"Ud. quiere venirse para la almacén de campo… muy fácil…del pueblo agarre el camino real, dos leguas hacia el sur y doble la izquierda (justo donde hay un cargador de hacienda) y después haga casi una legua más y ahí estamos, no se va a equivocar es donde ve el eucaliptus".

El eucaliptus es único, tiene unos tres metros de ancho y de alto, que se yo, en una ciudad llegaría al piso diez, o más. Algunos dicen que lo planto un español, puede ser, porque los entendidos dicen que tiene más de 200 años, otros que lo plantó Rosas, que tuvo algún campo por estos pagos y era un gran plantador de árboles, frutales y de protección.

Uds. saben que a la llegada del español la Pampa bonaerense no tenía árboles. Sobre el Paraná algunos talas, ceibos y cerca del mar también se veía algún que otro montecito, pero adentrándose en la provincia, apenas algún ombú perdido. Pero la madera del ombú es tan liviana que parece cartón, ni para leña sirve.

En aquellas épocas era difícil conseguir leña, ¿sería por eso que los gauchos preferían comer el churrasco casi crudo? Seguramente.

La cosa es que los árboles los plantaron los inmigrantes, los criollos difícilmente tenían algún árbol cerca de su rancho. En el libro “Allá Lejos y Hace Tiempo” de Hudson, que recuerda su niñez de los años 1840 y pico en el campo argentino, nos decía que donde veía arboles a lo lejos seguro que era la casa de algún extranjero.

Los eucaliptus no son originarios de aquí sino de Australia, pero Ud. sabe que cuando se estudian esas piedras fosilizadas de la Patagonia se encuentran restos de eucaliptus y eso probaría que nuestro Sur y Australia hace millones de años estuvieron unidos - menos mal que al separarse- de aquel lado quedó el eucaliptus y de aquí los buenos caballos, el buen asado y el buen vino, pero de estas maravillas le cuento otro día. Hasta la próxima.

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