¿Por qué la leche de almendras está matando a las abejas?
Miles de millones de abejas están muriendo por la sobredemanda de polinización en los campos de almendros de California, Estados Unidos. En esta región se ubica el 80% de la producción mundial de almendras.
Por Patricio Detto | 14-06-2021 08:30hs
La vida sana, una dieta más balanceada, el consumo de alimentos alternativos a la carne, ha generado una proliferación de alternativas “verdes”. El problema que se detectó ahora es que la nueva producción de alimentos derivados de vegetales, en particular la producción de almendras, está matando a una de las especies claves para la supervivencia del ser humano: las abejas.
Una profunda investigación realizada por el medio inglés The Guardian reveló que, solo en el Valle de California, en Estados Unidos, 50 mil millones de abejas perdieron la vida en invierno de 2020. Las principales causas de esto son, en primer lugar, la sobredemanda de polinización a las que son exigidas las abejas para el cultivo de los almendros Prunus dulcis. Y, en segundo lugar, el uso de pesticidas que debilitan a las abejas y les provocan la muerte por cansancio.
La leche de almendras, que no es propiamente leche ya que no proviene de un animal, multiplicó varias veces su consumo en los últimos años. Esto hizo que el negocio de las plantaciones de almendros se volviera muy rentable. Sin embargo, al crecer este negocio, se produjo un impacto sumamente negativo en el ecosistema, al estar matando a grandes poblaciones de abejas.
Se estima que el 80 % de la producción de almendras de todo el mundo proviene de esta región. Pero para mantener el nivel de producción, no se respeta el biorritmo natural de las abejas, las cuales deberían descansar en invierno. Esto deteriora su salud que, combinado con los pesticidas, las debilita y las lleva a la muerte.
El problema no termina ahí. La rentabilidad y las necesidades económicas ha llevado a que muchos apicultores obtengan mayores ganancias alquilando sus colmenas para polinización de mega granjas de almendros que vendiendo la miel que producen. The Guardian cita el ejemplo de Dennis Arp, apicultor de Arizona que llevó parte de sus colmenas a trabajar al Valle de California, cuyos ingresos ya provienen en un 50% del alquiler de colmenas para polinización de almendros.
Sin embargo, a medida que se acercó el invierno del año pasado, en las colmenas de Arp empezaron a manifestar enfermedades que llevaron a la muerte al 12% del total de sus abejas. Este ejemplo citado por el medio británico es solo una muestra de lo que está ocurriendo con la población de abejas en esa región estadounidense, ya que es una situación que incluye a la gran mayoría de los apicultores de la región.
Organizaciones ambientalistas hace varios años que vienen realizando campañas en contra de este tipo de explotación de los recursos naturales. Además, resaltan que las abejas son una especie en peligro de extinción y que, sin estos animales, sería imposible la producción de gran parte de los alimentos que consume tanto el ser humano como otras especies. Sin las abejas, todo el ecosistema mundial alimenticio correría peligro de extinción.
Como ejemplo de la enorme cantidad de muertes de abejas que se producen cada año, las organizaciones protectoras ponen el siguiente ejemplo: cada día sólo en Estados Unidos mueren más abejas que todos los demás animales sacrificados para consumo sumados (ganado, peces, aves de corral, etc).
El negocio de las granjas de almendros de California es multimillonario en dólares y no puede funcionar sin la polinización que realizan las abejas. Se establecieron negociaciones entre productores, apicultores, protectores y el Estado que han concretado algunas acciones en defensa de las abejas.
Una de las medidas fue el retirar del mercado los insecticidas del tipo neonicotinoides, ya que está demostrado que afectan al sistema nerviosos central de los insectos y que han causado el colapso de enormes colonias apícolas.
Otra de las medidas implementadas más recientemente fue la creación de una guía de buenas prácticas para el sector y el impulso de la utilización de almendros que necesiten sólo una colmena por acre para su polinización en lugar de las dos que necesitan actualmente. Además, en enero entró en vigencia una ley que obliga a los apicultores a registrar ante el Ministerio de Agricultura de California la localización de cada colmena y a los agricultores a informar si se utilizarán pesticidas y de qué tipo.
Finalmente, la ONG Xerces Society está trabajando con los agricultores para implementar el sello que certifica que sus explotaciones son Bee-Friendly (amigables con la vida de las abejas). Para lograrlo, además de reducir el uso de insecticidas, se están llevando adelante acciones que incorporen plantas con flores propias de la región en las plantaciones de almendros para mejorar la calidad de vida de las abejas.
Es un trabajo que se está tomando en serio en Estados Unidos ya que, no sólo hace 20 años que la población de colmenas no aumenta, sino que en el último lustro se viene notando una leve caída en la población total de abejas.
Foto de portada: Caitlin O’Hara/The Guardian