No hay mayor fortaleza en un pueblo, en una nación, que la educación de sus miembros. No hay mayor debilidad y peligro para la vida de la sociedad que un pueblo desinformado, anestesiado y embrutecido por el bombardeo mediático antinacional, como si fuéramos "un país de mierda" y todo lo extranjero fuera mejor.

A quienes ponen en tela de juicio la educación pública, como el señor Milei, hay que recordarles que la Argentina tiene el orgullo de contar con 5 premios Nobel, todos ellos formados en las universidades públicas nacionales.

Gracias a la educación pública y a la gratuidad de la enseñanza universitaria, cientos de miles de hijos e hijas de familias trabajadoras pudieron formarse como profesionales y ascender socialmente.

La Argentina es un país maravilloso, y lo mejor que tenemos es nuestro pueblo, su voluntad expresada en las urnas es sagrada. Sin duda gran parte de la ciudadanía expresó su bronca, su insatisfacción, porque no se resuelven los problemas que nos acusian y la forma de manifestarse fue votando al señor que insulta a los que no piensan como él, el señor Milei.

Pero no hay que confundirse: el resultado electoral es un fuerte llamado de atención a la dirigencia política, de eso no caben dudas. Hay bronca, hay reclamos de cambio que necesitan respuesta.

Sin embargo, no hay que confundir la bronca y el reclamo, como cuando en 2001 se cantaba "que se vayan todos", con estar de acuerdo en tener una sociedad sin educación pública, sin hospitales públicos, sin obras sociales, con universidades aranceladas, sin investigadores y científicos, sin aguinaldo, sin vacaciones pagas, sin jubilaciones, con todo el mundo portando armas y con un mercado legal de venta de órganos.

Puede ser que algunas personas deseen vivir en un país así. Pero la inmensa mayoría de la ciudadanía argentina no se banca esa sociedad brutal a la que nos quieren llevar los poderosos que promueven estas figuras mediáticas que no hacen otra cosa que defender los intereses de sus mandantes.

Iniciamos esta semana un tiempo de reflexión previo a las elecciones generales. Pensemos muy bien lo que vamos a hacer. Todos, los políticos, los dirigente sociales y todos los ciudadanos y ciudadanas. El destino de la patria está en nuestras manos. Hay muchas personas, las más jóvenes de la sociedad, que no vivieron muchas cosas que los mayores de 40 o 50 hemos vivido. Es nuestra responsabilidad recuperar la memoria de los peores momentos de nuestra historia reciente para no cometer el error de abrir las puertas a la debacle social.

Un amigo personal, muy peronista, que ya no está con nosotros me dijo una vez: "cuando no sé muy bien qué hacer ante un problema trato de pensar qué haría Perón si estuviera en mi lugar".

Yo te propongo que en estos momentos de reflexión, en un día como hoy en el que recordamos a nuestro "Gran Capitán", pensemos "¿qué haría San Martín si estuviera en mi lugar?"