El INTA y Aapresid en el proyecto Chacra en Pergamino demuestran que la producción agropecuaria puede ser armonizada con la naturaleza mediante la agricultura regenerativa.

El proyecto Chacra en Pergamino tiene como finalidad orientar el desarrollo de modelos que demuestren mayor productividad con una mayor eficiencia en el uso de recursos, estabilidad en los rendimientos y mantenimiento o mejora del ambiente de producción.

Los especialistas creen que para evitar que se degraden los recursos de los sistemas productivos no alcanza con sostener ni sustententar los procesos biológicos del suelo, hay que regenerar.

El director académico del programa sistema Chacras de Aapresid y experto en conservación y manejo de suelos del INTA, Rodolfo Gil, quien además es uno de los impulsores de este concepto, expresó que la capacidad productiva del suelo depende en su mayoría de la materia orgánica y de la actividad biológica. “Si degradamos estos elementos, la capacidad productiva del suelo se derrumba. Este es un principio básico”. Además, “Es clave interpretar la necesidad de generar un balance o equilibrio entre los procesos de consumición y descomposición y los procesos de construcción o producción. De lo contrario, los sistemas se degradan”, agregó Gil.

Luego de los estudios realizados durante tres ciclos de trabajo, se pudo comprobar que los mejores resultados se obtuvieron cuando se implementaron rotaciones diversificadas que mantuvieron el suelo ocupado con cultivos vivos la mayor parte del año. Este resultado, de acuerdo con el especialista Rodolfo Gil, demuestra que “la mejor forma para regenerar un ambiente terrestre es tener el suelo siempre vivo y con actividad biológica”.

Tal como detalla el informe de resultados, “los rendimientos acumulados fueron máximos en las rotaciones más intensificadas. Una de las rotaciones destacadas fue trigo, soja-vicia, maíz, aunque la mejor fue con arveja”.

Cuanto más tiempo ocupado con cultivo vivo estuvo el suelo, más carbono se aportó al sistema.

Mientras que la presencia de la vicia que es una de las pocas leguminosas anuales con alta adaptabilidad para las condiciones semiáridas del Sudoeste, potenció los rendimientos de los demás cultivos de cosecha y generó mejoras en los aportes de Carbono y Nitrógeno, la rotación con arvejaspresento mejores rendimientos.

Ante estos resultados, se comprobó que el aporte de carbono de cada rotación está directamente relacionado con el nivel de intensidad de las rotaciones, es decir que cuanto más tiempo ocupado con cultivo vivo estuvo el suelo, más carbono se aportó al sistema.

Los suelos necesitan mucha actividad biológica y diversa.

Gil explicó que el suelo no necesita descansar “La naturaleza nunca se detiene, sino que cumple con los ciclos y procesos que la mantienen en un constante funcionamiento”, argumentó, al tiempo que insistió: “Los suelos necesitan mucha actividad biológica y diversa”. Y agrego que el mismo tiene un rol “fundamental” porque es el que almacena, administra y distribuye los recursos que necesita la planta, en especial, agua y nutrientes.

En el mismo contexto, el especialista de manejo de cultivos y suelos del INTA Pergamino Andres Llovet, agregó: “El principal factor que explica la productividad de los sistemas es la disponibilidad adecuada de agua y su acople con la demanda, de mano de la lluvia con sus variaciones anuales y estacionales, así como también la almacenada en el suelo y la disponible en napas cercanas”.

Este punto Gil admitió que “existen ciertas estrategias que lo favorecen la conservación de la estructura funcional del suelo, en especial, a nivel de los macroporos que permiten que el agua se infiltre. Un buen desarrollo de raíces y la suficiente aireación para una actividad microbiana que dominantemente es aeróbica”. Señalando, además, la importancia de realizar un manejo agronómico adecuado a cada ambiente para que no les falte agua a los cultivos.

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