ANÁLISIS INTERNACIONAL

Un plebiscito sobre Trump

Donald Trump es el centro de la elección norteamericana. El oponente demócrata, Joe Biden, contrasta con el estilo histriónico del presidente, quien compite contra sus propios errores y excesos.

Por Ignacio Lautaro Pirotta | 01-11-2020 09:02hs

De las últimas tres victorias del Partido Republicano en elecciones presidenciales, dos (2000 y 2016) las obtuvieron con menos votos populares pero más votos en el Colegio Electoral. Casi con seguridad este año Donald Trump repetirá la desventaja en el voto popular, y es muy probable que tampoco le alcance para llegar a la mayoría en el Colegio Electoral. Si hay incertidumbre respecto al resultado de las elecciones del próximo martes, sin dudas se deben al antecedente de 2016, en donde se daba por descontada la derrota de Trump, y por el contexto especial que produce la pandemia que ha multiplicado el voto anticipado y por correo. Además, la posibilidad de fraude, de impugnación de votos por correo o de judicialización de la elección, incluso con intervención de la Corte Suprema, donde los republicanos tienen ventaja, aportan más elementos a la incertidumbre.

En 2016, Trump obtuvo casi 3 millones de votos populares menos que Hillary Clinton, pero se quedó con la mayoría de los votos en el Colegio Electoral. Esto renovó las críticas al sistema de votación indirecta, cuestionado como una deformación de la voluntad popular. El sistema, sin embargo, pone el énfasis en la representación federal. En el sistema norteamericano los votos se contabilizan por estado y el ganador del voto popular se queda con todos los delegados del estado en cuestión, si bien es casi imposible que Trump gane el voto popular, podría ganar el Colegio Electoral si se da una combinación de triunfos en estados claves.

La identificación generada por su liderazgo y la excitación permanente con discursos incendiarios, hacen que el votante de Trump sea más entusiasta con las elecciones que el votante de Biden.

Pronosticadores y encuestas

Los pronósticos de la elección le dan una enorme ventaja al demócrata Joe Biden. El sitio FiveThirtyEight le da solo una posibilidad de 11% a Trump, y el inglés The Economist, el 5%. Las encuestas favorecen tan ampliamente a Biden que Frank Luntz, reconocido encuestador y consultor de los republicanos, ha manifestado que si las mismas fracasan como en 2016, la industria de las encuestas se “habrá acabado”.

Los estados que aparecen como más disputados son Iowa, Ohio, Georgia, Carolina del Norte y Florida. La elección trae la novedad de que los republicanos estarían perdiendo Arizona, al sudeste, en la frontera con México, estado que desde 1952 solo perdieron en 1996, en el gran triunfo nacional de Bill Clinton. Desde el ‘96, Arizona se ha convertido en un estado “disputado”, ya que la diferencia de votos es menor al 10%. Cerca de allí, y con el estado de Nuevo México de por medio, se encuentra Texas, un bastión republicano que ahora se encuentra amenazado por el avance de los demócratas. Más allá de que Trump gane o pierda el estado, el historial de las últimas elecciones muestra una caída del voto republicano en Texas, desde el 59% en el 2000, hasta el 52% en 2016.

 

Del Cinturón de Óxido al Cinturón del Sol

Trump estaría perdiendo los estados de Michigan y Wisconsin, donde sorprendió al ganar en 2016. El Cinturón de Óxido, como es conocida la región industrial en torno a los grandes lagos del norte, habría vuelto a manos demócratas. Continuando con la distinción de regiones por “cinturones”, este año la sorpresa podría estar en el Cinturón del Sol, el vasto conjunto de estados del Suroeste al Sureste, donde se encuentran Arizona y Texas. Georgia y Florida, otros de los estados más disputados, también se encuentran en dicha región. En caso de que Joe Biden se imponga en esos estados, logrando una excelente elección en en el Cinturón del Sol, se trataría de una verdadera “ola azul”.

 

La fortaleza de Trump

La gestión económica y la creación de empleo hasta antes de la pandemia son las mejores cartas de Trump para ganar las elecciones. Según Gallup, el 52% aprueba la forma en que está dirigiendo la economía, variable que alcanzó el 63% en enero de este año, justo antes de la pandemia. A ello hay que sumarle otra fortaleza, que aunque parece insuficiente para ganar, debe ser llevada en consideración: Trump ha logrado movilizar a una base republicana, que ya venía fuertemente movilizada y radicalizada con anterioridad por medio del Tea Party. El liderazgo de Trump puede ser cuestionado en la dirigencia del partido, pero será difícil hacerlo a un lado en caso de derrota. Pero además, la movilización política, la identificación generada por su liderazgo y la excitación permanente con discursos incendiarios, hacen que el votante de Trump sea más entusiasta con las elecciones que el votante de Biden. Eso podría tener consecuencias en los niveles de participación, sin embargo, el propio Trump se ha encargado de movilizar a los demócratas, por medio de sus posturas cada vez más radicalizadas contra las minorías y mostrándose como una amenaza al régimen democrático.

En cuanto a la aprobación de su gestión, para Gallup tiene un 46% de aprobación, mientras que para Ipsos es el 40%. En cualquier caso, se trata de un índice de aprobación regular, suficiente para ser competitivo en las elecciones.

El actual presidente se ha convertido en el centro gravitacional de las elecciones de 2020 y la gente vota mayormente en contra o a favor de él.

 

El análisis de la consultora de opinión pública Ipsos

La consultora Ipsos trae un análisis general muy interesante. En primer lugar, el principal tema de la elección es el coronavirus, dejando atrás a los que son históricamente los principales temas en las elecciones, como economía y cobertura de salud. Resulta que mientras Estados Unidos entra en el tercer pico de contagios, Biden tiene una ventaja de 14 puntos sobre Trump respecto a quién es considerado el mejor para abordar el problema de la pandemia de Covid-19. De acuerdo a la consultora, Trump no ha logrado enfocar la discusión en los temas que son su fortaleza, como la economía y la creación de empleo.

En segundo lugar, de acuerdo a Ipsos, Trump ha duplicado la apelación discursiva a su propia base de votantes, apartándose de los votantes indecisos o independientes, quienes, ante otra estrategia de su parte, podrían haber sido más persuadidos a votarlo. Además, Trump está mucho más instalado en el debate público y su marca tiene mayor presencia. Así, el actual presidente se ha convertido en el “centro gravitacional de las elecciones de 2020” y “la gente vota mayormente en contra o a favor de él”.

Siguiendo el análisis de Ipsos, podemos decir que Donald Trump está a punto de perder las elecciones, más que Joe Biden de ganarlas. La elección es un plebiscito sobre Trump y en particular su manejo de la pandemia.

Aunque el escenario más probable es que los demócratas ganen la Casa Blanca y mantengan su mayoría en la Cámara de los Representantes (Diputados) pero los republicanos mantengan el Senado, también es posible que se produzca una “ola azul” y los demócratas se queden incluso con el Senado. Según Ipsos, esta última posibilidad tiene una probabilidad de 1 sobre 4, al igual que las chances de que gane Trump.

 

Voto por correo y judicialización

Impulsados por el contexto de la pandemia, hasta este viernes 80 millones de personas ya habían votado de manera adelantada, lo que corresponde a más de la mitad de los votos totales de 2016, y se espera que la participación general sea elevada. Entre los votos por adelantado se encuentran 50 millones de votos por correo que, dependiendo de cada estado, pueden ser contabilizados hasta algunos días después de las elecciones. Mientras los electores de Biden se han volcado masivamente a votar por correo y de manera presencial pero anticipada, los de Trump se inclinan a votar el día de la elección. Esta situación podría provocar que Trump aparezca al frente en el conteo en la noche del 3 de noviembre, pero a medida que se contabilicen los votos por correo, Biden podría pasar al frente. El ganador podría conocerse esa misma madrugada o bien en el transcurso de la semana.

A su vez, siendo que el presidente ha denunciado en reiteradas oportunidades que el voto por correo será caótico y fraudulento, y que además se ha mostrado reticente a responder si aceptará el resultado de las elecciones, crece la preocupación respecto a la integridad del comicio. El clima se ha caldeado aún más con los grupos de extrema derecha que se han movilizado crecientemente durante este año, destacándose los grupos armados que utilizan la intimidación y la violencia con fines políticos. En el estado de Michigan, a inicios de mayo personas armadas ingresaron al congreso del estado para exigir que no se prolongue la cuarentena, y en octubre el FBI desarticuló el plan de un grupo armado para secuestrar a la gobernadora de ese estado, la demócrata Gretchen Whitmer, debido a la extensión de las medidas de contención al Covid.

Otro elemento es la posible judicialización masiva de la elección, a nivel estadual en principio, pero que podría llegar incluso a la Corte Suprema, como en el año 2000, cuando terminó beneficiando a George W. Bush. Trump ha garantizado una amplia mayoría conservadora en la Corte, tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg y el nombramiento de Amy Barrett.

Las características de Joe Biden contrastan con el histrionismo de Donald Trump, quien parece competir mayormente contra sus propios desaciertos y excesos. El magnate que se jacta de su vida exitosa y ha devenido en político, próximamente tal vez pueda adjudicarse la conquista de su propia derrota.

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