Soja, una cuestión de seguridad nacional para China
China es el principal importador mundial de soja. Eventos recientes en el plano internacional pusieron de manifiesto la necesidad de incrementar la autonomía alimentaria del país, poniendo énfasis en la diversificación de proveedores.
Por Ignacio Lautaro Pirotta | 13-12-2020 06:30hs
El origen de la soja se remonta a 3.000 A.C. en China. Paradójicamente, el país donde se originó el cultivo y desde donde se extendió para el resto del mundo, hoy depende de la importación del mismo. China produce tan solo cerca del 16% de la soja que consume y es el mayor importador del grano a nivel mundial, pero más importante que ello es el hecho de que Estados Unidos y Brasil cubren cerca del 70% de las algo más de 100 millones de toneladas de soja importadas por China cada año. La concentración del suministro en un puñado de países (hay que agregar a Argentina, con un 7% de la demanda china) constituye un problema para la seguridad alimentaria del país asiático, y en consecuencia para el concepto más amplio de seguridad nacional. Siendo autosuficiente en los cultivos de maíz, arroz y trigo, el talón de Aquiles de la seguridad alimentaria china es el cultivo que tuvo origen en el propio país hace más de cinco milenios.
La soja es utilizada principalmente como forraje para el ganado y aves en general, destacándose el cerdo. El alto valor nutricional, principalmente el elevado aporte proteico, y el bajo costo de producción hacen que la soja sea de difícil sustitución por otros cultivos. También se utiliza la harina para consumo humano y el aceite. Por otro lado, el aumento de la clase media y de la calidad de vida de la población china en general han impulsado el consumo de carnes, y con ello la demanda de soja. A la concentración de la producción mundial, se le suma, por lo tanto, la dependencia de China a la soja y la dificultad de su sustitución.
Algunos hechos de los últimos años han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de China respecto a sus proveedores. En marzo de 2018, el presidente estadounidense, Donald Trump, inició la que fue conocida como la Guerra Comercial entre las dos potencias, que consistió centralmente en la suba de aranceles, motivados por la búsqueda de reducir el déficit comercial estadounidense y revitalizar la industria de acero local. China también ha tenido desavenencias con su otro gran proveedor de soja, Brasil. El presidente Jair Bolsonaro y sus partidarios han fomentado los sentimientos anti-China en reiteradas oportunidades, al punto de que en noviembre último la Embajada de China en Brasil emitió un comunicado en el que se refirió a declaraciones del diputado Eduardo Bolsonaro (hijo del presidente) y en el que instó a esas “figuras que imitan a la extrema derecha estadounidense” a dejar de lado ese tipo de discurso, o bien “cargar con las consecuencias negativas” de perturbar la relación bilateral. Sin embargo, tanto en el caso de Estados Unidos como el de Brasil, la dependencia china a las importaciones de ambos países, siendo la soja uno de los productos destacados junto con el hierro brasileño y los semiconductores estadounidenses, limita seriamente su margen de maniobra.
La dirigencia china se caracteriza por trazar estrategias a largo plazo. Por ello, el proyecto de diversificar los proveedores de soja no puede ser subestimado.
Ante ese escenario y la importancia de la seguridad alimentaria, la búsqueda de nuevos proveedores de soja, así como la producción local, se imponen como una necesidad. Respecto a lo primero, el lazo político con Moscú puede ser importante en el largo plazo para esta intención que ya ha sido apuntada por diversos analistas. En julio de 2019 China autorizó la importación de soja desde todas las regiones de Rusia y en agosto de este año las autoridades chinas propusieron una “alianza de la soja” a su contraparte rusa, según dio a conocer el portal South China Morning Post. La intención es que las exportaciones de soja, que fueron de 300.000 toneladas en 2018, alcancen los 3,7 millones para 2024. Otra de las regiones por donde China podría diversificar sus proveedores de soja es África. En el Foro de Cooperación China-África de 2018, los asiáticos se comprometieron a ampliar las importaciones y un paso adelante en esa dirección fue el acuerdo anunciado en octubre pasado para que Tanzania se convierta en un proveedor de soja. Sin embargo, la capacidad productiva de esos países es pequeña en comparación con la demanda china, por lo que estos proyectos apuntan al largo plazo. Además, ambos países están incorporados dentro del plan estratégico que se ha dado en llamar La Nueva Ruta de la Seda, orientado inicialmente a fortalecer el vínculo comercial y estratégico entre China con Europa entre otras cosas mediante fuertes inversiones en infraestructura. Rusia es junto con Pakistán (con la creación del Corredor Económico China-Pakistán, que permite salida al Mar Arábigo y al Océano Índico desde el oeste de China) el principal país a donde se orientan las inversiones de la Nueva Ruta. Tanzania, próxima al Cuerno de África, en el Este del continente, está en la ruta marítima entre Asia y Europa a través del Canal de Suez y se encuentra construyendo un puerto con financiamiento chino. Si bien no es posible alterar el comercio internacional de soja en el corto plazo, la dirigencia china se caracteriza por trazar estrategias a largo plazo. Por ello, el proyecto de diversificar los proveedores de soja no puede ser subestimado.
Las autoridades chinas comprenden que la inestabilidad internacional continuará y que es necesario fortalecer la autonomía económica del país.
La posibilidad de incrementar la producción local de soja está limitada en primer lugar por el área disponible para siembra. De acuerdo al Libro Blanco de Seguridad Alimentaria (2018), China tiene un área sembrada de 134 millones de hectáreas, habiendo habido sólo un incremento de 4,8 millones desde 1996. No obstante, ha avanzado en la creación de áreas de alta calidad y la intención, de acuerdo al documento oficial, es impulsar la producción de granos de alta calidad. Los stocks de granos también son fundamentales para la seguridad alimentaria y por ello el país se ha volcado a incrementar la capacidad de los mismos. El aumento de los stocks chinos es uno de los motivos que impulsan el aumento de precios en la soja durante este año en el marco del acuerdo Fase Uno que comenzó la distensión de la Guerra Comercial.
Por último, el Partido Comunista Chino estableció recientemente los lineamientos para el próximo Plan Quinquenal, que deberá ser aprobado por el Legislativo en marzo de 2021. Si bien sólo entonces se conocerá el texto del mismo, algunas ideas y ejes ya se han dado a conocer. El concepto de circulación dual de la economía es tal vez el más relevante. Postula que la economía china debe establecer un nuevo patrón de desarrollo donde se complemente la economía nacional con la internacional, poniendo énfasis en lo primero, es decir, en el mercado interno. Las autoridades chinas comprenden que la inestabilidad internacional continuará y que es necesario fortalecer la autonomía económica del país. La Guerra Comercial y la pandemia de Covid-19 sin dudas han alimentado esa visión. Por ello, reforzar el peso de la economía interna frente al dinámico comercio exterior y en el largo plazo buscar minimizar la dependencia de proveedores de soja, pueden ser elementos que guíen la política económica y comercial de China en las próximas décadas. La soja, más que nunca, es una cuestión de seguridad nacional para China.
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