Un histórico legado aun sin concretar
Se cumplen hoy 48 años del fallecimiento de Juan Perón, el tres veces presidente de la Nación electo democráticamente. Exégetas y detractores del estadista más importante que hemos tenido en el siglo XX, coinciden en recurrir permanentemente al análisis de su obra de gobierno y su legado doctrinario para sostener sus posiciones a favor y en contra del exmandatario.
Por Jorge Pirotta | 01-07-2022 10:18hs
A pesar de sus casi 18 años de exilio forzoso, Perón volvió al país con un mensaje de Paz, de unidad nacional, de esperanza en un futuro mejor. Hasta se sabe que, en su tan recordada reunión con Ricardo Balbín en la casa de Gaspar Campos, le ofreció a su férreo adversario acompañarlo como candidato a vicepresidente. El “Abrazo Perón-Balbín” quedó inmortalizado en fotos y esa propuesta ahogada por los intereses ajenos a esos dos grandes actores de la política nacional.
El presidente Juan Perón falleció el 1° de julio de 1974 durante el ejercicio de su tercer mandato presidencial. En las elecciones del domingo 23 de septiembre de 1973, donde hubo una participación del 84,23% del electorado, Perón había triunfado con el 61,86% de los votos, seguido por el radical Ricardo Balbín que logró el 24,42%.
Dos días después, el 25 de septiembre de 1974, un grupo comando había asesinado con múltiples impactos de bala al secretario general de la C.G.T., José Ignacio Rucci.
La canción de Piero “Que se vayan ellos” describía con claridad el clima que se vivía en esos tiempos en nuestro país: “Somos territorio de violencia, mi pueblo habla, mi pueblo grita: ¡Basta de muerte, basta, basta! ¡Basta de morir, morir, morir!”.
El día de su asesinato, Rucci iba a dirigirse a todo el país desde la pantalla de Canal 13 de TV convocando a la unidad nacional, a la pacificación de la sociedad y a la reconstrucción de la Argentina. Cumpliría así con precisión militante el lineamiento fundamental del planteo del presidente electo, quien hasta había llegado a cambiar una de las “20 verdades del peronismo”, la sexta, que originalmente sentenciaba “Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista” trocándola y actualizándola a las necesidades de la época por “Para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”.
Es que, en esta parte del planeta, todavía se vivía culturalmente a la luz de la confrontación amigo-enemigo, “si no sos mi amigo sos mi enemigo y te tengo que eliminar”. Forma de pensar y de actuar que en Europa se estaba tratando de superar, luego de sufrir dos guerras mundiales con más de 50 millones de muertos. Pero en América Latina, la violencia política, el terrorismo de estado y la lucha de grupos guerrilleros estaban a la orden del día.
El asesinato de Rucci golpeó duramente a Perón y a su estrategia de Acuerdo Económico Social, entre el empresariado nacional, el gobierno y el movimiento obrero, con el objetivo de dar previsibilidad al desarrollo económico argentino.
En sus casi dos décadas de destierro, Perón había analizado y estudiado a los países que se habían reconstruido después de la destrucción de la guerra. Había comprendido que, después de las elecciones, donde cada voto vale uno, los individuos actuaban y opinaban según su posición social y su actividad. Y esas opiniones y posiciones no tenían representación a través de las estructuras partidarias tradicionales. Ese era el motivo por el que se comenzaron a crear los consejos económicos y sociales en Europa.
En lugar de lucha de clases, Perón proponía repartir la riqueza nacional mediante un acuerdo de “fifty-fifty”, 50% para los empresarios y 50% para los trabajadores. De hecho, al momento de su muerte esa era la relación en la distribución del ingreso en nuestro país.
En esa época, un trabajador podía tener la esperanza de la casa propia, accediendo no sin esfuerzo a la compra de un terreno y construyendo de a poco su vivienda. Tenía que esforzarse para lograrlo, pero podía tener esa esperanza. Parece la “Argentina Año Verde” a la luz de lo que hoy nos toca, pero eso pasaba, hay que preguntarles a los mayores que tengamos en nuestra familia para confirmar si esto que afirmo es verdad o no.
Todo eso fue destruido, dictadura y genocidio mediante, lo cual sumado a una fraudulenta deuda externa, terminó condicionando hasta nuestros días el destino del pueblo argentino.
En muchos aspectos, Perón fue un adelantado a su época. Frente a la confrontación Estados Unidos-Unión Soviética, o Capitalismo-Comunismo, él planteó en 1946 la “Tercera Posición” no alineada con ninguno de los polos mundiales del poder. Esa idea sumó a muchos líderes, fundamentalmente de los países semi coloniales o sometidos a los designios de los bloques hegemónicos. Así nació el Movimiento de los Países No Alineados y el concepto de “Tercer Mundo”.
La cuestión medioambiental no estuvo en la agenda mundial hasta entrada la década de 1970. Pero Perón venía estudiando el tema y elaborando un criterio superador, no exento de críticas al modelo productivo vigente.
En ocasión de la realización de la Conferencia de Estocolmo de 1972 sobre Medio Ambiente, organizada por las Naciones Unidas, Perón publicó desde Madrid un aporte a esa primera discusión mundial sobre la temática bajo el título de “Mensaje Ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”, transformándose en el primer exjefe de estado en abordar con profundidad esa cuestión.
En su escrito, cuya lectura recomiendo firmemente, Perón hace una crítica sustancial a lo que considera un “despilfarro masivo”. Dice:
“Las mal llamadas "Sociedades de Consumo", son, en realidad, sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto, por el gusto que produce el lucro. Se despilfarra mediante la producción de bienes necesarios o superfluos y, entre estos, a los deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna cierta vida porque la renovación produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos.”
Continúa afirmando que: “No menos grave resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro de los países tecnológicamente más avanzados funcionen mediante el consumo de ingentes recursos naturales aportados por el Tercer Mundo. De este modo, el problema de las relaciones dentro de la humanidad es paradójicamente doble: algunas clases sociales - la de los países de baja tecnología en particular – sufren los efectos del hambre, el analfabetismo y las enfermedades, pero al mismo tiempo las clases sociales y los países que asientan su exceso de consumo en el sufrimiento de los primeros tampoco están racionalmente alimentados, ni gozan de una auténtica cultura o de una vida espiritual o físicamente sana. Se debaten en medio de la ansiedad y del tedio, y los vicios que produce el ocio mal empleado.”
Al respecto, lanza una dura propuesta: “Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales, que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de mercado”.
El ingreso al poder de Juan Perón fue en 1943, cuando asumió la Secretaría de Trabajo y Previsión. Desde allí, inició una acción que le cambió la vida a millones de trabajadores, creando los primeros convenios colectivos por rama de actividad e impulsando la formación de fuertes organizaciones sindicales y la unidad del movimiento obrero en una sola C.G.T.
Luego, cuando fue electo presidente de la Nación, asumió en un país semi colonial donde poco o nada era propiedad de los argentinos. Su política de nacionalización de la economía, de pleno empleo y de bienestar social, transformó a la Argentina, en una década, en una de las 7 economías más importantes del mundo. Fabricábamos casi todo lo que necesitábamos: camionetas, automóviles, locomotoras, maquinarias agrícolas, barcos, aviones. La universidad era gratuita y eso les abrió las puertas a los hijos de los trabajadores, quienes hasta ese momento las tenían cerradas.
Hizo muchas cosas más, por supuesto. Quienes no conozcan y quieran saber más, los invito a que vean la obra de Leonardo Favio “Perón, sinfonía del sentimiento”. Yo no creo en la objetividad, toda vez que la información es un fenómeno subjetivo, teñido por el cristal de los ojos de quien la narra. Pero esa obra tiene un altísimo valor documental, por eso vale la pena mirarla.
¿Cometió errores Perón? Por supuesto, ¿qué gobernante no comete errores? Solo se equivocan los que hacen. Los que se la pasan hablando y criticando no se exponen a los errores que se cometen al querer cambiar la realidad. Pero, como en todos los ámbitos, las cosas, las acciones, las trayectorias, las gestiones, se deben medir por los resultados. Y en ese terreno Juan Perón les saca muchos cuerpos a sus detractores y, hay que decirlo, también a sus seguidores que han accedido democráticamente al poder.
Por eso el título de esta nota de opinión. El legado de Juan Perón es impresionante. Considero que negarlo es una necedad. “La única verdad es la realidad” se lo escuchaba decir con frecuencia. Y la realidad, la huella que él dejó en nuestra sociedad, permanece indeleble para quienes buscamos contribuir a la construcción de una sociedad más equitativa.
Dios quiera que, al menos, comencemos a pensar seriamente que “para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”. Sería un respetuoso y merecido homenaje a uno de los más grandes de nuestra historia.
Para leer el mensaje completo
Para acceder a “Perón, sinfonía del sentimiento”: https://youtu.be/5nptKP1Pks0