Longobardi, el bombardeo a la Plaza y el autoritarismo del antiperonismo
La historia del antiperonismo está marcada por el uso de la fuerza y las salidas autoritarias. El momento actual, con una oposición radicalizada, requiere cautela y atención. Pero sobre todo solución a los problemas de los argentinos.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 16-06-2022 01:31hs
"Algún día, lamentablemente, tendremos una sorpresa porque vamos a tener que formatear a la Argentina de un modo más autoritario para poder manejar semejante descalabro". Las palabras del periodista Marcelo Longobardi en su programa de ayer por CNN radio no dejan lugar a dudas de su carácter golpista y antidemocrático.
Casualmente, o no, estas palabras tuvieron lugar un día antes de un nuevo aniversario del bombardeo a la Plaza de Mayo, en 1955. El bombardeo perpetrado por aviones de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval dejó más de 350 muertos, entre los que se encontraron los niños que iban en un autobus escolar de paseo por el centro de la Ciudad. El objetivo era matar a Perón, y para eso bombardearon a su propio pueblo, porque el pueblo nunca les importó.
El golpe se concretaría el 16 de septiembre de ese año. En el exilio, Perón escribiría el libro "La fuerza es el derecho de las bestias" (que por cierto es una frase del filósofo Cicerón). Nada más cierto y puesto en evidencia con aquel golpe de la llamada "Revolución Libertadora" y el posterior gobierno "democrático", a expensas de un peronismo proscripto.
A 67 años del bombardeo, la consigna del Frente de Todos, la fuerza gobernante, en la conmemoración de estos hechos es "No nos han vencido". Con esa frase el oficialismo pone de manifiesto de la vigencia del peronismo y marca la histórica persecución que el movimiento ha sufrido a lo largo de sus años de existencia.
Es cierto y bueno recordar que la violencia política y los golpes de estado no siempre fueron exclusivamente contra el peronismo. Durante buena parte del siglo XX, la Argentina estuvo dominada por la división entre peronistas y antiperonistas y el partido Justicialista y la unión Cívica Radical se erigieron como los dos grandes partidos. Ese cuasi bipartidismo terminó de disolverse con la crisis de 2001, donde emergió un escenario de alta fragmentación partidaria en medio de crisis de representación. Pero el radicalismo, sobre todo el yrigoyenismo, también sufrió la fuerza de las bestias por defender intereses nacionales. El golpe de 1930 estuvo fuertemente vinculado con la intención de nacionalizar el petróleo. Casualmente, también, para Mauricio Macri, Yrigoyen fue uno de los primeros populistas, y desde nuestro país, según el expresidente, se habría exportado esa forma de hacer política.
En realidad, lo que exponen tanto Macri como Longobardi es una fuerte inclinación antipopular, antinacional (en criollo, cipayos) y autoritaria. Son los que no les interesa el pueblo, sino los suyos. No les interesa LA Argentina, sino una Argentina a medida, minoritaria y privilegiada. Por eso, pueden llenarse la boca de "democracia", pero nunca les importó demasiado. Lo más importante es complacer a los suyos, y a los de afuera.
Lomgobardi propone que será necesario un "formateo" de la Argentina, para arreglar de una vez por todas nuestros problemas. No solo no está claro cuáles son los problemas que pretende solucionar por vías autoritarias, sino que mucho menos está claro por qué esa forma funcionaria hoy y no "funcionó" ni en 1930, ni en 1955 ni en 1976.
Tan grave como que un periodista de "primer nivel" como Longobardi pida una vía autoritaria en un medio de comunicación para nada marginal como CNN, es que las voces de repudio solo sean del oficialismo. Hace rato que la oposición está en una deriva de principios, desde las denuncias de fraude sin fundamento alguno, el negacionismo de la dictadura militar y expresiones cada vez menos democráticas. Aunque también una parte, sobre todo del radicalismo, se despega de esa lógica que aproxima a la hasta hace algunos años "derecha moderna" de los autoritarios como Javier Milei y José Luis Espert.
Las bombas cayeron hace 67 años, pero todavía resuenan en la historia de nuestro país. Los que pretenden imponerse por la fuerza continúan al acecho. El peronismo, que hoy es gobierno, tiene que estar atento a esas amenazas, pero sobre todo redoblar los esfuerzos para mejorar la vida de la gente y garantizar cada vez más derechos para el pueblo trabajador. Eso es, en definitiva, lo que ha caracterizado al peronismo y le ha dado vigencia hasta el día de hoy.