Economía

La vitivinicultura es el complejo agroalimentario exportador que más empleo genera

La industria del vino tiene un efecto dinamizador para las economías regionales y la potencialidad para generar divisas genuinas y crear empleos en zonas rurales.

Por Gabriela Simonotti | 04-06-2021 01:00hs

De acuerdo con un estudio realizado por el Observatorio Vitivinícola Argentino, la vitivinicultura es el complejo agroalimentario exportador que más valor agregado y empleo genera, y el que ofrece el efecto multiplicador más significativo. De acuerdo con ese trabajo, una hectárea de uva genera 5,6 veces más dólares que una de soja y 100 hectáreas cultivadas con vid les da empleo a 72 personas, frente a sólo 2 que trabajan con la oleaginosa.

Según datos de los Ministerios de Desarrollo Productivo y de Agricultura de la Nación, y el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) al 2020, una hectárea de viñedos genera más dólares por exportaciones y más empleo que cualquier otro producto agrícola en la Argentina. "Se trata de un aporte clave para medir el impacto real que tiene la vitivinicultura sobre las economías regionales del país", destacaron desde el Observatorio Vitivinícola Argentino, unidad ejecutora de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), gestionada por la Bolsa de Comercio de Mendoza. Con relación a la generación de divisas, una hectárea cultivada con uva genera exportaciones promedio por US$ 4.800, casi el doble de lo que exporta una hectárea de maní (US$ 2.683) y 5,6 veces más de lo que la soja exporta por hectárea (US$ 857).

Además, el complejo exportador de la uva (incluidas las ventas de uvas en fresco y pasas, vino fraccionado y a granel, y jugo concentrado o mosto) es un sector clave en la generación de empleos. Por cada 100 hectáreas cultivadas y en producción, la vitivinicultura genera alrededor de 72 puestos de trabajo, diez veces más que los empleos que genera el maní (siete por cada 100 hectáreas en producción) y ampliamente superador a la cantidad de mano de obra que demandan los complejos exportadores de cebada, girasol, trigo, maíz y soja (entre una y tres personas por cada 100 hectáreas cultivadas). "Estos datos reflejan el efecto dinamizador que tiene la vitivinicultura para las economías regionales y la potencialidad para generar divisas genuinas y crear empleos en zonas rurales", destaca Daniel Rada, director del Observatorio Vitivinícola Argentino.

Por otra parte, el complejo uva con sus productos exportables llega a 108 mercados del mundo, mientras que el complejo maicero llega sólo a 66 países, el maní accede a 63 y la soja a 44 mercados. "En este contexto, es pertinente discutir el rol e impacto que tienen los derechos de exportación que hoy paga el sector; un menor costo por la eliminación de las retenciones nos ayudaría a ser mucho más fuertes en los mercados y crecer más en las exportaciones", afirmó José Alberto Zuccardi, presidente de Coviar.

Este estudio fue presentado al equipo técnico del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, junto con el pedido de eliminar los derechos de exportación (retenciones) que actualmente pagan los principales productos de la vitivinicultura, sector clave de las economías regionales presente en 18 provincias argentinas.

 

Los desafíos de 2021 para la vitivinicultura

Los números auspiciosos que dejó el año de la pandemia dan pie a un 2021 cargado de desafíos para la industria vitivinícola, que consisten en mantener los niveles de ventas a través de nuevas estrategias. La recuperación del mercado interno causada por varios factores, entre los cuales se mencionan los nuevos hábitos del consumidor, hizo que el consumo interno se robusteciera un 6,58% a lo largo del año 2020. El estar más tiempo en casa, con la pérdida forzada de ciertas rutinas fuera de ella, hicieron del hogar un espacio multifuncional: un poco oficina, un poco esparcimiento y restaurant, y también, un lugar de encuentro en donde consumir un vino en familia.

Así, en el mercado interno se consumieron 942.797.100 litros, dando como resultado que el canal off trade (grandes cadenas de supermercados, almacenes, vinotecas, tiendas especializadas e Internet) finalmente compensó la reducción de ventas por el canal on trade (restaurantes y hoteles básicamente). En cuanto a envases, la botella fue el que más se vendió durante el atípico 2020, creciendo un 12,5% respecto de 2019, llegando a ser casi el 60% de las ventas del mercado doméstico.

También es importante destacar el crecimiento que tuvieron las ventas en línea, estimando un incremento de este canal de comercialización, en los últimos 10 años, de más del 50%. Hoy casi todas las bodegas tienen su sitio de ventas con promociones y descuentos, y llegada puerta a puerta del consumidor.

 

El consumidor se viene renovando y la oferta también. La elaboración de vinos con uvas emblemáticas de la región es una tendencia en crecimiento. Si bien la uva malbec sigue liderando el podio (con casi 44.400 has. que representan casi un 21% de la superficie), las uvas criollas abarcan casi un tercio de la superficie cultivada argentina, sumando entre las principales, una superficie de casi 68.000 hectáreas (32% del total).

Y el consumidor de vinos siente curiosidad por tomar vinos con impronta local, vinos “criollos”. Esto puede verse como un aprovechamiento sustentable de la oferta actual de uva, aprovechando los recursos existentes y utilizando creatividad e innovación elaborando nuevos vinos y productos.

Viendo lo que ha sucedido durante el confinamiento sanitario en los hogares, las bodegas deberán prestar atención a los nuevos hábitos pospandemia. Si el consumo de vino se ha logrado recuperar, tendrán que pensar en fortalecer estos nuevos canales de llegada del vino a casa:

  • Sitios de ventas por internet. Cada bodega va teniendo su sitio web con despachos puerta a puerta. Y las ofertas o promociones siguen a la orden del día.
  • La posibilidad de poder descorchar un vino en sitios gastronómicos también abre la posibilidad de que el consumidor elija qué vino consumir, cuándo y con quién.
  • Mantener inversiones en mejoras en la producción con planes de sustentabilidad y calidad de producto, ya que el consumidor (sobre todo a nivel mundial) cada vez mira más qué vino consume, sus orígenes, si se elabora con estándares sustentables y de calidad.
  • La tendencia de vino sin o bajo alcohol viene creciendo y aumenta la diversificación de productos a base de uva.
  • La mirada hacia afuera, con un contexto mundial favorecido por el tipo de cambio, el aumento de consumo de vino en otras partes del mundo (movido también por el efecto pandemia) y la situación de los países competidores, puede favorecer el intercambio internacional de nuestros vinos.
  • Pensar en nuevos vinos, como los “criollos” también aumenta el espectro de oferta y va tentando a nuevos consumidores y recuperando algunos con ganas de consumir nuevas experiencias y vinos locales
  • Pensar que el enoturismo (turismo enfocado en las zonas de producción vinícolas) pueda sostenerse con el público interno, provincial si se llegaran a cerrar las fronteras, invita a quienes tienen oferta gastronómica y de hospedaje a pensar en este público objetivo. El desafío puede llegar a ser cómo la industria puede articular con las comunidades locales, el desarrollo de experiencias asociadas al consumo del vino y derivados.

En un contexto cada vez más volátil e incierto, las bodegas y productores deberán adaptarse a nuevas formas de hacer vino. Se trata de sostener la producción, creativa y sustentablemente.

 

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