La Herradura de la Suerte
Por Redacción El Agrario | 21-03-2020 11:00hs
Cuenta la leyenda que en el siglo X a San Dunstan, Arzobispo de Canterbury, se le apareció una horrible criatura con forma de animal y hombre. Este le pidió al Arzobispo, quien trabajaba de herrero en una ciudad de Inglaterra, que le colocara una herradura. A San Dunstan no le dio mucha confianza aquella extraña criatura ya que le pareció tener al mismísimo diablo frente a él. Por esto le coloco la herradura a la criatura de forma tal que le suplicara que parase por el dolor.
A raíz de esto, la herradura fue conocida como el elemento capaz de ahuyentar el mal de quien la llevase, y dado que en aquella época las casas sufrían muchos ataques de animales debido a que estaban en contínuo contacto con bosques, empezaron a colocar herraduras para que estas los ahuyentaran si es que eran enviados por el diablo.
El uso de la herradura como un amuleto de la suerte se ha transmitido de era en era, preservando el poder del amuleto hasta nuestros días.
Por otro lado, se dice que en la época en que los caballos perdían una herradura durante el viaje, era la oportunidad para que los pobres trabajadores ganaran dinero, podían volver a colocarle la misma al animal que los traía a cambio de una moneda. A partir de esta práctica, se comenzó a creer que encontrar este objeto y exponerlo en la propia casa traería buena suerte.
Sin embargo, en otros tiempos, en la antigua Roma, se decía que la herradura tenía poderes celestiales debido a su forma semilunar. Por esta razón, se colocaban en las puertas de la casa para ahuyentar enfermedades y malos augurios. Se colgaban hacia arriba porque se creía que la negatividad se capturaba en el semicírculo perfecto.
El uso de la herradura como un amuleto de la suerte se ha transmitido de era en era, preservando el poder del amuleto hasta nuestros días. En muchos países, el uso de este objeto está muy extendido, de hecho, es fácil encontrarlo en los hogares. Es costumbre regalarla a quienes acaban de comprar una casa nueva. Una señal de que muchos creen en sus poderes para expulsar el mal de ojo y la buena fortuna.
Se dice que las herraduras, de hierro por supuesto, son un buen amuleto para atraer la buena suerte, y otros, que en realidad es un talismán protector para alejar los males del lugar donde esté colocada. Además, según las creencias, la herradura debe llevar siete clavos, pues es un número con significado propio en neurología. El número siete significa buen augurio.
Es muy común encontrar las herraduras colgando en los marcos de las puertas para alejar las malas ondas y la negatividad, también se dice en la creencia popular que su forma de luna y su función de imán atraen fortuna y su vínculo con el caballo, un animal con carga mágica, le atribuye un símbolo de fuerza y vitalidad