GLIFOSATO - TERCERA PARTE

Glifosato, historia de una controversia

La empresa creadora del herbicida plantea la inocuidad del glifosato para la salud humana, el componente químico del producto Roundup, pero los detractores denuncian sus efectos cancerígenos y piden su prohibición.

Por Redacción El Agrario | 04-02-2020 12:34hs

Desde Monsanto, perteneciente a Bayer desde 2018, explican que “el glifosato inhibe una enzima que es esencial para el crecimiento de las plantas, pero que no se encuentra en los seres humanos ni en los animales”. Por lo tanto, según la empresa, no constituye un riesgo para la salud humana.

Sin embargo, en marzo de 2015 la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó como categoría 2° al glifosato, es decir, como probablemente cancerígeno para los seres humanos.

Esta calificación generó gran incertidumbre en torno a la inocuidad, planteada por la empresa, del componente activo del herbicida más comercializado del planeta en las últimas décadas, lo que dio lugar a que la Comisión Europea diera a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) la tarea de investigar y analizar toda la documentación disponible sobre el glifosato.

La EFSA llevó a cabo dicha tarea realizada con el fin de obtener sus propias conclusiones, pero las mismas resultaron ser sospechosamente más complacientes con el producto. Al menos así lo plantearon quienes se oponen a su uso, sosteniendo que las grandes presiones comerciales hicieron sentir su peso en los organismos de control: la EFSA concluyó que "es improbable que el glifosato plantee un peligro carcinogénico para el ser humano y que las pruebas disponibles no justificaban la clasificación del glifosato con arreglo al Reglamento de clasificación, etiquetado y envasado de sustancias químicas (Reglamento CLP)2 en relación con su potencial carcinógeno".

Por otro lado, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) clasificó el potencial cancerígeno del glifosato en la Categoría E, la más baja de su escala, declarando "La evidencia de la falta de carcinogenicidad para los seres humanos".

En Argentina, el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), al igual que la EPA y otras agencias a nivel mundial, revisa amplios datos toxicológicos y ambientales antes de registrar un ingrediente activo, y clasificó al glifosato como "prácticamente no tóxico".

lejos de encontrar un consenso sobre los efectos nocivos o inocuos del mismo, las controvertidas posturas y el conflicto continúa y va en aumento

Pero, en la vereda de enfrente, los movimientos sociales, las ONGs comprometidas con el medio ambiente, partidos políticos y las crecientes denuncias que cayeron sobre Monsanto y que ahora arrastra Bayer,  cuestionan estos informes, muchas veces realizados por especialistas pagos por la propia empresa, en clara evidencia de al menos cierta parcialidad en los mismos.

Sin embargo, la licencia del glifosato para su uso en Europa fue renovada en 2017, sobre lo cual el diputado español Juan López de Uralde, ex miembro del partido verde de España EQUO y ex director de Greenpeace España, acusó que el texto sobre dicha extensión de la licencia tiene capítulos enteros copiados textualmente del dossier de homologación del glifosato enviado por Monsanto a las autoridades europeas, es decir, que no existió una real revisión científica.

Por esta razón, el Parlamento Europeo encargó una revisión sistemática de todos los estudios disponibles sobre el riesgo carcinógeno del glifosato, como una manera de “reforzar la credibilidad del sistema de aprobación de pesticidas en la UE”.

En marzo de 2019, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que la EFSA debe publicar todos los estudios relacionados con los riesgos cancerígenos del glifosato, enfatizando en que "existe un interés público prioritario, relativo a la transparencia, que debe estar por encima de los intereses de Monsanto, Cheminova y otras empresas, acerca de los estudios sobre riesgos cancerígenos utilizados para la autorización del glifosato, los cuales no podían hacerse públicos a fin de proteger sus intereses comerciales.”

Por otro lado, la ola de demandas en los Estados Unidos sobre Bayer, que asocian el uso del herbicida con casos de enfermedades de cáncer, dejan ver que lejos de encontrar un consenso sobre los efectos nocivos o inocuos del mismo, las controvertidas posturas y el conflicto continúa y va en aumento.

las demandas contra Bayer crecieron luego de que la empresa perdiera tres juicios en primera instancia

Al respecto, el mediador designado por el tribunal estadounidense, Ken Feinberg, afirmó que se calculan más de 75.000 demandantes, sin embargo, la empresa sostiene que no llegan a los 50.000. De ellos, algunos son juicios que arrancaron esta semana en tribunales de Missouri y California, y otros están paralizados a la espera del fin de negociaciones que implicaría, según informó la agencia Bloomberg, pagos que podrían rondar los 10.000 millones de dólares.

Las demandas contra Bayer crecieron luego de que la empresa perdiera tres juicios en primera instancia, que implicaron indemnizaciones por 2.500 millones de dólares.

Entre estas idas y vueltas, solo podemos concluir que si bien el glifosato trae grandes beneficios para la agricultura, las objeciones y casos concretos de enfermedades relacionadas a su uso, provocan, al menos, la necesidad de dudar sobre su inocuidad.

Por otro lado, claramente tanta controversia terminará por agotar la “imagen” del producto y esto inexorablemente conducirá o a un nuevo producto, sin un historial controvertido pesando sobre sí, o a nuevas formas de proteger a los cultivos, quizás alternando mecanismos de barbecho, quizás utilizando distintas técnicas con químicos sintéticos o con otros naturales, como proponen algunas corrientes ambientalistas que bregan por una “agricultura sustentable”.

 

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