Pulgones al acecho
Por Gerardo Gallo Candolo | 13-03-2021 09:40hs
Decíamos en noviembre que el precio y el clima explicaban el crecimiento del área sembrada con sorgo granífero y que este año se sumaron nuevos agricultores a la siembra del cereal. Unas cien mil hectáreas adicionales a la campaña anterior estimaba la Bolsa de cereales de Buenos Aires.
Las condiciones climáticas hacen al importante ataque de pulgones observados en varias provincias: Salta, Entre Ríos, Santa Fe y en el Norte de la provincia de Buenos Aires.
El hecho de volcarse en estas dos últimas campañas nuevos agricultores al sorgo que no lleguen a advertir el daño que le ocasiona al cultivo esta plaga es un dato a tener en cuenta. Se estima que las mermas por pulgones pueden llegar a un 40% del rinde potencial del lote, y es por eso que deben divulgarse los conocimientos para su identificación, evaluación de daños y análisis de métodos de control.
La ubicación de los pulgones en el sorgo comienza en el envés de las hojas inferiores y luego se va dirigiendo hacia arriba de las plantas. Es decir que para una detección temprana hay que revisar los estratos inferiores del cultivo para detectar su presencia, controlar periódicamente teniendo en cuenta que los pulgones tienen una alta tasa de reproducción.
Los insectos observados en los sorgos este año son: el pulgón amarillo de la caña de azúcar, (posiblemente el más dañino y menos conocido), pulgón amarillo del sorgo y pulgón verde de los cereales. Los pulgones, que pocas veces se observan solitarios, succionan savia despidiendo parte de ella formando una capa pegajosa y dulce alrededor, creando un ambiente donde aparecen otros insectos que pueden ser benéficos por ser parásitos o predatores que, en algunos casos, logran mantener la colonia de pulgones en cierto equilibrio biológico. No es extraño que las hormigas estén presentes también entre las plantas atraídas por ese ambiente meloso.
Uno de los insectos parásitos más frecuentes entre los pulgones son pequeñas avispas; y como predatores podemos citar innumerables vaquitas que pueden consumir hasta 80 pulgones por día. Es por ello que en el examen periódico del cultivo, además de los pulgones, hay que observar el ecosistema: la presencia de estos insectos, su evolución y la distribución en el lote de esta situación.
En algunas oportunidades el control químico puede no dar los resultados esperados por desconocer este balance biológico entre sorgo, pulgón e insecto benéfico, y la ubicación de estas colonias.
El avión produce un remolino en el cultivo que favorece la llegada del producto a los estratos inferiores pero el volumen de agua es mucho menor que el utilizado por los equipos terrestres. Este dato es fundamental para los insecticidas de contacto, no tanto para los sistémicos (los que se incorporan a la planta). Hay que tener en cuenta que la aplicación de insecticidas “por receta”, es decir sin observar el desarrollo del sorgo, los insectos presentes y advertir el modo de acción del insecticida, puede hacer más daño a los benéficos que al propio pulgón si se hace a destiempo.
Teniendo en cuenta todos los factores citados es necesario para lograr un rinde apropiado acercarse al INTA o un asesor para medir el impacto de esta plaga que, lamentablemente, ya hizo daño en muchos lotes