ANÁLISIS INTERNACIONAL

Estados Unidos: ¿una potencia en declive?

Los cambios en la economía estadounidense han redundado en una reducción de la clase media y una economía menos pujante. A los problemas internos se le suma el ascenso de China.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 17-06-2022 08:24hs

Era la noche del 5 de noviembre de 2008. Barack Obama acaba de ganar las elecciones y se convertía en el primer presidente negro de Estados Unidos. Su victoria inspiraba entusiasmo y esperanza dentro y fuera de la gran potencia. Obama recibía un país envuelto en una de las mayores crisis de la historia reciente, aquella desatada cuando estalló la burbuja inmobiliaria, provocando la quiebra de Lehman Brothers y los rescates multimillonarios al sector financiero, e incluso automotriz.

Aquella noche, Obama pronunció uno de sus grandes discursos, utilizando repetidamente el eslogan de la campaña: “yes, we can” (sí, podemos) y tocó superficialmente uno de los grandes temas del momento: “No puede haber una Wall Street próspera, mientras que Main Street sufre”. De un lado, la economía financiera, del otro la economía real, no financiera (Main Street o calle principal). Sin embargo, las promesas de Obama y toda la esperanza de cambio que generaba su asunción quedaron sepultadas durante su gobierno.

Ocho años después, cuando Obama estaba terminando su segundo mandato, Hillary Clinton, la candidata demócrata (el mismo partido de Obama) volvió a pronunciar una promesa similar en relación al predominio del sector financiero: “No debemos permitir nunca más que Wall Street ponga en riesgo a Main Street”. Claramente, el cambio no había tenido lugar durante las presidencias de Obama, el sector financiero continuaba dominando la política y la economía a expensas de la economía real.

El origen del predominio de la economía financiera se sitúa en la década de los setenta con el fin del patrón oro en 1971. Pero fue en la década del 80, con Ronald Reagan (1981-1989) en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Reino Unido, cuando comenzaron las desregulaciones. En el 82, Estados Unidos introdujo una nueva ley bancaria llamada Garn-St German que habilitaba el gran riesgo. Comenzaba a ser desarmado el sistema de regulación creado luego de la crisis del 30. Según el economista Julio Sevares, las desregulaciones en Estados Unidos iniciaron una carrera global por la desregulación en el afán de conseguir atraer a los capitales o bien evitar la fuga de los mismos.

Además de los cambios en la economía, Reagan realizó una suerte de revolución conservadora, sobre todo en el campo de las ideas y la opinión pública, que luego tendría una suerte de remake con Donald Trump. El Estado aparecía como el gran cuestionado, algo que llegaría en la década de los noventa con más fuerza en nuestras latitudes.

Bill Clinton (1993-2001) continuó con algunas reformas de corte liberal, destacándose la derogación de la Ley Glass-Steagall, que evitaba la fusión de bancos de inversión con bancos comerciales; es decir, los bancos donde la gente guarda sus ahorros y aquellos que negocian acciones y bonos. Ello posibilitó la fusión de Citibank, dando lugar al banco más grande del mundo, el Citigroup. Según Sevares en su libro El poder en la globalización financiera, la financiarización de la economía hizo que los activos financieros llegaran a ser del 442% del PBI en 2007, antes de la crisis económica, cuando en 1900 llegaba al 101%. Esto significa que la economía financiera creció mucho más que las actividades productivas y comerciales, la llamada economía real.

La economía de Estados Unidos también cambió a partir de los tratados de libre comercio, que facilitaron el traslado de parte de la producción industrial a otros países, en busca de mano de obra más barata. China y México. Las industrias automotriz y textil fueron las que más sufrieron el desplazamiento a otros países.  En su libro Historia urgente de Estados Unidos, Jorge Argüello, el actual embajador argentino en aquel país, describe el achicamiento de la clase media en las últimas décadas de la mano de la desindustrialización.

El triunfo de Trump en 2016 tiene mucho que ver con esa historia de desindustrialización. La promesa de “Hacer América grande de nuevo” tenía como eje traer de regreso a las industrias. De allí su sorpresivo desempeño en el Cinturón de Óxido, los viejos estados industriales ubicados en torno a los Grandes Lagos (Wisconsin, Michigan, Indiana, Ohio y Pensilvania) y que fueron claves para hacerse de la mayoría en el Colegio Electoral a pesar de haber obtenido menos votos populares.

Pero lo que logró Trump al respecto durante su gobierno fue poco, y la Guerra Comercial contra China -que se inscribe en el intento de cambiar los términos de intercambio con los asiáticos- fue contraproducente ya que tuvo efectos negativos en la propia industria estadounidense. Fue ilustrativo que Trump perdiera en casi todos los estados del viejo Cinturón Industrial en 2020.

El triunfo de Trump en 2016 tiene mucho que ver con esa historia de desindustrialización. La promesa de “Hacer América grande de nuevo” tenía como eje traer de regreso a las industrias.

El avance de la economía posindustrial tiene el protagonismo del sector financiero y también el de las nuevas tecnologías. Sin embargo, ni Wall Street ni Silicon Valley tienen la posibilidad de generar el mismo impacto en el tejido social. Básicamente, no generan la misma cantidad de trabajo que las industrias ni nutren a la clase media. Según el instituto de investigaciones Pew Research Center un informe titulado La clase media está perdiendo terreno, en 1971 la clase media equivalía al 62% de los hogares estadounidenses, mientras que para 2014 había caído al 43%.

Si todo ello se refiere a los cambios internos de la gran potencia, hay otro factor, a la hora de hablar de su declive, que es de tipo externo . La pérdida de poder económico relativo frente a China es significativa. Esta se ha convertido en la gran fábrica del mundo, representando el 28,4% de la producción manufacturera mundial, mientras que Estados Unidos el 16,6%, se acuerdo a un artículo del economista Javier Lewkowics para Página 12.

No obstante, también en materia económica, Estados Unidos tiene una gran ventaja. La internacionalización del dólary su uso como divisa más extendida para los intercambios comerciales, y como moneda de reserva, le dan a la potencia una ventaja sobre su competidora, China. Ahora mismo, la suba de esta semana de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (el banco central estadounidense), generó impacto en la economía global, bajando acciones en las bolsas y haciendo subir la cotización del dólar en todas las latitudes.

Hay otra esfera donde Estados Unidos tiene una gran ventaja sobre China, el poder militar. Su poder militar es mayor incluso teniendo un ejército numéricamente menor (lo que se explica por la diferencia de población). Además, desde el punto de vista geopolítico, Estados Unidos ha desplegado bases militares y el despliegue de portaviones en el Mar Meridional de China, teniendo así una gran ventaja y mejores posibilidades de una ofensiva. El presupuesto en Defensa de Estados Unidos triplica al de China.

Aún así, es en la relación con China donde se encuentra la principal amenaza para Estados Unidos. La proyección realizada por un centro de estudios británica en 2020, y que tuvo mucha repercusión, la economía de China superaría a la de Estados Unidos en 2028, o antes. El gran interrogante, entonces, es si el país del norte permitirá que esto suceda o si iniciará una política para fortalecer su propia posición y/o para perjudicar a China.

De acuerdo a un artículo de la revista estadounidense Foreign Policy, publicado esta semana, en China distintos actores gubernamentales y académicos están cada vez más convencidos de que Estados Unidos implementará una estrategia de contención y una guerra económica. De acuerdo a la revista, entre las posibles estrategias de los asiáticos para prepararse a ese escenario está la internacionalización del yuan, algo en lo que ya han avanzado. Por ejemplo, los principales proveedores de petróleo y gas aceptan el pago en la moneda china.

En suma, Estados Unidos es una potencia en declive, y ese declive tiene estrecha relación con la transición hacia una economía posindustrial -y sus efectos negativos, que no han sido erradicados a pesar de las promesas- y porotro lado el ascenso de China. Es decir, hay una situación interna, que corresponde a la economía estadounidense en sí misma y su sociedad, y otra externa, que es el crecimiento de China. Sin embargo, Estados Unidos continúa siendo la principal potencia mundial con una diferencia importante a su favor en los planos financiero y militar. Habrá que ver cuál será su estrategia frente a China en este siglo que recién comienza.

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