ANÁLISIS INTERNACIONAL

La geopolítica por detrás de la suba de la soja

¿Cuál es el motivo de la actual fuerte demanda china que ha impulsado la suba del precio de la soja? Sobretodo, cuando el país viene de perder más de un millón de cerdos como consecuencia de la peste porcina africana.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 11-10-2020 12:04hs

Una de las principales noticias de las últimas semanas ha sido el incremento constante del precio de la soja, alcanzando los niveles de abril de 2018, cuando se desplomó como consecuencia de las tarifas impuestas por China en el marco de la Guerra Comercial con Estados Unidos. Si bien en parte la suba está relacionada a cuestiones climáticas y el comportamiento de los fondos de inversión, el motivo principal son las enormes compras que está realizando China. Pero ¿cuál es el motivo de la actual fuerte demanda del gigante asiático? Sobretodo, cuando el país viene de perder más de un millón de cerdos como consecuencia de la peste porcina africana.

El principal motivo, y que debería ser suficiente por sí solo, es el acuerdo comercial denominado Fase Uno, por el cual en enero de este año Estados Unidos y China comenzaron a desescalar la Guerra Comercial iniciada en 2018. Allí, entre otros puntos que comprenden manufacturas, servicios, energía y tecnología, los asiáticos se comprometieron a comprar productos agrícolas por 36.600 millones de dólares en 2020 y un monto igual en 2021, significando un aumento anual de 11.000 millones respecto a las compras agrícolas de 2017. Por lo tanto, siendo la soja el principal producto agrícola involucrado en el comercio entre China y Estados Unidos, las enormes compras chinas, como consecuencia del Fase Uno, redundan en la suba del valor de la oleaginosa.

Sin embargo, surgen algunos interrogantes. En primer lugar, las compras de China a Estados Unidos en lo que va del año apenas se aproximan al 50% del compromiso para todo 2020 y es altamente improbable que se alcance el 100% de lo establecido en el Fase Uno. Es cierto que las metas del acuerdo fueron notoriamente exageradas desde el comienzo, resultando poco creíble que se pudiera alcanzar el monto total. No obstante, a fines de agosto tanto China como Estados Unidos informaron estar satisfechos con el progreso del acuerdo comercial, luego de una reunión de evaluación entre representantes de ambos países, de la que no hubo mayores detalles.

El relativo progreso de la desescalada de la Guerra Comercial se contrapone al deterioro de la relación bilateral desde el inicio de la pandemia, casi inmediatamente después de la entrada en vigor del acuerdo. Desde las fuertes acusaciones de Trump responsabilizando a China por la pandemia (esta semana fue más punzante que nunca al expresar que “todo esto es culpa de China”), hasta la tensión por Hong Kong (donde Beijing quiere establecer una Ley de Seguridad, que sería violatoria del régimen de autonomía de la excolonia británica). Este año también tuvo lugar la crisis de los consulados (con mutuos cierres de consulados en ambos países) y el aumento de las tensiones en el Mar de China Meridional, donde Beijing tiene una disputa por soberanía de las aguas con Vietnam, Malasia, Indonesia, Brunei, Taiwán y Filipinas. Estados Unidos realiza un patrullaje permanente en esas aguas y en julio endureció su postura contra el reclamo de soberanía de China, rechazando de lleno toda legitimidad del mismo. Más allá de los recientes enfrentamientos con muertos en la frontera con la India,  el Mar de China Meridional es la principal hipótesis de conflicto armado para la potencia asiática, pudiendo involucrar a Estados Unidos.

Si el Fase Uno impulsa la compra de granos por parte de China, podría considerarse que el deterioro de la relación bilateral empuja en sentido contrario. Sin embargo, las vicisitudes políticas no afectan la relación comercial de manera directa y la potencia asiática, que le disputa la hegemonía a Estados Unidos y que podría superarlo en el plano económico dentro de pocos años, es eminentemente pragmática a pesar de las ofensivas de la administración Trump. De esta forma, de parte de China, no hay motivos para que la relación política afecte la dimensión comercial. Los elevados volúmenes de compra están en la senda del acuerdo Fase Uno, de desescalada del conflicto comercial iniciado por Trump en 2018. No obstante, con la producción porcina diezmada por la peste, las compras chinas estarían siendo destinadas a incrementar los stocks de granos.

Es aquí donde se abren los interrogantes ¿Qué es lo que hay por detrás del incremento de los stocks de China? Desde un punto de vista geopolítico, este aumento se traduce en un mayor margen de autonomía para la potencia en ascenso, que tiene en la dependencia alimentaria su talón de Aquiles.

El peor de los escenarios es el de la hipótesis de un conflicto bélico en el Mar de China Meridional, por donde pasa el 30% del comercio mundial, y que podría involucrar a Estados Unidos. Otra posibilidad que podría llevar a los asiáticos a incrementar sus stocks es el aumento de la incertidumbre de la política estadounidense, con elecciones presidenciales el próximo 3 de noviembre en medio a una enorme polarización y la radicalización del trumpismo. Sin bien al día de hoy lo más probable es que el ganador sea Joe Biden, del Partido Demócrata, existe incertidumbre respecto al desenlace institucional y se especula que las elecciones terminen judicializadas y con la intervención de la Corte Suprema, donde Trump ha nominado un nuevo miembro (la jueza Amy Coney Barrett) consolidando el dominio conservador en la corte. Pero sobre todo, no está claro cuál sería el camino a seguir en la relación con China en caso de continuidad de la administración Trump (en términos de distensión o no). En caso de un triunfo de Joe Biden se espera que las presiones contra China continúen, aunque de un modo más convencional y recurriendo a sus socios tradicionales, es decir desde una estrategia multilateral.

Por último, como un volumen importante de las compras son para el 2021, se abre la posibilidad de que China pueda cancelar parte de las mismas antes de concretarlas, tal como sucedió en el inicio de la Guerra Comercial. En ese sentido, podrían ser claves las empresas importadoras administradas por el Estado chino. Así, las compras a futuro pueden ser entendidas como un instrumento más de negociación con el cual China va a encarar la incertidumbre que plantea la política estadounidense y consecuentemente la incertidumbre respecto a su relación bilateral con la, por ahora, principal potencia mundial.

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