Los motivos de la derrota de Trump y la lucha contra el cambio climático como punta de lanza de la administración Biden
La lucha contra el cambio climático se puede convertir en la punta de lanza de la política exterior de Biden, al mismo tiempo que uno de los ejes para 'unir al país'. Las posibilidades de Argentina frente al escenario de fricciones entre Biden y Bolsonaro.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 23-11-2020 10:04hs
La pandemia del Covid-19 parece haber sido uno de los principales factores que influyó en la derrota de Donald Trump en las elecciones del pasado 3 de noviembre. La respuesta por momentos errática y por momentos negacionista del mandatario estadounidense contrastó con el hecho de que la pandemia constituyó una de las principales preocupaciones de los votantes de ese país, de acuerdo a distintas encuestas. Además, la crisis económica derivada de la pandemia habría socavado uno de los pilares de Trump para buscar la reelección. No obstante ello, las encuestas de intención de voto ya lo tenían como favorito a Joe Biden por sobre Trump desde enero de 2020, incluso antes de este ser elegido como el representante demócrata para disputar la elección presidencial. Como muestra el rastreador de encuestas del diario británico The Guardian, esa diferencia fue creciendo paulatinamente a lo largo de todo el año, desde un promedio de 5 puntos en enero, hasta los 10 al finalizar la campaña. Si bien esa diferencia inicial muestra la existencia de una mayoría con preferencia por Biden, estaba lejos de ser suficiente para garantizar una victoria del demócrata, sobre todo habida cuenta de la forma en que se forma el Colegio Electoral y de que en 2016 Trump ganó con casi 3 millones de votos menos. Por lo tanto, es muy probable que la pandemia y la crisis económica hayan colaborado de manera decisiva en la derrota de Trump.
Más que un triunfo de Biden, se trató de una derrota de Trump.
Por otro lado, de la encuesta de boca de urna publicada por el New York Times se desprende que un tercio de los que votaron por Joe Biden lo hicieron más “en contra de Trump” que a favor del demócrata. Este voto “en contra” es lo que define a la elección: más que un triunfo de Biden, se trató de una derrota de Trump. Su ideología y su estilo de liderazgo movilizaron a una cifra récord de electores en su favor, pero del otro lado también fueron a votar como nunca antes en la historia reciente. Tamaña movilización se explica mayormente por el trumpismo y el antitrumpismo. El ex presentador de televisión, cae por su propio peso, antes que por una propuesta y campaña seductora de su contrincante.
Hubo una diferencia significativa en la forma en que votaron hombres y mujeres. Según ese mismo boca de urna, Biden fue votado por el 57% de las mujeres, contra el 42% que obtuvo Trump en ese segmento, y por el 45% de los hombres, contra el 53%. En la composición étnica, como en 2016, Trump estuvo al frente entre los blancos (58%), que son la mayoría (67%) de la población. Negros, hispanos, asiáticos y otros votaron ampliamente a Biden. En la estratificación por edad llama la atención el hecho de que si bien en la mayoría de los grupos etarios hay paridad, en el grupo de entre 18 y 29 años Biden arrasó con el 60%, contra el 36%. Como ya había ocurrido en 2016, los votantes con nivel educativo superior votaron mayormente por los demócratas, así como los habitantes de las ciudades. El voto de Trump es mayormente rural y de zonas suburbanas.
Entre los que manifestaron haber sufrido severas dificultades económicas el 69% votó por Biden, contra el 29% de Trump, y entre los que consideran que usar barbijo es una cuestión de responsabilidad con la salud pública el 64% votó por Biden.
En cuanto a la segmentación por temas, el 60% de los que manifestaron no haber sufrido ninguna dificultad económica producto de la pandemia, votaron por Trump, contra el 38% que lo hicieron por Biden. En cambio, entre los que manifestaron haber sufrido severas dificultades económicas el 69% votó por Biden, contra el 29% de Trump, y entre los que consideran que usar barbijo es una cuestión de responsabilidad con la salud pública el 64% votó por Biden. Las recientes manifestaciones contra la violencia policial y la discriminación contra los negros dejaron su marca en la elección: según los boca de urna, el 57% de los votantes está a favor del movimiento Black Lives Matter (vidas negras importan), y entre ellos el 78% votó por Biden, contra un 20% de Trump. Quienes no están de acuerdo con el movimiento son el 37% del total y entre ellos el 86% votó por Trump. Por ultimo, para el 67% de los votantes el cambio climático y el calentamiento global son problemas serios, mientras que para un 30% no lo son. En el primer grupo, Biden lideró con el 69% de los votos, mientras que en el segundo lo hizo Trump, con el 84%.
El Medio Ambiente se perfila para ser uno de los grandes temas de la agenda internacional de Biden. Nótese que es un asunto con alta aceptación entre los estadounidenses, en tanto el 67% lo ve como un problema serio. Por lo tanto esa agenda sería menos divisiva que otras como igualdad racial o aquellas que choquen con las preferencias conservadoras. La lucha contra el cambio climático es bien aceptada por el grueso de la sociedad norteamericana y es un tema que permite ser abordado, no eludiendo, pero sí permitiendo gestionar la polarización con mayor comodidad debido a ese amplio respaldo. En consecuencia, podría ser una agenda que lo aproxime más a la intención de "unir al país", manifestada públicamente. El ahora presidente electo ya había anticipado durante la campaña que este sería uno de los principales temas de su gestión: “Es el problema número uno que enfrenta la humanidad. Y es el asunto número uno para mi”, expresó en una entrevista. Volver al Acuerdo de París, del que Trump decidió salir y lo hizo efectivo recientemente, y promover las energías renovables, serán algunos de los ejes. En el plano internacional, la lucha contra el cambio climático también goza de amplio respaldo y si Estados Unidos se decide a llevarla a cabo podría ser la punta de lanza a partir del cual reconstruir el liderazgo y la imagen del país alrededor del mundo. Al respecto, es oportuno citar al politólogo norteamericano Joseph Nye, quien diferenció el poder duro (económico y militar, ejercido mediante la coerción y las recompensas), del poder blando, aquel que descansa en la atracción ejercida por el país mediante su cultura, su política y sus ideales. Por ejemplo, la democracia y los derechos humanos han sido durante décadas dos pilares del poder blando estadounidense. Sin embargo, terminada la década de los 90 y con posterioridad a los ataques terroristas a las Torres Gemelas en 2001, la guerra contra el terrorismo, caracterizada por un gran uso de la fuerza y con poco respaldo internacional, marcó el inicio de un período de declive del poder de atracción del país, es decir, del poder blando. Más acá en el tiempo, la división de la sociedad norteamericana y el liderazgo de Trump, profundizaron esa tendencia. La forma en que concluye el proceso electoral y los desafíos que enfrenta la democracia son la frutilla del postre de la decadencia del poder blando estadounidense. Liderar la lucha contra el cambio climático podría servir para reconstruir el poder de atracción norteamericano.
La relación entre el Estado más poderoso del planeta y el país más relevante de Sudamérica se perfila como potencialmente conflictiva. En principio, ya es conflictiva, en tanto Biden manifestó que Brasil podría sufrir sanciones económicas por los incendios en el Amazonas
Por último, en medio de los interrogantes sobre la política exterior del gobierno de Joe Biden, es sabido que se reimpulsarán los mecanismos multilaterales como Naciones Unidas o el G20 y que la agenda climática tendrá relevancia. Hay otra certeza, en el plano regional, y es que la relación entre el Estado más poderoso del planeta y el país más relevante de Sudamérica se perfila como potencialmente conflictiva. En principio, ya es conflictiva, en tanto Biden manifestó que Brasil podría sufrir sanciones económicas por los incendios en el Amazonas y Bolsonaro le respondió que “hay que tener pólvora para cuando la saliva se termina”, “aunque no necesariamente se vaya a usar la pólvora”. La explicitación del principio elemental de disuasión, dirigiéndose concretamente al presidente electo estadounidense, cayó mal en el alto mando de las Fuerzas Armadas brasileñas. Se puede conjeturar que probablemente Bolsonaro deje las provocaciones de lado (al menos por un tiempo) y el gobierno brasileño utilice al vicepresidente, el general Hamilton Mourão, como puente con la administración Biden.
La animosidad de Biden contra Bolsonaro no solo se debería a la cuestión climática, sino que se trata claramente de un gobernante con tendencias iliberales, aunque con coincidencias ni más ni menos que en el plano económico. Como en el caso de Alberto Fernández, sea por convicción o por cálculo, diferenciarse y hasta enfrentarse a Jair Bolsonaro rinde dividendos en función de la pésima imagen que supo construir el mandatario brasileño puertas afuera, de la mano de su discurso radical y por momentos violento. Lo cierto es que cabe preguntarse, ante un hipotético escenario de tensiones diplomáticas y económicas entre Estados Unidos y Brasil, cuáles serían las posibilidades para la Argentina. Ese escenario en el que el país más importante a nivel regional (Brasil) se aleja de Estados Unidos ¿podría significar una oportunidad para la Argentina como principal aliado regional norteamericano?¿mejorá las posibilidades de negociación de nuestro país? Argentina, sin dudas, se encuentra en una mejor posición para impulsar la agenda climática junto a Estados Unidos.
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