El giro de Biden sobre la liberación de las patentes de vacunas
Esta semana el Gobierno de Estados Unidos expresó que apoyará la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra el Covid-19. ¿Cuáles han sido los factores que produjeron el cambio de postura de la principal potencia mundial?
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 08-05-2021 09:00hs
Apenas pasó la sorpresa alrededor del mundo por el discurso de Biden de la semana pasada ante el Congreso, que el Gobierno de Estados Unidos volvió a sorprender a todos al anunciar formalmente el cambio de postura en relación a los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra el Covid-19. La principal potencia global pasó de ser un obstáculo a la liberación de las patentes, a ser el aliado más importante para esa causa de la que India y Sudáfrica han sido hasta aquí los principales impulsores. Liberar las patentes, así como colaboración en los procedimientos de producción de vacunas y otros acuerdos de cooperación (un combo bastante más complejo que solo “liberar patentes”) aceleraría el ritmo de producción, y en consecuencia de inmunización de la población mundial. Los argumentos de aquellos que se oponían a la liberación eran básicamente de dos tipos: el diagnóstico de que tal medida no incrementaría la capacidad de producción global de vacunas, o bien que hacerlo sería contraproducente porque anularía los incentivos del sector privado para la investigación e innovación científico/tecnológica que es el pilar del desarrollo de vacunas. Evidentemente, el segundo argumento pone sobre la mesa la cuestión de lucro de las compañías, aunque desde una perspectiva del funcionamiento del sistema y no del mero egoísmo. Desde luego, Estados Unidos es uno de los principales beneficiados con las patentes, no sólo de las vacunas sino también de insumos. La gran pregunta entonces es ¿qué fue lo que hizo que Estados Unidos modifique su postura? No puede soslayarse que esto recién ocurrió 7 meses después de que la India y Sudáfrica lo pidieran en la Organización Mundial de la Salud, recibiendo el apoyo de un centenar de países, entre ellos la Argentina.
Comprender el giro de Biden requiere mirar más allá de lo que puede parecer a primera vista un gesto de bondad o sensibilidad hacia el resto del mundo. Por lo general, hasta la defensa de los Derechos Humanos o la democracia van acompañados de intereses en materia de política internacional, y este caso no es la excepción.
En primer lugar, el giro se explica por la necesidad de encontrar una solución lo antes posible para la crisis de la pandemia. Esta crisis global afecta de manera directa a Estados Unidos, más allá de que tenga inmunizada a la mayoría de su población adulta -de hecho el problema puertas adentro comienza a ser la parte de la población que no quiere vacunarse-, y lo hace principalmente por medio de la economía. También hay un riesgo desde el punto de vista epidemiológico, ya que siempre existe la posibilidad de que las mutaciones afecten la eficacia de las vacunas. En segundo lugar, las potencias que tienen intereses vinculados a los derechos de propiedad intelectual de las vacunas, pueden verse compensados en tanto proveedores de insumos para la fabricación de las mismas. Así, la desconcentración de la producción no los afectaría tanto. Sobre este último punto aún hay que ver cómo se materializará la iniciativa y qué bienes quedarán eximidos.
Volviendo a los intereses económicos en juego, hay que señalar que la crisis afecta gravemente al comercio internacional. En 2020 las exportaciones totales de Estados Unidos cayeron un 12,5% según datos oficiales, con fuerte caída en abril y mayo, los meses con más restricciones en el mundo, y esto a pesar de que 2020 fue un año marcado por el aumento de las compras de China como consecuencia del acuerdo que puso fin a la Guerra Comercial. Otro aspecto que impacta sobre la economía estadounidense son las cadenas globales de valor, las cuales crecieron durante los últimos 30 años. Durante la primera mitad de 2020 fueron comunes los problemas de falta de suministro de determinados bienes utilizados en las industrias, provenientes de países afectados por la pandemia y la consecuente interrupción de la actividad productiva. A decir verdad y mirando hacia el futuro, la expansión de las cadenas globales de valor ya había sufrido un estancamiento con la crisis financiera de 2008, y posteriormente comenzó a reducirse su incidencia en el conjunto total de la economía internacional. La pandemia puede significar el fin de esta internacionalización de la producción que diseminó diferentes etapas del proceso productivo de un mismo bien en diferentes países (en general en busca de menores costos salariales), y su reversión. De hecho, la política de “compre americano” de Joe Biden puede colaborar en ese proceso. Al margen de lo que pueda suceder a mediano y largo plazo con las cadenas globales de valor, no hay economía que se recupere sola y sin altibajos si no está medianamente resuelta la situación en el resto de los países, sobre todo los desarrollados y o vías de desarrollo.
Otro de los motivos para el giro de Biden es que la pandemia afecta considerablemente a la economía estadounidense por medio del turismo, una de las actividades más castigadas, y aunque representa menos del 2% del PBI estadounidense, se considera que el efecto indirecto puede ser mayor. Semanas atrás, Bill De Blasio, alcalde de New York, anunció un paquete de inversiones para estimular el turismo en la que es uno de los principales destinos turísticos del mundo.
Por todo esto, es imposible pensar una recuperación económica de Estados Unidos si no hay recuperación del resto del mundo. En suma, la prolongación de la crisis y el evidente atraso en la producción de vacunas, ha hecho que Estados Unidos dé un giro en favor de la liberación de las patentes