Cada 7 de agosto, el barrio de Liniers se tornaba en una clásica pintura, en cuya tela se plasmaba muchísima gente de todo el país, haciendo cola (algunos con sus carpas instaladas semanas antes) para poder venerar al “Padre de la Providencia” del pueblo católico. Esa pintura amalgamaba los puestos de venta de comida, estampitas, espigas, velas y agua bendita. Junto a mujeres tejiendo, niños jugando y hombres vigilando que el orden de llegada se cumpla a rajatablas, para que todos tengan su lugar: “Venimos a saludar al Santo, nomás” decían algunos, otros a agradecer y la mayoría a pedir un trabajo: “San Cayetano, nos cumple". La devoción es grande en Argentina.

La pandemia por coronavirus nos ha despojado de muchas cosas, nos hemos tenido que reinventar, pero la Fe sigue siendo la misma. Este año, las puertas de la principal parroquia para esta festividad estarán cerradas. La situación en las provincias es dispar de acuerdo a la fase de aislamiento o distanciamiento en la que se encuentre.

Hoy toda la zona de proximidad a la parroquia de Liniers está vallada ante la necesidad de evitar, en medio de las medidas por la pandemia, aglomeraciones que podrían traer como consecuencia contagios, más aún con la prohibición de todo tipo de reuniones sociales, que se cree son la causa del aumento en la cantidad de infectados por coronavirus.

A las 11.00, el Cardenal Mario Aurelio Poli ,Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina presidirá la misa principal, que también será virtual y televisada.

La celebración final será a las 19.00, y estará a cargo párroco del San Cayetano, Presbítero Alejandro Vignale. En este caso, estará acompañado por los demás sacerdotes que forman parte del Santuario. "San Cayetano no tiene ningún problema y está gustoso de ir a la casa de todo el mundo, del más alejado, el que tiene problemas, el que puede ayudar a otros, a todos. Para Dios son todos hijos, y los santos atienden a todos", aseguró Vignale en declaraciones radiales.