El triunfo de Biden y la reconfiguración política en Estados Unidos
De confirmarse el triunfo de Biden y la moderación de parte del Partido Republicano, se configuraría un escenario con cuatro grandes sectores en la política estadounidense. A los 77 años, Biden deberá demostrar que su capacidad de negociación y su cintura política se encuentran intactas.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 07-11-2020 10:03hs
Con el conteo de los votos por correo en el estado de Georgia, Joe Biden quedó a un delegado de alcanzar los 270 necesarios para ganar el Colegio Electoral, y la tendencia es que también termine ganando en Pennsylvania, Arizona y probablemente Nevada. Uno de los escenarios más sombríos para la democracia estadounidense en estas elecciones siempre fue la judicialización y la hipótesis de que la Corte Suprema (o bien las cortes estaduales) termine inclinando la balanza hacia Trump, fundamentalmente mediante la anulación de votos por correo, modalidad de votación más utilizada por los demócratas. Si bien ese escenario todavía no puede ser totalmente descartado, es menos factible a medida que otros representantes del Partido Republicano toman distancia de Trump y comienzan a realizar gestos de aproximación hacia los demócratas ante un inminente triunfo de Joe Biden, que debería asumir recién el 20 de enero.
Entre ellos el nombre más importante es el de Mitch McConnell, el líder de la mayoría en el Senado, que acaba de ganar su 7mo mandato consecutivo por el estado de Kentucky. Siendo senador desde el año 1986, McConnell es una “institución” dentro del Senado y del Partido Republicano. Como líder de la mayoría republicana, durante el gobierno de Obama llevó adelante una estrategia de bloqueo de toda la legislación propuesta por el gobierno. Además, fue central en la construcción de la actual mayoría conservadora en la Corte Suprema, incluyendo la jugada de impedir el nombramiento de un juez en el último año de Obama y habilitando, en cambio, el reciente nombramiento de Amy Coney Barrett.
McConnell se opuso públicamente a los pedidos de Trump para detener el conteo de los votos, así como a su infundada denuncia de fraude. En las últimas horas, con Biden encaminado al triunfo, cambió su postura respecto al paquete de ayuda económica en el contexto de la pandemia, siendo que los demócratas (partido de Biden) pedían que fuera aprobado por el Congreso antes de fin de año, y él se mantenía duro en la postura de posponerlo hacia inicios de 2021. Ahora el poderoso senador republicano pasó a apoyar la aprobación en lo que resta del año, alineándose en ese tema a Nancy Pelosi, la demócrata presidente de la Cámara de Representantes.
A esta altura parte de los republicanos podrían estar evaluando los daños que deja la actual administración.
Otros republicanos que se han despegado de Trump hasta el momento son el senador por Florida, Marco Rubio, y el gobernador de Maryland, Larry Hogan. En el caso del primero hay una manifiesta intención de disputar la presidencia en 2024, el segundo gobierna un estado donde Biden ha obtenido el 63,1% de los votos, lo que lo hace menos sensible a la gravitación del trumpismo. Por su parte, McConnell por estas horas podría estar calculando los riesgos de embarcarse en la radicalización de Trump y la judicialización como vía para retener el poder. Algunos analistas, como Leandro Darío, para el diario Perfil, ven en la estrategia de Trump un intento de minar la legitimidad del futuro gobierno de Biden al mismo tiempo que mantener energizada a su base de apoyo. Así, más que un intento de retener el poder por vía judicial, lo que habría sería una estrategia para que el trumpismo “siga siendo una fuerza dominante” dentro del Partido Republicano. Sin embargo, si bien es indudable la fuerza del trumpismo, a esta altura parte de los republicanos podrían estar evaluando los daños que deja la actual administración, y sobre todo los límites que ha encontrado el liderazgo de Trump: es el primer presidente en no lograr la reelección desde la derrota de George H. W. Bush en 1992 a manos de Bill Clinton, obtuvo muchísimos menos votos populares que su contrincante, tanto en 2016 como en 2020 (aunque ello es un problema más bien del partido republicano en general) y sobre todo: más que un triunfo de Biden estamos ante una derrota de Trump, él ha sido el centro de la campaña y la elección ha sido un plebiscito sobre su liderazgo. La masiva participación en las elecciones (récord histórico) habla del fuerte rechazo que genera: el éxito de los demócratas ha sido movilizar a los votantes a partir del antitrumpismo, más que el de mostrar un proyecto de país. Si bien hay muchos puntos en el “haber” de Trump, y este seguramente continuará gravitando con fuerza en la política nacional, todo lo que tiene en el “debe” redunda en un fenómeno muy común por estos tiempos, “piso alto, techo bajo”. Por lo tanto, las cuentas cierran para que McConnell tienda puentes con el viejo conocido de Joe Biden, que también fuera senador, entre 1973 y 2009. El hombre que manejará el senado durante los próximos dos años tiene más para ganar influyendo al gobierno de Biden que bloqueándolo. Las bases republicanas volcadas al trumpismo ponen límites del otro lado y generan prudencia para romper con el actual presidente. Pero, paradójicamente, mientras más lejos vaya Trump con su actual estrategia de rechazar el resultado electoral sin pruebas, más chances para una relación de cooperación entre un Senado dominado por los republicanos y un hipotético gobierno de Biden.
Lograr mayores márgenes gobernabilidad plantean un desafío que requerirá que Joe Biden demuestre que aún continúan intactas su capacidad de negociación y su cintura política.
Por su lado, y no habiendo tenido lugar la “ola azul” que le garantice el Senado, Biden declaró: “he hecho campaña como un demócrata, pero seré un presidente estadounidense” y se ha mostrado dispuesto a “unir el país”. Ante el escenario de cooperación con el Senado dominado por los republicanos, el futuro gobierno demócrata tendrá un gran desafío en su propia su interna. El partido se ha volcado a posiciones más progresistas como nunca antes, de la mano de figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez. La cooperación de McConnell no será gratuita y tendrá un costo en el programa de gobierno e incluso podría influir en la elección del gabinete, ya que la designación de los secretarios de cada departamento (en Argentina ministros y ministerios) requiere de la aprobación del Senado.
De confirmarse ese escenario, quedarían delineados cuatro grandes sectores de la política norteamericana con influencia a nivel nacional: el trumpismo, los republicanos “dialoguistas”, Biden y los demócratas moderados, y la izquierda del Partido Demócrata. La existencia de extremos vigorosos y la necesidad de converger en el centro para lograr mayores márgenes gobernabilidad plantean un desafío que requerirá que Joe Biden, de 77 años, demuestre que aún continúan intactas su capacidad de negociación y la cintura política que ha demostrado a lo largo de su extensa carrera.
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