Una factura que no admite refinanciación
Incendios forestales. Inundaciones. Olas de calor. Olas de Frío. Inédita sequías. Estos y más ítems completan la factura que el medioambiente le está pasando al mundo en respuesta de años de falta de interés e inversión en el cuidado del ecosistema.
Por Belén Benítez | 31-10-2021 06:00hs
Durante este año, tanto a nivel local como internacional, desastres naturales extremos afectaron de manera significativa. Mientras que ciudades de Alemania, Bélgica y Países Bajos tenían inundaciones sin precedentes, una sequía histórica afectó la cuenca del Paraná. Copiosas precipitaciones inundaban Filipinas y más de 10 provincias argentinas ardían en llamas. Olas de calor sofocaban diversos del puntos del país mientras que temperaturas de -10° se registraban en África.
Lejos de tratarse de una coincidencia, la concentración de estos fenómenos durante este año son un síntoma de una pandemia latente que amenaza con extinguir completamente la vida como la conocemos: la crisis ambiental.
El calor que azota actualmente a la Argentina no es meramente estacional sino que es el resultado de un modelo de producción que ignora los evidentes perjuicios que genera al planeta y profundiza, año a año, una crisis incontrolable que la comunidad científica ya no encuentra maneras de denunciar.
Al tiempo que crece la insaciable economía de los países más desarrollados, la temperatura media del mundo la acompaña. Se reposa en la idea de un futuro hiper tecnologizado que permita "salvar el planeta" mientras se posterga la idea de un presente que tome como forma de vida la sustentabilidad y escape de las garras de un capitalismo globalizado que cría sociedades volcadas al consumismo.
Los países menos desarrollados son los que pagan la mayor parte de la cuenta. Los padecimientos de los efectos del cambio climático en estos países son más fuertes, amplifican las desigualdades y las dificultades de acceso a recursos básicos como el agua potable. Paralelamente, los niveles de actividad en otros países son celebrados sin perjuicio del aumento en la emisión de los gases de efecto invernadero que estos implican.
La atención debería dirigirse hacia los principales líderes mundiales y cómo llevan adelante sus compromisos ambientales.
El cambio climático no sólo es irreversible sino que trae aparejadas miles de consecuencias que también afectan a quienes promueven estos daños: quienes invierten en un sistema productivo de sobreexplotación de los recursos cimentan las bases de un sistema económicamente improductivo. Un suelo devastado, seco, inundado o dañado por un incendio no da frutos para nadie.
Cuando se trata la crisis climática usualmente se pone el foco en las acciones individuales pero son las políticas públicas las que cambian el modelo productivo y garantizan un futuro más optimista o al menos evitan un colapso irrecuperable. Por su puesto que los pequeños cambios suman, pero la atención debería dirigirse hacia los principales líderes mundiales y cómo llevan adelante sus compromisos ambientales.
Durante los primeros días de noviembre, representantes de casi todos los países se reunirán en Glasgow en el marco del COP26 para acordar nuevas medidas para reducir las emisiones y limitar el calentamiento global. Las expectativas están puestas especialmente en la participación de Estados Unidos y China quienes encabezan el listado de países más contaminantes del mundo.
Se espera que los principales mandatarios de más de 190 países participantes coincidan entre sí para detener cuanto antes un irremediable colapso; especialmente dándole la mayor responsabilidad a las naciones más ricas del mundo cuyas emisiones son la principal causa del calentamiento desde la era preindustrial.
Los países mas ricos, según lo que se estima, deberán no sólo asumir mayores compromisos para reducir el impacto de sus actividades económicas sino que deberán financiar también la transición hacia la sustentabilidad invirtiendo en tecnología de energía limpia que colabore con los países más pobres a adaptarse al cambio climático.
El planeta se está expresando y las causas son evidentes. Los daños que nos afectan día a día son la cuenta de los años de impacto medioambiental ocasionado por la deforestación, contaminación y desmesurada emisión de gas de efecto invernadero.
La cuenta, sin embargo, viene con la invitación a comprometerse colectivamente a ser ambiciosos para presionar a los representantes del mundo: es hora de exigir acciones concretas que eviten el daño en nuestros campos, nuestros suelos, nuestra vida.
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