La economía, la mejor carta de Trump en busca de la reelección
A pesar de la crisis producto de la pandemia, la aprobación de la gestión económica de Trump alcanza al 48%. Proteccionismo y discurso antiestablishment, las raíces de un enfoque que aún tiene adhesiones.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 05-09-2020 01:35hs
Incluso con la crisis producto de la pandemia, la aprobación de Donald Trump en materia económica es superior a la de sus antecesores, Barack Obama y George W. Bush, al momento de ir por la reelección. Según la consultora Gallup, actualmente un 48% aprueba el manejo de la economía por parte de Trump, y en enero, antes de la pandemia, esa cifra llegó al 63%. Es en ese tema donde el actual presidente estadounidense obtiene sus mejores resultados en sondeos de opinión pública de distintas consultoras, superando a inmigración, seguridad, y política exterior, y esto ha sido así durante casi todo su mandato. Por ello, la economía es la mejor carta de Trump para buscar la reelección.
En diciembre de 2019 la Reserva Federal informó que el desempleo se había reducido al 3,5%, el mínimo en 50 años, y si bien el crecimiento del PBI había sido menor al de 2018 (2,3%, contra 2,9% de 2018 y 2,4% de 2017), continuaba extendiéndose el período de crecimiento continuo más largo de la historia de Estados Unidos. No obstante la tendencia de crecimiento y reducción del desempleo se inició con Obama, al momento de las elecciones en 2016, cuando Trump fue electo, la economía figuraba como la principal preocupación para los estadounidenses. Durante la presidencia de Trump, la preocupación por la economía pasó a estar por detrás de los otros asuntos, según el trabajo de opinión pública de Reuters/Ipsos, lo que puede ser interpretado como una mayor satisfacción con el rumbo económico.
Entre las medidas económicas de la era Trump se destaca la Guerra Comercial con China. La imposición de altos aranceles al acero chino se enmarca en el proyecto de Trump sintetizado en su eslogan “Make America Great Again” (hagamos a América grande otra vez). La región del llamado Cinturón de Óxido fue clave en el triunfo de Trump en 2016, arrebatándole a los demócratas el dominio de esos estados. Esa región situada en torno a los Grandes Lagos y que incluye a los estados de Wisconsin, Michigan, Indiana, Ohio y Pensilvania (donde Trump ganó en 2016) y New York e Illinois (donde perdió), fue el corazón industrial estadounidense hasta los 80’s, conocida entonces como Cinturón Industrial o de Acero. Si bien no está claro que la Guerra Comercial haya tenido un impacto realmente positivo (entre otras cosas, en términos generales ralentizó la economía), domésticamente apuntó en esa dirección.
En la visión de David Axelrod, asesor de estrategia de Barack Obama, en una entrevista al canal Frontline, hay cierta similaridad entre Obama y Trump, ya que ambos fueron elegidos como “candidatos del cambio”, con los votos de la gente que se encontraba “alienada de Washington”, en el sentido de distanciada, a causa de lo que consideraban un “juego amañado en contra de ellos”. En otras palabras, ambos tenían en común ser representantes de aquellos que se sienten excluidos por las decisiones tomadas por el establishment político. En el caso de Trump, la crisis del trabajo industrial y las críticas a Wall Street fueron los rasgos centrales en el plano económico para la campaña de 2016. A ello se le suma el conservadurismo que incorpora asuntos como la inmigración y la defensa de la familia tradicional y la oposición a reivindicaciones igualitarias. En síntesis, el triunfo de Trump en 2016 representó la defensa del hombre blanco amenazado tanto económica como identitariamente.
Un artículo de la revistaWashington Examiner, titulado“El condado de Ohio que muestra el cambio sísmico de los votantes de clase trabajadora hacia el Partido Republicano” , muestra el poder del enfoque económico proteccionista de Trump, que sedució a tradicionales votantes demócratas en Mahoning County, Ohio. Ese enfoque puede haber perdido algo de fuerza con los cuatro años de Trump y pocos resultados concretos. Sin embargo, aún tiene pregnancia y, sobre todo, habida cuenta de que con Biden como vicepresidente de Obama tuvieron lugar los acuerdos comerciales con China y México que son apuntados como parte del problema de la desindustrialización.
Otro artículo delNew York Times, firmado por Jim Tankersley, sostiene que la aprobación de la gestión económica de Trump a pesar de la crisis por la pandemia, se relaciona en primer lugar con que dicho desempeño era bueno con anterioridad a la pandemia y ésta, en definitiva, es un factor externo, ajeno a la política, por lo que no habría, en visión de los electores, tanta responsabilidad de Trump. Además, la crisis por desatasa por el coronavirus ha tenido menos impacto en sectores agrícolas, partidarios de Trump, y al mismo tiempo la propia polarización política hace que el mandatario no descienda demasiado en su aprobación en general y en la aprobación de su gestión económica en particular.
Como hipótesis, puede pensarse que la economía tiene más potencial para ampliar la base de apoyo de Trump y lograr la reelección, que los temas del eje conservador/identitario. Incluso los valores expresados por Trump con el reciente “ley y orden”, puesto en boga ante las protestas y disturbios en torno al Black Lives Matter y el asesinato de negros por parte de la policía, adquiere total significado cuando se lo aplica a la economía. La acusación, vista durante la Convención Nacional Republicana de la semana pasada, de que la economía sería un desastre “socialista” con Biden, apunta en esa dirección.
En base a su buen desempeño económico, a inicios de año la reelección de Trump era lo más probable. Sin embargo, la pandemia y el mal liderazgo del presidente al respecto le ha dado a Joe Biden altas posibilidades de ganar en noviembre. Por ello, de aquí en adelante la dinámica del virus y, estrechamente vinculado a ello, de la economía en general, será clave para definir las elecciones. Si la pandemia y los dramas directamente relacionados a ella tienden a disiparse hacia las elecciones del 3 de noviembre, la puja entre los candidatos por representar la mejor alternativa económica para la reconstrucción postpandemia será cada vez más central. Las raíces del Make America Great Again, esto es, el descontento con el establishment político, Wall Street y los medios de comunicación, siguen siendo el eje sobre el que Trump puede marcar una diferencia en su favor, sobre todo ante un candidato de larga trayectoria política, y por lo tanto asociado al establishment, como Joe Biden.
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