La Pulpería
La pulpería era un lugar donde se podía comprar vestimenta, medicinas, alimentos o cualquier tipo de elemento de uso cotidiano.
Por Christian Fasani | 23-05-2020 11:00hs
La pulpería era un lugar donde se podía comprar vestimenta, medicinas, alimentos o cualquier tipo de elemento de uso cotidiano. Allí los pobladores se reunían a conversar sobre temas políticos, algún que otro chisme o realizar actividades de esparcimiento. Se las podía encontrar tanto en la ciudad como en la campaña.
En este lugar no importaban los relojes, ni mucho menos los almanaques, aunque las paredes gastadas por los años eran el sostén de las imágenes de Alpargata ilustrados por el maestro Florencio Molina Campos.
Los habitantes de la época describieron a la pulpería como una taberna donde acudía la gente de campo y la excusa perfecta para visitarla, era ir a preguntar si había llagado el correo.
Se trataba de un rancho con una gran sala y la trastienda, con paredes de adobe y techo de paja, piso de tierra apisonada o de ladrillo cocido.
En este lugar no importaban los relojes, ni mucho menos los almanaques, aunque las paredes gastadas por los años eran el sostén de las imágenes de Alpargata ilustrados por el maestro Florencio Molina Campos
Por lo general la puerta de la pulpería daba al camino y en su interior tenía un cuadrado abierto en la pared protegido por barrales de madera o hierro, a través de esta reja el “pulpero” atendía a sus clientes, la mercadería estaba ubicada detrás de un mostrador sobre estanterías a la vista del público.
Algunas pulperías contaban con mesas y bancos en los que los clientes se sentaban en ocasiones a jugar al truco y a beber o a deleitarse con el sonido de una guitarra y los versos de algún payador.
En ninguna pulpería falto “el palenque”, allí los concurrentes ataban sus caballos y, muchas veces, si descender de ellos, bebían algún que otro trago, aunque por lo general con la excusa de aflojar cincha al animal, descendían del mismo y entraban a la pulpería a compartir una copa con amigos.
El pulpero era quien se encargaba de preparar una buena cancha para las carreras cuadreras a los alrededores del salón, durante la semana los parroquianos se encargaban de preparar las apuestas y preparar los caballos para correr los domingos. Además, se realizaban riñas de gallo, juego de la taba, bochas y pato.
Algunas pulperías eran visitadas por los hombres en busca de compañía femenina. Eran mujeres llamadas cuarteleras, porque se trasladaban con los soldados de frontera. Según relatos de viajeros, se las podía encontrar sentadas, fumando, tomando mate y peinándose mutuamente los cabellos hasta que sus encantos cautivaran a algún parroquiano.
Algunos escritores caracterizaron al pulpero como un hombre tosco, de poca instrucción, mal trazado, pero algunas investigaciones determinaron que éste pertenecía a la clase media de las campañas, ya que, accedían a viviendas de varias habitaciones, vestimenta austera e incluso algunos tenían ayudantes y propiedades rurales