Cuenta la leyenda que el apóstol San Juan Bautista nació el 24 de junio, cubierto por mágicas energías provenientes del día 21 del mismo mes. Es por esto, que cada 23 de junio se celebra la noche de San Juan. Es una fiesta pagana que ha logrado que en el saber popular abunden todo tipo de remedios para atraer el amor y la suerte.

Este año los rituales y juegos serán realizados en casa, ya que no habrá festejos (bailes, juegos y la tradicional caminata sobre las cenizas), debido a la pandemia de COVID-19. Por lo tanto no se realizaran las fiestas tradicionales.

En realidad, la noche de San Juan es la cristianización de la fiesta de celebración del solsticio de verano en el hemisferio norte, es decir, cuando, tras el día más largo del año el sol empieza a decaer y los días comienzan a acortarse.

Como muchas otras tradiciones, el cristianismo asimiló la tradición de origen pagano y la costumbre de prender las hogueras, las cuales quedaron unidas al festejo del nacimiento de Juan el Bautista. En las efemérides, el acontecimiento se registra en el día 24, pero en algunas localidades españolas se celebra entre el 23 y el 24 de junio y en otras, en la noche del 24 al 25.

Así como el nombre de San Juan, la tradición de las hogueras se mantuvo intacta hasta nuestros días. Cada año la fiesta se vuelve a popularizar y las noches de las hogueras se asocian al inicio del verano y al regreso de los ciudadanos a las calles con el buen tiempo.

La noche del cambio se identifica y se celebra muy ligada al fuego. Pero en los pueblos de tradición celta (Asturias, Galicia), la celebración también se vincula al agua.

Las costumbres varían, en Cataluña y la Comunidad Valenciana cobra protagonismo la pirotecnia, en Extremadura hay escenificaciones como el ajedrez de Zafra, mientras en Menorca hay un espectáculo ecuestre. Es en la provincia de Alicante donde la noche cobra su máximo esplendor con la quema de miles de monumentos erigidos especialmente para la ocasión.

En muchos lugares de España, sobre todo en el sur, en las hogueras se hace arder un muñeco de trapo u otro material.

Pero más allá de los festejos, para los bomberos locales es una noche de guardia y una mañana terrible para los servicios de limpieza de todas las ciudades.

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