Opinión

'Algunos me han hecho decir cosas que yo no sostengo': Francisco y el costo de denunciar las injusticias

A ocho años del inicio de su papado, el Papa Francisco cosecha resistencias a su figura, algunas disimuladas en tergiversaciones de sus dichos y otras que no dudan en tildarlo, incluso, de comunista.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 17-10-2021 03:30hs

Era el día 13 del tercer mes del año 2013. Caía la noche en el Vaticano, cuando comenzó a salir fumata blanca de la Capilla Sixtina. Minutos después, el cardenal Tauran salía al balcón y anunciaba: “habemus papa”. Jorge Bergoglio, de 76 años, se convertía en el Papa Francisco. “Mis amigos cardenales han ido a buscarme al fin del mundo”, dijo desde el balcón ante la multitud, mostrando desde el inicio un estilo más descontracturado que el de sus predecesores.

En varios puntos de nuestro país, la bandera amarilla y blanca del Vaticano pasó a decorar ventanas y balcones de los orgullosos compatriotas del nuevo papa. En la Ciudad de Buenos Aires, en la zona norte y especialmente en el rico y tradicional barrio de Recoleta, donde además se encuentra la Nunciatura, la embajada del Vaticano en nuestro país, las banderas colgaban en prácticamente todos los balcones de los edificios.

Ocho años después, Francisco tiene algunas resistencias a nivel internacional, de sectores incomodados con sus cuestionamientos frecuentes al sistema "capitalista desenfrenado, de las últimas décadas", como él lo ha llamado. En el prólogo del libro de Michele Zanzucchi, “Poder y dinero. La justicia social según Bergoglio”, el Papa escribe que “mientras en ciertas partes del planeta se ahogan en la opulencia, en otras no se tiene lo mínimo para sobrevivir”.

Este discurso le ha valido resistencias dentro del propio clero, incluyendo denuncias de complots en su contra. E infelizmente, el Papa también ha cosechado resistencias dentro de algunos sectores en su propio país, incluso medios de comunicación. “Algunos me han hecho decir cosas que yo no sostengo. Que propongo una vida sin esfuerzos, o que desprecio la cultura del trabajo. Imagínense si se puede decir eso de un descendiente de piamonteses, que no vinieron con ganas de ser mantenidos sino con un enorme deseo de arremangarse para construir un futuro para su familia”, sostuvo en el mensaje de esta semana en el coloquio de IDEA, al señalar la importancia del trabajo y el rol del empresario, este último en tanto genera “riqueza” y “trabajo”.

Los subsidios solo pueden ser una ayuda provisoria. No se puede vivir de subsidios, porque el gran objetivo es crear fuentes de trabajo diversificadas”. “El diálogo entre los empresarios y los trabajadores es, no sólo indispensable, sino también fecundo y prometedor”, sostuvo ante los empresarios argentinos.

No es la primera vez que las palabras del Papa son tergiversadas en el afán de generar resistencia a su discurso. En junio de este año, cuando Francisco se refirió a la propiedad privada en la asamblea de la Organización Internacional del Trabajo, se reprodujo en distintos medios de comunicación argentinos la idea de que el Papa estaría contra la propiedad privada o promoviendo la ocupación de tierras, cuando en realidad lo que decía era algo mucho más profundo. De ahí a tachar de comunista al sumo pontífice (doctrina de la que él es naturalmente refractario) hay menos de un paso.

Por supuesto, no falta quien lo señale de comunista, aunque suele ser desde las posiciones más radicalizadas de la derecha, en distintas partes del mundo. Por ejemplo, para Javier Milei, quien recientemente afirmó que su alineamiento con Trump y Bolsonaro "es natural", el papa es “maligno” e “impulsa el comunismo”.

"He visto la paradoja de una economía globalizada que podría alimentar, curar y alojar a todos los habitantes que pueblan nuestra casa común, pero que, como indican algunas estadísticas preocupantes, concentra en las manos de poquísimas personas la misma riqueza que es la prerrogativa de cerca de la mitad de la población mundial", sostiene en el prólogo del libro de Zanzucchi.

Algunos me han hecho decir cosas que yo no sostengo. Que propongo una vida sin esfuerzos, o que desprecio la cultura del trabajo. Imagínense si se puede decir eso de un descendiente de piamonteses, que no vinieron con ganas de ser mantenidos sino con un enorme deseo de arremangarse para construir un futuro para su familia

El Papa Francisco pone énfasis en la doctrina social de la iglesia, que defiende los principios de la dignidad de la persona humana, la primacía del bien común, el destino universal de los bienes y la propiedad privada (que se refiere a que todos deben tener acceso a los bienes y propiedad para poder desarrollarse y vivir dignamente), la solidaridad y la participación social.

Está claro que es un Papa “incómodo” para algunos sectores poderosos alrededor del mundo. El sector bancario y financiero, que ha concentrado riqueza y poder en las últimas décadas, y que a su vez es uno de los sectores con más peso como anunciante de medios de comunicación, suele ser uno de los destinatarios de los mensajes del Papa.

La concentración de la riqueza en cada vez menos personas y corporaciones, los flagelos de desempleo, hambre, guerras y crisis migratorias, que han marcado al mundo en el tiempo de su papado, suelen motivar sus palabras. Quien observa un poco el planeta en que vivimos puede notar rápidamente que hay motivos de sobra para predicar la doctrina social de la Iglesia.

Curiosamente, es por esa prédica que el Papa tiene resistencias, en general no frontales, encubiertas y en ocasiones mezcladas con el respeto hacia lo que su investidura representa. Pero, la tergiversación recurrente de sus palabras es una señal clara de la incomodidad que genera el Papa.

Hay algo de rebeldía en el Papa argentino, que en vez de agachar la cabeza y hacerse amigable para el poder, confronta y defiende a los más pobres. Aunque con vidas y desde lugares completamente diferentes, recuerda a la figura de Diego Maradona, quien como nuevo rey del fútbol mundial se diferenció de Pelé, al confrontar con irreverencia al poder la FIFA, entre otras “batallas” del genio futbolístico.

El papa, futbolero, hincha de San Lorenzo, con un estilo informal y cercano a la gente, es un papa netamente argentino. No resignarse y enfrentar las injusticias es también una característica de nuestro pueblo.

Triste historia ver cómo algunos pocos poderosos se obstinan en generar malestar con el Papa Francisco por confrontar sus intereses. Curioso que, en Argentina, el orgullo de tener un papa argentino se vea empañado por la aversión que genera en algunos su énfasis en la doctrina social de la iglesia, aún en un mundo lleno de injusticias y donde esta doctrina se hace más imperativa.

Los valores de la solidaridad, el bien común, de defensa de la dignidad de la persona humana y la participación social son imprescindibles para construir un mundo mejor. Como dice Francisco: “nadie se salva solo”.

 

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