El rodeo nacional cuenta con unos 23 millones de vientres (vacas y vaquillonas) que presenta una eficiencia de destete del 63 por ciento, es decir que nacen aproximadamente unos 14,5 millones de terneros y terneras anualmente, unas dos millones de estas últimas se guardan para reemplazar a las vacas que terminan su vida útil, por lo tanto quedan para engordar y faenar unas 12 a 13 millones de cabezas que son los números de la producción nacional de los últimos años.

Esos animales se faenan a un promedio de 226 kilos lo que resultan aproximadamente los 2.8 a 3 millones de toneladas de carne producidos anualmente.

¿Cómo aumentamos ese número a cinco millones de toneladas como pretende el anunciado plan ganadero? Veamos.

Una forma sería importando vientres o/y terneros de algún país limítrofe; situación nada probable porque, entre otras limitaciones, sería muy costoso. En Uruguay, que sería la mejor plaza, la hacienda cuesta entre 30 y 40 por ciento más que en nuestro país.

Otra forma sería alentar a que el productor retenga más terneras para aumentar su rodeo (por ejemplo con beneficios fiscales), pero esa mayor producción nacional se vería reflejada en unos tres años, y en ese tiempo habría menos oferta con la consecuente suba de precios. Además, aunque se retenga el doble de vientres que el actual solo se obtendría medio millón de toneladas adicionales.

Otra posibilidad, técnicamente lograble, sería aumentar el peso de faena y llevarlo de 226 a 260 kilos como Brasil (el peso de faena de Uruguay es de 250). Esto aportaría menos de 500 mil toneladas adicionales y sería muy costoso para el productor sumar esos últimos kilos, tanto terminados a pasto como con granos, y a los intereses actuales sería antieconómico.

La cuarta y última forma de aumentar la producción es mejorar el índice de destete. Una meta difícil, pero lograble, sería aumentarla un 10% llevándola al 73 por ciento, pero eso implicaría un aumento de tan solo medio millón de toneladas de carne.

Como vemos, la única posibilidad de acercarse a los cinco millones, sería hacer todas estas acciones en conjunto: elevar el índice de destete (“provincializando” los planes porque cada región tiene su propio potencial de crecimiento); elevar el peso de faena (por ejemplo con beneficios impositivos); e incentivando la retención de vientres, al menos al doble.

De esta manera se podría lograr aumentar un 50 por ciento la producción actual, siempre y cuando los precios se mantengan tentadores para los ganaderos durante varios años; período en el cual el consumo tendría que trasladarse a otras carnes más baratas y de producción más rápidas, como las de cerdo y pollo.

Argentina está exportando unos 3.000 millones de dólares al año, eso implica que el Estado, solo por derechos de exportación, recauda unos 270 millones, ¿y si se utiliza esa cifra en beneficios fiscales para producir esos dos millones de toneladas de carne… pero de cerdo? se pueden lograr en un menor tiempo, daríamos mayor valor agregado a nuestros granos, se crearían miles de puestos de trabajo volcándose al mercado carne de menor precio.

Los productores necesitan buenos precios para seguir invirtiendo y esto es difícil de coordinar con los intereses políticos que son de corto plazo. Cuando se repiten errores del pasado no podemos esperar distintos resultados.

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