El conflicto comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea que data desde hace más 17 años, profundizado especialmente en los últimos años, llegó a un punto de flexibilidad y ambos bloques han definido quitar aranceles para la exportación de una serie de productos, entre ellos los cárnicos.

El impuesto había comenzado a regir durante la gestión de Donald Trump, quien fijó una tasa del 25% para el ingreso de un conjunto de productos alimenticios (vino, carne, aceite, etc) al territorio americano. De igual manera, la Comisión Europea comenzó a imponer el mismo régimen impositivo para la importación de productos norteamericanos.

Esta medida que fue considerada hostil, en conjunción con la pandemia, paralizó prácticamente el lazo comercial y el atractivo para ambos mercados mermó hasta ahora, que decidieron levantar la barrera y venderse mutuamente por un período de cinco años productos libre de aranceles.

Estas diferencias entre los bloques resultaron positivas para la Argentina que aprovechó su potencial exportador comercializando carne a Europa a través de la Cuota 481 y a Estados Unidos, luego de reabrir este mercado a fines de 2019, a través de la Cuota Hilton.

Sin embargo, por un período de cinco años las potencias mundiales definieron quitar el 25% para los productos cárnicos, de acuerdo a lo que conciliaron durante la cumbre UE- EE.UU. La decisión fue ampliamente celebrada tanto desde una lectura geopolítica como comercial.

En España, el presidente de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), Mauricio García de Quevedo dijo "Ahora es el momento de fortalecer nuestra posición y recuperar la presencia en un mercado imprescindible para los alimentos y bebidas como es el estadounidense”.

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