Kamala Harris y la ilusión de Biden
La elección de Harris como candidata a vicepresidenta es una apuesta al equilibrio de la fórmula demócrata. La ilusión de Biden, en cambio, depende de otros factores.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 16-08-2020 04:00hs
El candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este martes la elección de Kamala Harris como su compañera de fórmula. Hija de un jamaiquino y una india, la elección de Harris es primero que nada una apuesta al equilibrio de la fórmula demócrata. Mujer, negra, hija de inmigrantes (padre jamaiquino y madre india) y 22 años más joven que Biden, quien tiene 77 años de edad. Igual o más importante, la búsqueda de equilibrio se da en el plano ideológico: como dice Perry Bacon enun artículo para el sitio FiveThirtyEight, Kamala Harris es más liberal que Biden, pero está menos a la izquierda que Bernie Sanders, el senador demócrata que se define como socialista.
Territorialmente, la elección de Harris, quien es senadora por el estado de California, no parece aportar mucho. En el sistema de elección indirecta mediante el Colegio Electoral, California es un estado demócrata y no forma parte de los denominados “estados pendulares”, aquellos que alternan entre triunfos de demócratas y republicanos, y que son considerados decisivos en la elección. Sin embargo, el peso de los demócratas en California se ha incrementado tanto en los últimos años que la elección de Harris puede ser considerada como la coronación de ese proceso que incluye a Nancy Pelosi como líder demócrata en el Congreso y al gobernador del estado, Gavim Newsom, opositor a Trump y considerado por muchos como un progresista. California es el estado más poblado del país y, de la mano de Silicon Valley, también el más pujante económicamente.
Donald Trump está recuperando algo de terreno en los sondeos de opinión pública. Según la consultora Gallup, el presidente, que nunca superó el 50% de aprobación en sus cuatro años de mandato, tenía una del 41% al 23 de julio. La tendencia parece de recuperación luego de la caída abrupta al 38% desde mayo y en coincidencia con los peores meses de la pandemia en Estados Unidos. En la carrera contra Biden algunas encuestas muestran que Trump recortó un par de puntos en las últimas semanas, sin embargo, la diferencia en la mayoría de las encuestas aún es de 10 puntos a favor del demócrata. Habrá que esperar al inicio de la campaña, en septiembre, para ver si los dotes de espectacularidad de Donald Trump, expresentador de espectáculos, hacen una diferencia.
Un indicador importante para la performance de los presidentes en su intento de reelección es la satisfacción “con la forma en la que van las cosas” en Estados Unidos, relevado por la consultora Gallup. Luego de haber alcanzado el pico del 45% en febrero, justo después del fracaso del impeachment contra Trump (remoción por juicio político), en julio sólo el 13% de los estadounidenses está satisfecho con el rumbo del país. Desde luego, hay una clara correlación entre el inicio de la pandemia y el aumento de indicadores negativos de opinión pública para el presidente. Muchos analistas coinciden en que el mandatario estadounidense tenía encaminada su reelección luego del fracasado intento de impeachment -que sin dudas sirvió para reforzar su perfil de outsider y antiestablishment-, pero el inicio de la pandemia y su mala respuesta a ésta habrían revertido el escenario. En ese sentido, aún habiendo un importante camino hasta el 3 de noviembre, habrá que ver cuánto de la crisis por la pandemia de Covid-19 cae en la cuenta de Trump y cuánto en la cuenta de gobernadores y alcaldes, y en qué medida la crisis es considerada como consecuencia de “factores externos” a la política y las decisiones de los gobernantes.
En ese sentido, China, apuntada como la responsable de la pandemia por Trump, entra en esa ecuación como uno de los elementos que podrían situar la responsabilidad fuera de las manos de los gobernantes. Al respecto, Pew Research Center mostró hace algunas semanas que las opiniones negativas sobre el país asiático entre los estadounidenses ha alcanzado el récord del 77%, contra 22% de opiniones positivas. El dato es insoslayable, no obstante, las críticas a China no son exclusividad de Trump y los republicanos, por lo que la gravitación de ese fenómeno en la elección presidencial debe ser relativizado.
Del lado de la economía, el PBI estadounidense cayó 5 puntos en el primer trimestre del año y un 32,9% en el segundo, según el Departamento de Comercio, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una caída del 8% en 2020. Pensando en el 3 de noviembre, habrá que observar de cerca la recuperación o no de la economía en el trimestre julio/septiembre. Al respecto hay visiones encontradas, según muestra Cecilia Filas en unartículo de este juevesen El Cronista Comercial. El asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, sostiene que la curva del PBI será en forma de “V”, con una recuperación agresiva luego de la abrupta caída. Funcionarios de la Reserva Federal manifestaron, en cambio, que la recuperación se está ralentizando en función del rebrote del virus, según consigna Filas.
Por lo general las elecciones en las que el presidente en ejercicio se presenta son consideradas un plebiscito sobre la gestión del gobierno. Este parece ser el caso para las elecciones estadounidenses, como apunta la politóloga argentina Victoria Murilloen una entrevista del fin de semana pasadoal diario Perfil. A lo relacionado a la pandemia y la economía se le puede agregar otro tema que tiene relevancia en los años recientes y en particular este año a raíz del asesinado de George Floyd en manos de la policía. El Black Lives Matter (vidas negras importan) está lejos de ser contenido por la postulación de Kamala Harris, sin embargo es, como dijimos al comienzo, una decisión en sentido de la pluralidad y la búsqueda de una alternativa equilibrada que contrasta con el gobierno dehombres blancosde Trump.
El presidente de Estados Unidos llega golpeado por la pandemia y su respuesta a ésta. La aparición de la Covid-19 puede haber terminado de cristalizar opiniones negativas sobre el presidente por parte del electorado, opiniones que ya habían comenzado a formularse durante su mandato, pero que podían ser contrarrestadas por el buen desempeño de la economía. Con la pandemia, mandatario estadounidense ha perdido uno de sus principales pilares para la reelección: una economía en crecimiento y bajos niveles de desempleo. En cambio, ha quedado expuesto lo peor de Trump y una reflexión flota en la discusión pública estadounidense: un buen showman no es necesariamente un buen presidente, menos en tiempos de Covid-19. Materializarse como respuesta a esa idea, esa es la ilusión de Biden.