Pensando grueso
Por Gerardo Gallo Candolo | 23-06-2020 11:00hs
A esta altura del calendario mientras avanzamos en la fina y controlamos las pasturas nuevas vamos definiendo nuestro plan de gruesa. Para ello tenemos dos herramientas básicas para precisar qué implantaremos en cada lote del campo: el margen bruto esperado y las limitaciones técnicas que debemos tener en cuenta para mantener nuestros suelos.
Cuando se habla de limitaciones técnicas entendemos que, hay que tener a mano el historial de nuestras rotaciones para encarar la nueva campaña (por ejemplo: en este lote no hacer más de dos años seguidos soja; en aquel podemos estirar algún año más; etc), pero además es necesario el conocimiento de las malezas presentes en cada potrero y la manera más eficiente de controlarlas. También las enfermedades que potencialmente puedan estar presentes en los rastrojos y que puedan afectar al cultivo siguiente. La rotación y las alternativas químicas forman parte de ese control.
Una herramienta, utilizada menos de lo que a veces es necesario, es el análisis de suelos en los diferentes ambientes que pueda tener cada potrero. Contar con el mapa de rindes de la cosecha anterior sería lo ideal para ir avanzando en una planificación por ambientes de nuestro campo en búsqueda de la mejor alternativa sustentable. Una vez definidos debemos elegir los cultivares para cada ambiente y el nivel de fertilización requerido para lograr el máximo potencial esperado.
Lo que no se debe hacer nunca es bajar el nivel tecnológico de lo propio para ajustar el presupuesto.
Este trabajo nos va definiendo el presupuesto financiero, el plan de uso de la maquinaria (nuestra o/y contratada), cotizaciones de compra o canjes. Esta planificación se va haciendo en el transcurso de semanas y nunca debe ser rígido, al contrario, junto al personal, al asesor y a las recorridas continuas debemos contar con la cintura suficiente para modificarlo de acuerdo a las circunstancias, ya sea climáticas, de precios o cualquier otra índole.
El presupuesto financiero es una herramienta para discutir con más detalle. Pero una vez que definimos nuestro plan de siembras y contamos con un plan ganadero, poniéndole números a los insumos y servicios que necesitamos para cumplirlos, le sumamos también los gastos fijos (camioneta, impuestos, comunicaciones, asesoramientos etc.). Ahí veremos si se ajusta a nuestros recursos o nos falte o sobre capital.
En caso de que nos sobren recursos, situación cada vez menos frecuente, puede ser el momento de invertir en la maquinaria, camioneta, inversión familiar que necesitamos, o “salir a sembrar afuera” diluyendo nuestros gastos fijos. En caso de que falte debería estudiarse la alternativa de alquilar una parte del campo para cumplir con nuestro plan. La idea de alquilar o dar a porcentaje son alternativas para cualquier dimensión de explotación, pero lo que no se debe hacer NUNCA es bajar el nivel tecnológico de lo propio para ajustar el presupuesto. Bajar el potencial de un lote comprando un híbrido más económico o/y poner menos fertilizante sería una mala decisión.
Lápiz en mano y recorriendo los barbechos de gruesa vamos definiendo nuestro año de trabajo.
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