A menos de cuatro meses para las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que definirán los candidatos que competirán en octubre, un variopinto espectro de dirigentes políticos puja por destacarse y posicionarse en los niveles municipales, provinciales y nacionales, en una carrera cuya meta, en su nivel más alto, es nada menos que la presidencia de la Nación.

Candidatos, candidatas, dirigentes que “se bajan” de la competición, otros que aparecen o reaparecen, distintos grados de “acidez” en las confrontaciones discursivas que tienen más carácter personal que conceptual dentro de las principales agrupaciones y entre sí, pero muy poco se habla de las propuestas de gobierno.

Estamos finalizando la cuarta década de vigencia ininterrumpida de la Democracia. Cada dos años, la ciudadanía va a las urnas, así que ya sabemos que en cada elección quienes están al frente de las candidaturas tratarán de seducir al electorado indeciso, que generalmente es el mayoritario, aquel que no tiene definido su voto, porque no se siente identificado con un partido, frente o sector político en particular.

Lo que siempre trasciende y queda en nuestra memoria en cada campaña electoral son los eslóganes que se utilizan: “Con la Democracia se come, se educa y se cura”; “Revolución Productiva y Salariazo”, “Conmigo, un dólar un peso”. No quiero aburrirte.

Más allá de las intenciones, buenas o malas, inteligentes o simplistas, de los responsables de llevar adelante el ejercicio de la conducción del país, lo cierto es que los gobiernos que hemos tenido poco o nada explican lo que van a hacer, cómo lo van a hacer y qué esfuerzo o colaboración va a tener que hacer cada sector de la sociedad para llegar a buen puerto.

En estos momentos, creo que hay que reconocer que el sector que más propuestas ha explicitado es la oposición liberal, especialmente la encabezada por el “mecha corta” Javier Milei, quien se enfurece cuando alguien lo cuestiona y llega al insulto y al maltrato, particularmente con las mujeres, como ocurrió en reiteradas ocasiones con periodistas del sexo femenino.

Milei, quien aboga por la “dolarización” de la economía, se declaró admirador de Wiston Churchill, primer ministro británico que afirmó que el derrocamiento del presidente Perón había sido más trascendente que la victoria en la segunda guerra mundial, y muchas barbaridades más que el estómago no me deja seguir detallando, todas insultantes hacia la Argentina y el pueblo argentino. También Milei dijo que el mejor ministro de Economía que ha tenido nuestro país fue Domingo Cavallo.

Dependiendo de la edad de quien está leyendo, tal vez convenga recordar que Cavallo fue, durante la dictadura militar, el presidente del Banco Central que “estatizó” la fraudulenta deuda externa privada, poniendo al Estado Argentino como garante de esta, lo cual condicionó de entrada fuertemente al gobierno democráticamente electo del Dr. Ricardo Alfonsín.

También Cavallo fue el inventor, durante el gobierno del Dr. Carlos Menem, de la dolarización de la economía bajo el nombre de “convertibilidad”, el uno a uno, donde cada peso circulante debía tener su contrapartida en un dólar en el Banco Central. Para conseguir los dólares necesarios se vendieron todas las empresas y propiedades del Estado que pudieron, y cuando eso no alcanzó, se tomó más deuda externa.

Si hoy se dolarizara la economía habría que disponer de dólares suficientes para reemplazar los pesos circulantes, o generar un tremendo ajuste que significaría llevar el dólar a precios 10, 20 o 30 veces superiores al valor actual, o generar una mayor deuda externa pidiendo a los organismos afines los miles de millones de dólares necesarios, o sino hacer que los amigos y mandantes de Milei regresen a nuestro país los más de 417 mil millones de dólares que tienen en el exterior (cifras oficiales “en blanco” conocidas por los organismos del Estado). Esto último seguramente no va a pasar, y lo demás es un cachivache de marketing de campaña sin sustento ni posibilidad de implementar sin generar una crisis como la del 2001.

Es decir, la oposición liberal hace propuestas, pero son viejas, probadamente fracasadas e imposibles de implementar sin una violenta represión a los sectores populares, en fin, una vuelta a los peores momentos del pasado de nuestro país.

El provisorio crecimiento de Milei y sus cómplices en las encuestas se debe en gran medida a la enorme desinformación que existe en los electores más jóvenes, fruto de la nada inocente actitud de los medios de comunicación masiva en manos del poder concentrado.

Siempre metiendo el dedo en la llaga, me pregunto y te pregunto: ¿Y por casa cómo andamos? Porque, más allá de su honestidad intelectual y sus posiciones en defensa de los más humildes, no considero a la izquierda una opción real de gobierno, sí de control, de presión sobre los poderes del Estado, seguramente va a crecer, lo viene haciendo. Pero cuando ganen un municipio y demuestren que pueden gobernar tal vez se transformen en una opción concreta para la ciudadanía.

El problema más acuciante, mal que les pese a los representantes del poder económico nacional y transnacional, es el Peronismo. ¿Qué piensa hacer el Peronismo? No sólo quién va a ser el candidato o candidata a la Presidencia de la Nación, ¿qué propuesta de gobierno piensa llevar adelante si el electorado le da su respaldo?

Hace poco pasó por mis manos un documento de un plenario de militantes del Frente de Todos en el que se desarrollaba críticamente el análisis de la situación actual y se definía el posicionamiento ante las elecciones, y me llamó especialmente la atención una frase: “También tendremos que decidir si nos vamos a organizar alrededor de candidaturas o nos vamos a organizar alrededor de programas de gobierno.”

Bueno, me dije a mí mismo, va creciendo el germen de lo que realmente se necesita.

Porque si hablamos de candidaturas es imposible obviar que la mejor y más clara candidata del Peronismo es Cristina Fernández de Kirchner. De hecho, pienso que es la única dirigente política de la Argentina con capacidad de movilización propia, de influencia profunda en amplios sectores de la población, especialmente los más humildes, los que siempre se sienten representados por el Peronismo y a los que el Peronismo se debe.

¿Realmente creen los poderosos que con un juicio amañado y una resolución de inhabilitación perpetua van a eliminar a Cristina del escenario político nacional? ¿Piensan que ya todo terminó? ¿Que es un problema resuelto?

Sé que en nombre del Peronismo se cometieron barbaridades, porque “no hay peor cuña que la del mismo palo”, como lo comprobamos en la década de los ’90.

Pero, como escuché decir hace poco al querido “Dady” Brieva, dirigiéndose a quienes ejercen el gobierno actualmente: “Muchachos, ¿por qué no empiezan a hacer Peronismo? En serio les digo… de onda, no es personal…llegó el momento que tenemos que decir, che, hagan Peronismo, déjense de joder; ¡es fácil! ¡ya está hecho! ¡ya se hizo y tuvo éxito! ¡no hay que inventar nada! ¿me entendés?”.

Entonces, ¿Qué sería hacer Peronismo hoy? ¿Tener alguien con coraje para hacer frente a los poderosos? ¿Tener candidatos y candidatas que salgan del pueblo, de abajo, que tengan coherencia y demuestren un compromiso real con la lucha? El Peronismo tiene en su seno todas esas valiosas virtudes en sus miles de militantes y dirigentes. También sabe el Peronismo que, en muchas ocasiones, la única forma que tuvo la derecha, el liberalismo, para ganarle fue la proscripción, cuando no la violencia. No hace falta hacer historia, y si alguien lo requiere por favor hagan su comentario y con gusto trataré de dar mi opinión sobre diversos acontecimientos que justifican lo que acabo de afirmar.

Lo que necesita nuestro país es contar con POLÍTICAS DE ESTADO que trasciendan los distintos gobiernos. Salud, Educación, Trabajo, Producción, Tecnología, Recursos Naturales, Defensa Nacional, Soberanía Territorial, Distribución Demográfica, son algunas de las tantas cuestiones que requieren de políticas de largo alcance, políticas que necesariamente tienen que ser acordadas por las mayorías nacionales y que no pueden ser patrimonio de un único sector.

Pero el prerrequisito para comenzar a elaborar las necesarias políticas de Estado es que cada sector ponga lealmente sobre la mesa sus propuestas de gobierno.

Por eso el título de esta editorial: “Necesitaríamos un Nuevo Consejo Nacional de Posguerra”, un ámbito que se creó en un momento histórico y que dio frutos indiscutibles. Acá sí es necesario recorrer un poquito de nuestra historia.

El 25 de agosto de 1944, el Poder Ejecutivo promulgó un decreto creando el Consejo Nacional de Posguerra como un órgano de consulta de la Vicepresidencia de la Nación. El vicepresidente era Juan Domingo Perón que es nombrado presidente del nuevo organismo cuyo objeto principal es el interés de la Nación.

Ese organismo estaba compuesto por representantes de todos los ministerios y áreas del gobierno, más representantes de los empresarios, de los trabajadores, de la ciencia y la tecnología, en fin, alrededor de 200 personas cuya misión, en el concepto de Perón, era trabajar sistemáticamente, planificando lo económico y la acción social, trazando con exactitud tanto el desarrollo industrial de la Argentina como su posicionamiento en el mundo.

Así se daba comienzo en nuestro país a la planificación de políticas a largo plazo que pondrían de pie a la Nación. En la práctica, las elaboraciones del Consejo Nacional de Posguerra sirvieron de base para el Primer Plan Quinquenal del presidente Perón, luego de ser electo democráticamente en 1946.

Ninguna empresa puede llegar a tener éxito si no cuenta con una adecuada planificación. El Planeamiento Estratégico es reconocido actualmente como la base del desarrollo de cualquier empresa. ¿Existe acaso una empresa más trascendente e importante que el gobierno de un país?

Contar con un plan estratégico, con etapas, metas y objetivos realizables, le permitió a Juan Perón llevar a nuestro país, prácticamente una semi colonia en el comienzo de su primer gobierno, a un país ubicado en el 7° lugar en el mundo, con pleno empleo, con promoción de la industria nacional, fabricando sus propios barcos, aviones, locomotoras, autos, camionetas, maquinarias agrícolas; creando un sistema de salud, creando polos de desarrollo regional, miles de obras públicas de infraestructura, escuelas, hospitales, la educación gratuita en todos los niveles, lo que permitió que por primera vez en la historia los hijos de los trabajadores pudieran acceder a la universidad. Como dijo Dady: “¡ya se hizo y tuvo éxito!”

¿Cometió errores Perón? Solo comete errores el que hace, el que critica y no hace nada difícilmente se equivoque. Pero a Perón lo derrocaron por lo que hizo bien, no por los eventuales errores que pudiera haber cometido.

Por supuesto que el país y el mundo de 2023 no son como eran hace 80 años. Pero, en la práctica, los únicos sectores que planifican estratégicamente son los sectores poderosos. Y así estamos.

En estos 40 años de Democracia hemos visto mucha más improvisación y acciones del día a día que ejecuciones de planes de largo plazo elaborados con sentido estratégico nacional. Mucho menos hemos visto acuerdos de mayorías que posibilitaran tener un país previsible para propios y extraños.

Tal vez el Peronismo tenga que volver a las fuentes doctrinarias que le dieron origen, tal vez la propuesta no haya que ir a buscarla afuera del país, tal vez la tengamos enfrente nuestro, en nuestro sentimiento nacional, patriótico de verdad.

Alguien dijo hace poco, “cuando los argentinos nos unimos podemos hacer realidad todos nuestros sueños”.¡Qué lindo sería!

Pero lo cierto es que estamos ante una nueva contienda electoral y vamos a tener que decidir por repetir los fracasos liberales del pasado, algunos de los cuales todavía estamos pagando, o asumir definitivamente la construcción de una Nación Justa, Libre y Soberana, pero que no sea una consigna, sino el fruto de una propuesta de gobierno valiente, seria y clara, llevada adelante por las mejores mujeres y hombres que el Peronismo pueda poner al frente.