El girasol es un cultivo que en épocas de lluvias escasas se destaca porque su rendimiento es menos afectado que otros cultivos de verano. Por sus características ¿es una opción a tener en cuenta este año?

Las lluvias de estos días trajeron algún alivio a muchas zonas del país, pero no a todas. En muchas regiones no se vio una gota y en otras los milímetros caídos no fueron suficientes para el trigo sembrado. El posible escenario de una “año niña”, sinónimo de menos agua, despiertan interés por la siembra de la oleaginosa.

Respecto a otros cultivos de gruesa es una mejor alternativa financiera por cosecharse antes que sus “competidores”. Además, es el mejor antecesor de praderas con alfalfa respecto a la soja y al maíz, por liberar antes el suelo, dejando un rastrojo poco voluminoso que no ofrece problemas mecánicos para la siembra. La mejor pradera con alfalfa es la sembrada en marzo; a medida que nos atrasamos la pradera lograda tiene mayores posibilidades de perderse antes y que las heladas del invierno resulten más agresivas para las plantitas de alfalfa. Y eso se logra con un antecesor de fina o con lotes que vengan de girasol.

La siembra debe ser muy cuidadosa en cuanto a lograr las plantas en número y uniformidad adecuadas. Es un cultivo que no compensa bien si se alcanzan menos plantas que las recomendadas, ni tampoco si se logran en forma desuniforme. Por eso es recomendable prestar mucha atención a la plantación: placas, velocidad de sembrado y calidad de la semilla, para conseguir una excelente siembra.

El desarrollo de la genética de girasol, sobretodo desde que se descubrió la técnica de hibridación, es muy importante. Rindes, porcentaje y calidad del aceite obtenido siguen mejorando gracias al trabajo de decenas de centros de investigación en el mundo, donde los argentinos nos destacamos. Pero, no ha sido lo mismo con el desarrollo de herbicidas específicos para este cultivo, ya que desarrollar una nueva molécula es muy costoso y son pocas hectáreas a nivel mundial para justificar semejante inversión. Mas los argentinos somos ingeniosos y hemos aprendido a probar y conseguir excelentes resultados en el control de malezas con herbicidas desarrollados para otros cultivos.

No debemos dejar de destacar la importancia de la rotación de cultivos para el suelo, ya que el girasol no tiene semillas resistentes al glifosato como la soja y el maíz, la rotación con girasol detiene, o al menos retrasa, la resistencia de malezas a este herbicida total.

Desde el punto de vista comercial e industrial, el girasol también presenta sus particularidades. Se procesa prácticamente un 90% transformado en aceite y subproductos, lo que permite sumar valor agregado en el país. Destaquemos que las industrias están geográficamente muy distribuidas. No obstante, como contrapartida, Argentina fue, durante décadas, el mayor exportador de aceite de girasol. Aunque, la irrupción de Rusia, Ucrania y de Turquía sumado a su cercanía con el consumo, al proteccionismo europeo y a las políticas impositivas en nuestro país, es un combo que juega una mala pasada para el comercio exterior.

Con los ojos puestos en el mercado mundial y en el clima; analizando los márgenes relativos y las bondades del cultivo para nuestro campo, es momento de sumar seguramente al girasol como alternativa posible.

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