Los mercados internacionales exigen cada vez más el cumplimiento de ciertos estándares medioambientales que, a largo plazo, condicionarán las relaciones comerciales. El desafío de alcanzar crecientes niveles de sostenibilidad no sólo es fuente de oportunidades de negocios, sino también de desarrollo para el sistema agropecuario del país.

De acuerdo a informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), América Latina ya está sufriendo los efectos directos del calentamiento global con sequías, deshielos, inundaciones y fenómenos climáticos extremos. “Si la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) no disminuye, repercutirá gravemente en la agricultura, la seguridad alimentaria, el abastecimiento de agua, la salud pública, la calidad de vida y de los ecosistemas”.

Partiendo de la premisa que quienes sepan adaptar las actividades de su cadena productivaserán más competitivos y potenciarán su sistema productivo, investigadores de Argentina, Perú y España midieron por primera vez la huella de carbono (HC) de la cadena ovina.

Conocer la HC permite dar a los productores y consumidores una idea de su contribución al calentamiento global.

¿Y qué es la huella de carbono? Es la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que produce el desarrollo de una actividad de manera directa o indirecta, y se expresa en toneladas de dióxido de carbono (CO2) emitidas. Sobre el tema, Pablo Peri, investigador de la Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA) – CONICET, explicó que conocer la HC “permite dar a los productores y consumidores una idea de su contribución al calentamiento global”.

Con el objetivo de cuantificar el impacto, Peri y el grupo de expertos que lo acompañaron, entre los que se encuentran Yamina Rosas y Guillermo Martínez Pastur del Laboratorio de Recursos Agroforestales del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC, CONICET); Brenton Ladd, de la Escuela de Agroforestería de Universidad Científica del Sur de Lima (Perú); Ricardo Díaz-Delgado, de la Estación Biológica de Doñana de Sevilla (España), seleccionaron a 63 establecimientos ganaderos de la provincia de Santa Cruz dedicados a la producción extensiva de ovejas para carne y lana, dos de las principales economías regionales de la Patagonia.

Contar con un punto de referencia de emisiones permitirá establecer objetivos de mitigación y medir el progreso, avanzando hacia el etiquetado de carbono requerido por los mercados internacionales.

De acuerdo a los resultados publicados en la revista científica “Sustainability” los aportes de a la HC varían entre ambos rubros. Sin embargo la producción primaria es la que aporta entre el 75 y el 90% de las contribuciones. En total, la cadena productiva ovina que contempla la cría del animal, la lana, el transporte y el procesamiento industrial “aumentó de 10,64 a 41,32 kg de CO2-eq/kg para carne de cordero (carcasa) y de 7,83 a 18,70 de kg CO2-eq/kg para lana lavada y peinada”.

Según Peri “evaluar la HC de la principal industria de carne de cordero y lana orientada a la exportación en la provincia de Santa Cruz es relevante, ya que hasta el momento no había antecedentes en la literatura científica sobre la HC de la producción ovina en la Patagonia”. En ese orden, de acuerdo a lo informado por el INTA “contar con un punto de referencia de emisiones” permitirá establecer objetivos de mitigación y medir el progreso, avanzando hacia el etiquetado de carbono requerido por los mercados internacionales.

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Fuente: INTA