La ganadería es una película, no una foto
Siempre se habla que desde que se acercan los toros a las vacas hasta poner un bife en la mesa tenemos que pensar en un plazo mínimo de tres años. Podemos decir que, mientras la agricultura es una foto, la ganadería es una película de varios años.
Por Gerardo Gallo Candolo | 25-09-2021 09:04hs
Cuando hablamos de márgenes y rentabilidades agrícolas usualmente hablamos de márgenes brutos (en pesos por hectárea), y rentabilidades en porcentaje (en pesos por pesos invertidos). Comparamos los números obtenidos entre distintos cultivos o/y entre años de una misma empresa. Son herramientas útiles para analizar lo pasado y tomar decisiones para el futuro comparando números que se obtienen en una campaña, pero cuando queremos extenderlos a la ganadería resulta muy complejo por varias características propias de la actividad.
Excluyendo el negocio de los feedlot, que es un negocio muy delimitado, la ganadería se desarrolla usualmente sobre campos de menor calidad que los asignados a la agricultura; las inversiones en capital son mucho más importantes, tanto en cabezas como infraestructura para desarrollarla y, sobre todo por el tiempo de inversión.
Siempre se habla que desde que se acercan los toros a las vacas hasta poner un bife en la mesa tenemos que pensar en un plazo mínimo de tres años; pero esa espera es mucho más extendida si necesitamos hacer previamente alambrados, aguadas, molinos, corrales y pasturas; todas son inversiones que se amortizan en años, incluso los vientres y los toros; es decir que contablemente no se pueden descontar en el año del egreso. Podemos decir que, mientras la agricultura es una foto la ganadería es una película de varios años.
Cuando comparamos los números ganaderos contra los agrícolas, en cualquiera de sus formas, siempre son menores, incluso en aquellos campos que suman excelentes lotes a los vacunos (usualmente para pasturas de alfalfa). Entonces la pregunta del millón sería ¿por qué el productor invierte en una actividad que le reporta menos que otras?
En décadas de profesión esta pregunta la hice a varias decenas de productores. Sin la intención de reemplazar encuestadores profesionales que buscan consultas con rigor estadístico a esta inquietud la respuesta corta sería el orgullo que tiene cada ganadero en serlo, y es una de las razones principales del reconocimiento a nuestra carne en el mundo y del consumidor argentino: son muy pocos los países que desarrollan su ganado vacuno mayormente sobre pasturas y campo naturales que necesita de tecnologías de procesos muy específicas.
La excelente genética de nuestros rodeos y la seguridad sanitaria que ofrece Argentina son fundamentales, pero ambos atributos necesitan de personas, empresarios y trabajadores, que confluyan en el campo para llegar con ese producto a los mercados.
Como toda inversión necesita de políticas públicas de largo plazo con objetivos muy concretos. Las fortalezas de la ganadería son varias, además del valor de nuestras exportaciones hasta el trabajo que ofrece desde los frigoríficos hasta las carnicerías muchas otras ventajas brinda “tranqueras adentro”; desde la ocupación territorial en todos los rincones posibles de nuestras provincias, la mano de obra que ocupa radicada en el mismo establecimiento mayor a la agricultura, y los servicios ambientales que entrega.
Entre las amenazas figura la creciente falta de empleados capacitados, sobre todo en la zona pampeana, donde los trabajadores migran a la agricultura que invariablemente les resulta más rentable.
La ganadería argentina ofrece más fortalezas y oportunidades que amenazas, pero para que fructifiquen en un mejor escenario hay que establecer políticas públicas, aquellas que trascienden al tiempo y a las personas.
Te sugerimos leer: Schiaretti pidió levantar las restricciones a las exportaciones de la carne vacuna