer concepto. Reconoció que, fruto de la pandemia, muchas empresas se han visto perjudicadas y llevadas al borde de la quiebra; en tanto que la otra cara del mismo problema la constituyó la pérdida del empleo sin precedentes en 2020.
Vivimos un momento crucial de la historia social y económica en el que debemos cuidar a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables
Francisco abogó por "un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas que provengan de una negociación colectiva y que promuevan el bien común". "El trabajo es verdadera y esencialmente humano", dijo, y agregó: "Y de eso se trata, que sea humano".
Sostuvo que la prioridad debe ser atender a quienes se encuentran en los márgenes del mundo del trabajo: los trabajadores poco calificados, los trabajadores migrantes y refugiados, los que realizan tareas de peligro, sucias y degradantes. En contraposición a ese criterio, denunció que "padecemos la filosofía del descarte", y al respecto dijo que "ninguna sociedad puede progresar descartando".
El santo padre señaló que "la falta de medidas de protección social frente al impacto de la COVID-19 ha provocado un aumento de la pobreza, el desempleo, el sub-empleo, el incremento de la informalidad del trabajo, el retraso de la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, que es grave, y el aumento del trabajo infantil, que es mucho más grave todavía; además del tráfico de personas y la inseguridad alimentaria".
El papa llamó la atención de los participantes de la centésimo novena asamblea de la OIT al asegurar que "hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Los postergados quedan sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Pero la actual pandemia nos ha recordado que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren".
Los postergados quedan sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Pero la actual pandemia nos ha recordado que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren
Al respecto, sostuvo que "el peligro de olvidar a los que quedan atrás es ser atacado por un virus mucho peor que el COVID-19, el virus de la indiferencia egoísta". E inmediatamente agregó que "ha llegado el momento de eliminar las desigualdades, de curar la injusticia que está minando la salud de toda la familia humana".
"Es preciso enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero" expresó sin medias tintas el papa y destacó que "la Solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y esto es lo que hacen los movimientos populares".
Francisco recordó al papa Pío XI, quien en 1931, luego de la gran depresión que afectó a todo el mundo, denunció la asimetría entre trabajadores y empresarios como una flagrante injusticia; la cual sigue vigente. Por eso, señaló la necesidad de "iniciar un diálogo por el bien común" en el que nadie debería ser dejado de lado, reuniendo a gobiernos, empresarios y trabajadores, con el objetivo de "construir un futuro solidario y sostenible en nuestra casa común".
También se refirió a la situación de las mujeres, que "en todo el mundo siguen llorando por la libertad, la justicia y la igualdad entre todas las personas humanas". Fue enfático al señalar que "todavía hay mucho que avanzar. No se terminan de erradicar costumbres inaceptables". Destacó "la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar, y distintas formas de esclavitud", además de"la desigualdad en el acceso a puestos de trabajo digno y a los lugares donde se toman las decisiones".
En otro pasaje de su mensaje, el papa defendió el Derecho a la Sindicalización de los trabajadores y señaló que el salario no debe alcanzar solo para la satisfacción de las necesidades inmediatas del trabajador sino para poder tener y planear una vida digna.
A los gobernantes, le pidió que desarrollen "políticas de expansión del empleo" en condiciones de "trabajo decente", y dijo que "si el trabajo es una relación tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin el cuidado", y agregó: "Si un trabajo no cuida a los trabajadores, no cuida al medio ambiente, o pone en peligro a las futuras generaciones, no puede considerarse decente. Tal vez tendríamos que preguntarnos cómo cuida cada empresa a sus trabajadores".
a veces, al hablar de propiedad privada, olvidamos que es un derecho secundario que depende del este derecho primario que es el destino universal de los bienes
Al dirigirse a los empresarios, Francisco dijo que "la actividad empresarial es esencialmente una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, es un don de Dios". Pero les señaló que "siempre, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra, y por lo tanto el derecho de todos a su uso; a veces, al hablar de propiedad privada, olvidamos que es un derecho secundario que depende de este derecho primario que es el destino universal de los bienes".
También les habló especialmente a los sindicalistas. Les pidió que "no se dejen encerrar en una camisa de fuerza" y que se enfoquen en las situaciones concretas de los barrios y de las comunidades en las que actúan, planteando al mismo tiempo cuestiones relacionadas con las políticas económicas.
Dijo que el movimiento sindical enfrenta dos grandes desafíos: la profecía y la innovación.
Explicó que la profecía está relacionada con la propia naturaleza de los sindicatos, su vocación más genuina. Dijo que "los sindicatos son la expresión del perfil profético de la sociedad. Los sindicatos nacen y renacen como los profetas bíblicos, dando voz a los que no la tienen, denunciando a los que venderían al pobre por un par de chancletas, al decir del profeta, denunciando a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables".
Pero advirtió que"cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer y se transforma en un estatus de seudo patronos, distanciados del pueblo".
En cuanto al desafío de la innovación, con su incidencia directa sobre los puestos de trabajo y su calidad, el papa dijo que "los sindicatos deben vigilar los moros de la ciudad del trabajo, como un guardia que vigila y protege a los que están dentro de la ciudad del trabajo, pero que también vigila y protege a los que están fuera de los muros". "Los excluidos lo son para el trabajo y también para la Democracia", resaltó.
Por último, luego de agradecer la oportunidad de participar en el importante encuentro de la OIT, se despidió asegurando que "la pandemia nos ha enseñado que todos estamos en el mismo barco y solo juntos podremos salir de la crisis".
Video: Vatican News / Foto de portada: Captura video de Vatican News.