La agricultura antes del glifosato
El glifosato es un producto químico desarrollado sintéticamente que se utiliza en la agricultura para eliminar la presencia de otras plantas diferentes al cultivo de interés, con el fin de reducir la competencia por los nutrientes del suelo y afianzar el crecimiento del mismo. Su descubrimiento no es casual, la historia de la humanidad y el desarrollo de la agricultura marcaron el camino.
Por Redacción El Agrario | 26-12-2019 07:30hs
La agricultura revolucionó la humanidad. Esta actividad que hoy nos parece tan obvia y natural tuvo su origen hace unos 20 mil años, cuando las comunidades humanas que vivían de la caza, la pesca y la recolección de alimentos (granos, semillas, vegetales, frutas, etc) descubrieron el beneficio de controlar el ciclo de vida tanto de los animales como de las plantas.
Al principio, la agricultura consistió en el cuidado de las plantas silvestres que se usaban como alimentos o con fines medicinales, textiles y, también en menor medida, maderas. Regándolas si escaseaba la lluvia, evitando la inundación de la zona, impidiendo que los animales se las coman y cortando otras plantas a su alrededor que pudieran competir con ellas. En una etapa posterior, al analizar los procesos de reproducción, lograron sembrar y cultivar las semillas de estas plantas. Lo mismo sucedió con los animales, primero fueron acorralados a través de cercos, para mantenerlos más cerca, luego se fue llevando a cabo su domesticación.
De esta manera la agricultura, entre los años 12500 a.C. y 3000 a.C. se fue desarrollando en los diferentes puntos del planeta de forma independiente.Sin contacto entre sí y casi al mismo tiempo, las poblaciones agrarias, ahora sedentarias, fueron cambiando su forma de alimentarse y de vivir, y modificando los ecosistemas. Las civilizaciones se asentaron y se desarrollaron los distintos pueblos.
El comienzo de la agricultura formó parte del desarrollo evolutivo del hombre como una consecuencia del mismo y también como efecto, pues no solo aseguró la supervivencia de la especie humana, sino que la impulsó. El crecimiento de esta actividad favoreció el desarrollo de otras actividades como la ciencia y la tecnología. Hacia 1000 a.C. la introducción de elementos de metal a la actividad agrícola amplió y benefició su manejo. La población fue en aumento y se necesitaron más alimentos, así la rueda siguió girando e impulsando los avances en materia agropecuaria.
La lucha contra las malezas no deseadas se remonta al origen mismo de la agricultura. Ya las civilizaciones antiguas empleaban sales y aceites, azufre, flores de piretro, entre otros, todas sustancias naturales, con el objetivo de reducir los daños y combatir las plantas que puedan perjudicar el cultivo.
Ciencia y la técnica al servicio de la humanidad aportaron nuevos métodos para combatir las plantas no deseadas
Pero con los avances y la necesidad de cubrir mayor superficies de siembra y alimentar una población en aumento, las técnicas se volvieron más selectivas, como la aplicación de sulfatos y nitratos de cobre y plata. Hacia la Revolución Industrial comenzaron las primeras grandes fumigaciones con sustancias derivadas del petróleo, diferentes compuestos como sulfatos mezclados con cal, acetoarsenito de cobre (descubierto en 1808), ácidos carbónico y fénico, el bromuro de metilo y el disulfuro de carbono, entre otros.
La ciencia y la técnica al servicio de la humanidad aportaron nuevos métodos para combatir las plantas no deseadas y también los insectos y otros microorganismos que pudieran dañar al cultivo, pero cada vez esos métodos se alejaron más de lo "natural" y con ellos crecieron las controversias acerca de su inocuidad al ser humano y al ecosistema.
Fue hacia mediados de la década de 1920, cuando comenzó la etapa de los productos sintéticos que dominan el mercado hoy en día, sentando las bases para la creación del herbicida de la compañía multinacional Monsanto, el controversial GLIFOSATO.
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